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"No eres tú, soy yo": sobre el fin del amor en la era del narcisismo extremo

No corren buenos tiempos para el amor. El capitalismo tardío, el individualismo encarnizado y las relaciones basadas en la autosatisfacción personal podrían habernos convertidos en tullidos emocionales no aptos para el amor.

Liv Strömquist
Fragmento de 'No siento nada'. Liv Strömquist / Reservoir Books

La cosa no pinta bien para el amor. Aquellos tiempos de veleidosos cupidos y postales hollywoodienses ricas en tortolismo son historia. La posibilidad de tomar una mano, la osadía de entregarse al otro sin remilgos parece cosa de otra vida. Como si amar, en el sentido más ambicioso y supremo del término, no fuera más que un ideal, una ficción que digerir en la sobremesa de los domingos.

La sospecha, como ya intuirán, es que no corren buenos tiempos para el amor. Sobrevuela la inquietud, más o menos compartida, de que en la era del capitalismo tardío, del individualismo encarnizado y de las relaciones basadas en la autosatisfacción personal, el noble arte de dejarse cautivar por eso que algunos melifluos llaman el "alma gemela" no pasa, precisamente, por su mejor momento. 

¿Habrá una razón biológica al respecto? ¿O no será acaso que en tiempos de selfies, de Tinder y de sobreexposición en redes somos incapaces de comprometernos (en el sentido menos material del término) con el otro? ¿No nos estaremos convirtiendo en amebas? ¿Se puede todavía amar en letras capitales?

Según la socióloga Eva Illouz (Fez, 1961), nuestra ineptitud para el amor podría venir determinada por el turbocapitalismo rampante que nos entrena para desechar los vínculos sociales y pasar rápidamente a la siguiente transacción. La situación no mejora si nos atenemos al diagnóstico del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, para quien el amor en los tiempos que corren significa necesidad, satisfacción y placer, que quedan cubiertos por un objeto que puede consumirse.

'No siento nada'
Fragmento de 'No siento nada'. Liv Strömquist / RESERVOIR BOOKS

"No siento nada"

La aproximación de la sueca Liv Strömquist (Lund, 1978) a la cuestión amorosa en tiempos líquidos tiene forma de cómic. No esperen, en cualquier caso, que al tratarse de viñetas el acercamiento sea menos exigente, lo que propone Strömquist en No siento nada (Reservoir Books) es lo más parecido a un ensayo pero ilustrado. Por entre sus márgenes desfilan personalidades más o menos dispares de la talla de Leonardo DiCaprio, Beyoncé, Kierkegaard, Los Pitufos, Eva Illouz o Platón.

Un elenco de lo mas variopinto en el que apoyarse para escrutar esa cosa escurridiza y difícilmente clasificable a la que llamamos amor. "Hoy en día es más difícil sentir un amor profundo (...) Estamos obsesionados con nosotros mismos e intentamos controlarlo todo: no estamos preparados para enamorarnos", apuntaba la autora sueca en una entrevista reciente.

Ese ensimismamiento personal junto a nuestra intocable libertad personal son, en esencia, las claves que explican el mantra del "no eres tú, soy yo", que nos impiden fijar la mirada en el otro y surcar juntos (y a poder ser revueltos) el camino del amor y la vida. Un camino hecho de recodos que tantas y tantas parejas transitaron a lo largo del tiempo y que hoy día, por lo que fuere, nos resulta tan complicado recorrer.

'No siento nada'
'No siento nada'. Liv Strömquist / RESERVOIR BOOKS

Según Strömquist, el amor en la actualidad "toma más espacio en nuestras vidas", pero lo hace de una manera muy diferente a cómo se vivía en generaciones anteriores, donde "uno se casaba y estaba casado toda la vida". "Ahora es distinto porque económicamente no necesitamos estar casados para sobrevivir. Ahora es más importante pensar en cómo me siento, si me tratan como quiero, o si alguien me podría tratar mejor".

Se trata, a fin de cuentas, de entender que la cultura del momento condiciona, y de qué manera, nuestras querencias particulares. También de asumir de una vez por todas que ese narcisismo generacional nos conduce a un callejón sin salida: "Quizá lo que tenemos que hacer es renunciar un poco a nosotros y tener una actitud más de entrega". 

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