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Norah Jones tampoco se libra del fútbol

La cantante neoyorquina ofrece un concierto en Bilbao el mismo día y a la misma hora de la final del Mundial, pero el partido de España consigue colarse también en las gradas

LUCÍA VILLA

11 de julio, 20:00 horas. España entera se prepara para vivir lo que terminará siendo una noche épica. Las calles se van vaciando entre el nerviosismo de los que apuran los últimos minutos previos al partido, otros llevan ya varias horas calentando el ambiente en los bares, que hoy harán su agosto. El país está paralizado por el fútbol y cualquier alternativa de ocio parece condenada al fracaso. El Palacio Euskalduna de Bilbao, sin embargo, no cancelaba su cita con Norah Jones, que ayer debutaba en su gira española presentando su último disco, The Fall, con un concierto carente de todo oportunismo: la final del Mundial, misma fecha, misma hora.

La ocasión no dejaba lugar para medias tintas a los indecisos, y más de uno se presentaba sin acompañante. Al pasar por la taquilla, las ofertas para buscar un posible comprador de última hora se sucedían. 'Disculpa, ¿queréis entradas para Norah Jones?', preguntaba un hombre a una pareja que acababa de llegar a la  fila. 'No, gracias, si a nosotros también nos sobra una', contestaban.

'Yo venía con mi hermano, pero ha preferido el fútbol', explicaba a Público uno de los asistentes. 'Lo he intentado con mi familia, mis amigos, todo el mundo, pero nadie ha querido venir. Voy a ver si puedo venderla y recuperar el dinero', continúa. Otros, más generosos, o quizá conscientes de la dificultad del reto, optaban por regalarlas.

Dentro, y a pesar de que las acomodadoras aseguraban que se habían vendido todas las entradas, los espectadores de las últimas filas probaban suerte para poder ocupar alguno de los numerosos asientos vacíos más adelante. No obstante, los sitios iban poco a poco rellenándose, entre los que vestían con la camiseta de la selección, los auriculares puestos o pendientes de un móvil que descansaba en la pantorrilla ante posibles novedades.

A las 21:00 en punto, con vestido rojo y acompañada de su banda, Norah Jones aparecía en el escenario ante un auditorio que también supo entregarle sus pasiones: '¡Guapa!' -exclamaba un espontáneo. En cerca de una hora y media de concierto, ni rastro del fútbol. Ambiente  cálido, la voz sensual de la neoyorquina, que alternó piano y guitarra a partes iguales, los juegos de luces y una perfecta acústica del Euskalduna se encargaron de que la velada mereciera la pena para quienes se decidieron a acudir a la cita musical.  Jones, que no hizo mención alguna al partido, prefirió las referencias gastronómicas: 'Estoy encantada de estar aquí esta noche: bebiendo sangría, comiendo algunas croquetas...muchas croquetas', bromeaba.

A las 10:30 se encendían las luces y el marcador del Mundial seguía tal y como empezó: 0-0. Los más rápidos aún tuvieron tiempo para contemplar el gol de Iniesta en algún bar cercano. La recompensa para quienes se quedaron frente al televisor es evidente, pero, para los menos futboleros, la alternativa resultó altamente recomendable.

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