Este artículo se publicó hace 14 años.
Nuestro rey del pop
Un recopilatorio, un disco homenaje y una exposición reivindican al fundador de Pegamoides y Dinarama
Carlos Berlanga cumplió todos los requisitos para ser una de las grandes estrellas de la música española. Apellido ilustre (hijo de Luis García Berlanga), autor de clásicos del pop grabados a fuego en el inconsciente colectivo del país (Bailando, Ni tú ni nadie, A quién le importa, El rey del glam...), personaje clave de la escena cultural más efervescente del último medio siglo en España (la Movida madrileña)... Ni siquiera su muerte prematura en 2002, a los 42 años de edad por una afección hepática, le convirtió en mártir del pop, como ha ocurrido en innumerables ocasiones.
Quizás le eclipsó la extroversión colorista y petarda de Alaska, o puede que España no estuviera preparada, ni lo esté a día de hoy, para elevar a la categoría de estrella a un artista de carácter introvertido y maniático que se peleaba mucho consigo mismo y prefería hablar a través de su música antes que en las revistas. Carlos Berlanga fue una estrella, aunque terminara grabando su último disco en un minúsculo sello independiente (Elefant), a millas de distancia de las listas de éxitos que en su día dominó con soltura y elegancia. En realidad, Berlanga hubiera sido una estrella aunque no hubiera vendido ni un solo disco (y vendió más de cuatro millones, casi todos en la época de Alaska y Dinarama, entre 1982 y 1989).
El disco recopilatorio que acaba de publicar EMI sobre su obra, titulado bastante acertadamente Reproches y vehemencias, no devolverá al músico a sus días de superventas. Pocos se han enterado. Su actualidad, sin embargo, gana enteros en 2010: la discográfica El Volcán editará un disco homenaje después del verano con versiones de canciones de Berlanga a cargo de grupos españoles como Los Planetas, Fangoria, Bebe o Xoel López, entre muchos otros. Además, una exposición sobre Carlos Berlanga, que también era pintor, servirá de inauguración, el próximo 12 de agosto, del centro de arte CODAC de Gibraleón (Huelva).
Hubiera sido una estrella aunque no hubiera vendido ni un solo disco
"Tenía mucho más talento que la mayoría de la gente. Le salían las cosas de golpe. Hacía una canción en dos minutos y la dejaba tal cual. No elaboraba demasiado las cosas. Quizás por eso era bastante vago, porque se podía apoyar en su talento. Los demás nos lo tenemos que currar más", explica el músico donostiarra Ibon Errazkin, productor del último álbum de Berlanga, Impermeable.
Errazkin fue uno de los cabecillas del Donosti Sound, la vertiente del indie nacional que más influencia recibió de Carlos Berlanga (basta escuchar los discos de Le Mans, La Buena Vida y, sobre todo, Family para percatarse). "Carlos tenía una serie de cosas muy claras, pero luego se desentendía de otros detalles. Por ejemplo, una vez le pregunté si le gustaba el sonido del bajo y torció el gesto, dejando claro que él no se iba a ocupar de eso, que no le importaba. Pero al final me sorprendió, porque se implicó mucho más de lo que me esperaba en la producción del disco. A veces se escapaba al bar de la esquina a ver algún partido de Roland Garros, pero no salía mucho del estudio", recuerda Errazkin.
La batidora ‘berlanguiana'Carlos Berlanga inauguró la modernidad del pop español. Los grupos nacionales de los sesenta que cantaban en inglés eran versiones demasiado miméticas de sus referentes anglosajones, mientras que Berlanga digirió con sofisticación, elegancia y personalidad propia los sonidos que le apasionaban. Sólo alguien como él podía conseguir que Chic sonaran como Los Ramones (o viceversa).
Nacho Canut, con el que compuso casi todo el repertorio de Pegamoides y Dinarama, explica que "musicalmente tenía una facilidad enorme para componer y sacarle partido a lo que sabía de música. Era autodidacta, pero enormemente sofisticado a la hora de hacer canciones. No se tomaba a sí mismo nada en serio y era muy divertido componer con él".
Es de agradecer que Reproches y vehemencias no sea un recopilatorio destinado a sacar tajada económica del excepcional legado musical de Carlos Berlanga. La selección de canciones dribla sus grandes éxitos (aunque alguno, inevitablemente, hay) y destaca aquellas piezas en las que Berlanga tenía mayor presencia a la voz. Además, incluye cinco maquetas de Dinarama difíciles de encontrar, entre ellas un clásico como Perlas ensangrentadas.
Nacho Canut: "Tenía una facilidad enorme para componer"
Una de las principales cualidades de Berlanga era su capacidad innata para crear canciones pop que aunaban vanguardia, sofisticación y referencias cultas con una accesibilidad para todos los públicos. Sus temas en los ochenta bebían de las últimas tendencias de la época, entre el sonido Philadelphia de los setenta, el punk, el rock siniestro y el pop de arte y ensayo, pero no renunciaban a un contagioso espíritu pop que hizo que hasta Raffaella Carrá o Sara Montiel cantaran sus canciones.
"No sólo sus grandes éxitos con Dinarama y Pegamoides tienen esa capacidad para que se te queden pegados. Uno de los casos más chocantes es Lady Dilema, la canción del anuncio de Letras del Tesoro. Muy poca gente sabe que es de Carlos", cuenta el periodista Rafa Cervera, biógrafo de Alaska que contribuye con un texto en el interior de Reproches y vehemencias.
Sofisticado y popularA principios de los ochenta, Carlos Berlanga sacó a la música española de su rutina blanda, de la canción melódica y los estribillos romanticones, inyectando una dosis letal de innovación tanto a nivel musical como de letras. Había un gran océano de temas esperando ser cantados y él se atrevió a navegarlo, sostenido por unos gustos eclécticos que iban de los Residents a Jobim, pasando por Warhol, Picasso o el comic. Según Cervera, "mezclaba lo más popular con elementos de la alta cultura, dándole mucha categoría a todo lo que le gustaba. Hacía como Warhol, que convirtió una lata de sopa en una obra de arte". Berlanga eligió el detergente Colón.
Su influencia es mayor de la que en principio pueda parecer. Aunque en los noventa el indie cantado en inglés rompió con los ochenta españoles, existe una estela de grupos que no descuidaron una fuente de alimentación musical como la de Berlanga, desde los grupos de Donosti mencionados anteriormente hasta artistas como La Casa Azul, Chico y Chica, Astrud o, actualmente, Klaus & Kinski o Los Punsetes.
Ibon Errazkin: "Se iba al bar de la esquina a ver Roland Garros"Genís Segarra, del dúo Astrud, reconoce que Berlanga es una de sus grandes influencias: "Es una referencia clara de que se pueden escribir canciones bonitas, populares y entretenidas sin tener que hacerse el tonto ni componer música infantil". Rafa Cervera añade: "Cualquiera con gusto, ironía y melodía es hijo de Carlos Berlanga".
"¿Por qué me pongo tan furioso si soy tranquilo y ahora me encuentro bien?", cantaba en la canción Estados. La contradicción le persiguió en todos los ámbitos. Era tímido y caprichoso, pero al mismo tiempo tenía una fuerte tendencia hedonista, un gran sentido del humor y le gustaba vivir de noche (en alguna ocasión se le vio arrastrando un pesado tomo de la familia Windsor por los bares de Madrid). "No creo que vuelva a conocer a alguien así", reconoce Nacho Canut.
Haciendo pesasPablo Sycet, comisario de la exposición que se inaugurará en agosto en Gibraleón y amigo personal del músico, recuerda sus cambios de humor: "Una tarde llegó a casa presumiendo de que estaba yendo al gimnasio y estaba notando grandes progresos. Cuando un amigo común le dijo que no notaba esos cambios en su figura, montó en cólera y amenazó con irse. Luego se calmó y para lavar su conciencia por la salida de tono le hizo un dibujo precioso, como regalo, que tituló Al desagravio lo pintan calvo, porque calvo era quién le negó sus progresos atléticos".
Luis Calvo, director del sello Elefant, fue la última persona que le editó un disco: "Era un artista, no era una persona normal". Manolo Martínez, la otra mitad de Astrud, le diferencia de otros personajes de la Movida: "Sin tener el oficio de otros compositores españoles de pop clásico, era decididamente uno de ellos y no, o no sólo, uno de aquellos personajes de la Movida, divertidos, transgresores, pero poco más".
¿Por qué su nombre ha quedado un tanto ensombrecido y no es de dominio público? "Carlos quería ser famoso, pero Alaska era más realista en ese sentido. A Carlos le horrorizaban las incomodidades de la fama. Yo creo que de no haber estado Alaska, esas canciones no serían tan conocidas. De hecho, su carrera en solitario no tuvo tanta repercusión", sostiene Ibon Errazkin.
Ana Curra, teclista de los Pegamoides, también observa esa diferencia fundamental entre Berlanga y Alaska. "Carlos era muy músico y disfrutaba mucho haciendo música. Componiendo era genial. Y Olvido siempre ha buscado ser un personaje que trascienda la música, la música ha sido una excusa en su vida", dijo Curra a Público.
Digirió con sofisticación los sonidos que le apasionaban
Rafa Cervera insiste en la necesidad de reivindicarle, "a él y a muchísimos artistas de esa época, como es el caso de Bernardo Bonezzi o Fernando Márquez El Zurdo. La música pop en España tiene una lectura diferente que en Inglaterra o Francia. Aquí es un cuerpo extraño que sirve para disfrutar y divertirse, pero la parte cultural siempre se ha ignorado. Personajes como Carlos Berlanga, que era músico, pintor, hijo de un cineasta famoso, un personaje digno de estudio en sí mismo, pues quedan en la trastienda".
Las 40 canciones de Reproches y vehemencias repasan todas las épocas artísticas de una de las "personas mas talentosas e interesantes que ha habido en el pop español", dice Nacho Canut "desde un punto de vista muy, muy subjetivo". Quizás no lo es tanto.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.