Entrevista a Paul B. Preciado"Pasar a una sociedad no binaria es una transformación muy profunda, y está sucediendo"
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"La capulla de Virginia Woolf escribió mi biografía". Lo de "capulla" es un apelativo cariñoso en esta revelación que hace el filósofo Paul B. Preciado, referente y voz indispensable de la teoría queer, que ahora dispara desde el cine.
Con la novela de la escritora británica bajo el brazo, el pensador se ha marcado una muy potente primera película, Orlando, mi biografía política, cine disidente y no binario. También experimento político, con el que ha encontrado una nueva herramienta de agitación y subversión necesarias.
Premio Especial del Jurado Encounters, Mención Especial en la categoría de mejor documental y premio Teddy Award que reconoce la mejor obra LGTB en el Festival de Berlín, la película, que acaba de proyectarse en el 71 Festival de San Sebastián, es un autorretrato y, al mismo tiempo, un retrato universal.
Una meditación sobre la realidad de las personas trans, denuncia del universo binario que las cuestiona y celebración de la gran revolución que ya ha nacido. "Estamos cambiando el curso de la historia".
Orlando, en el texto de Virginia Woolf, caía en un sueño profundo y, al despertar, era una mujer. "Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro y, a menudo, sólo los trajes siguen siendo de varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista". Hoy, casi un siglo después, Paul B. Preciado escribe una carta a la escritora y capta con su cámara la verdad de muchos otros Orlandos de este mundo.
La película, al comienzo, anima al espectador a preguntarse cuál es su sexo...
Sí, creo que a estas alturas todo el mundo se ha preguntado esto en algún momento, pero todavía hay quien pretende que digamos que el sexo, el género de una persona, se ha definido en un acto clínico, en el acta de nacimiento. Eso es un acta, igual que la forense.
La cuestión es si una persona tiene soberanía suficiente para decidir sobre su propio cuerpo y para decidir cómo quiere vivir su propia vida. Hay quien pretende que no, pero a mí me parece que esto es una continuación de la lucha feminista. Exactamente igual que cuando las mujeres en el siglo XX defendían el derecho al aborto, a hacer lo que quisieran con su cuerpo.
La lucha trans, continuación de la lucha feminista. ¿Qué piensa de las feministas que se oponen a incorporar los derechos trans a su lucha?
La lucha trans es una lucha en continuidad, de políticas del cuerpo y políticas sociales que está en continuidad con la lucha feminista, por eso a veces no entiendo a esas feministas. Vivimos en un régimen que es patriarcal, heterocentral fundamentalmente, pero también vivimos en un régimen binario.
Durante mucho tiempo, el feminismo se ha dedicado a defender la existencia de las mujeres como sujeto político. Yo reivindico, evidentemente, que las mujeres son un sujeto político, pero hay también otros muchos sujetos políticos que han quedado invisibilizados y que tienen que tener existencia social, ya que existimos, estamos ahí. Somos reales.
¿La necesidad de poner un nombre a quién eres?
No se trata de una etiqueta, para mí la cuestión es entender que llegamos al mundo en un contexto que está ya social y políticamente definido, y que en ese contexto hay una taxonomía de lo real, y si sales de esa taxonomía de lo real, no existes.
La cuestión es que, sin un nombre, no puedes existir, pero ¿quién tiene el derecho a nombrar? ¿El Estado? Si antes era la religión la que tenía derecho a nombrar, ¿ahora es el Estado? ¿Es la industria, son las corporaciones, es el mercado?
"Lo que se defiende en esta película es que cada cuerpo tiene derecho a nombrarse"
No, lo que se defiende en esta película es que cada cuerpo tiene derecho a nombrarse y que esa primera autonominación es inalienable, que nadie te la puede quitar. Pero eso no quiere decir que tú te puedas nombrar con palabras que no son entendidas, te tienes que nombrar con signos sociales.
Pero a todos nos llama el otro de alguna manera...
Obviamente, el otro te tiene que llamar. Yo tuve la experiencia, pensé que cambiar de nombre sería solo un acto legal, pero me di cuenta de que era también una revolución poética porque, de repente, cada vez que alguien me llamaba Paul, decía "gracias". Porque, al final, es la otra persona la que te regala el nombre. Ese es un acto social.
Yo, por ejemplo, estoy encantado de ser trans, estoy feliz de ser trans, mi condición de trans me parece una maravilla. Me parece el mejor lugar desde el que observar lo que está ocurriendo, pero lo que no me parece justo es que esa condición venga acompañada de la exclusión institucional en posibilidad de acceso al trabajo, de no poder alquilar una casa... Es decir, de todo el conjunto de exclusiones con el que se acompaña históricamente.
Las cosas están cambiando por fin en este país ¿no?
"En el España hay, al mismo tiempo, un lugar de vanguardia en muchos sentidos, pero de reaccionarios gubernamentales en otro"
Sí, está cambiando, está cambiando mucho. Pero, paradójicamente, en el contexto del Estado español hay, al mismo tiempo, un lugar casi de vanguardia micropolítica en muchos sentidos, pero de grandes reaccionarios gubernamentales en otro.
Tenemos los dos, y creo que eso explica en parte la historia del Estado español. Siempre hay toda esa tensión, por eso había tanta gente en Berlín que me preguntaba cómo se iba a recibir la película en el Estado español. Y yo pensaba: "¡Pero si el Estado español está lleno de Orlandos!"
El mundo, en realidad, está lleno de Orlandos.
Sí, lo que pasa es que las personas que tenéis la suerte de tener un pasaporte, de no ser cuestionadas... Es lo mismo que la cuestión de la migración. Hoy en día, ser una persona migrante, que atraviesa una frontera, está en una posición de vulnerabilidad política y social increíble. Sucede lo mismo con las personas trans.
Pero una de las cosas que ha cambiado mi manera de enfrentarme a la lucha política, porque yo llevo haciendo activismo prácticamente desde que tengo 16 años, y escribiendo y haciendo millones de cosas, es que ahora, que tengo 50 años, me sucede algo que no pasaba antes.
Ahora, familias, padres y madres heterosexuales de toda la vida, normalísimos, que tienen un niñe trans en casa, me llaman y me escriben para decirme: "Yo no tengo ni idea ni de qué es la teoría trans, ni me entero de nada, pero tengo en mi casa un niñe que habla como tú y necesito hablar contigo, porque necesito entender".
Entonces, ¿lo que hace falta, al final, es educación, no?
Educación, pero cuando decimos educación, la cuestión es ¿qué significa educar? Y, sobre todo, ¿quién educa, cómo y de qué manera y en qué?
¿Desde el cine también se puede educar?
Sí, pero al final los modelos dominantes del género, de la sexualidad, se producen mucho también por el cine. La industria del cine es una tecnología de producción de modelos de masculinidad y de feminidad, y de modelos de binariedad...
Por eso, para mí también fue muy importante, cuando me puse a hacer la película, pensar en si era posible hacer una película no binaria en todos los sentidos. Es decir, no es ni ficción ni documental, los personajes no están ahí para ser masculinos o femeninos, no es mi vida ni su vida, es también la vida ficcional de Orlando. Para mí, era muy importante inventar un lenguaje subversivo con respecto a las narrativas dominantes del cine.
"La industria del cine es una tecnología de producción de modelos de binariedad"
Y utilizar, entonces, el cine o la literatura como herramientas políticas
Absolutamente poderosas, claro. Imagínate, yo soy escritor, llevo años y años escribiendo. Bueno, evidentemente los libros de filosofía no son precisamente los libros más leídos, pero me doy cuenta de que cuando haces un libro bueno, sí te encuentras unos lectores, dejas una huella. Pero la literatura hoy, que vivimos de tanta pantalla, tiene menos calado social. El cine es una herramienta poderosa.
También es verdad que con el libro tienes ese encuentro de tú a tú. Una lectura es algo muy íntimo, hay un momento de transformación muy profunda. Pero lo que me seduce del cine es esa dimensión de sueño colectivo, esa dimensión como hipnótica, la posibilidad de entrar en una sala y, durante dos horas, vivir en un mundo paralelo. Eso tiene una gran fuerza. Y, con la película, me he dado cuenta. Ha ido a todos los festivales, en salas de 800 personas, llenas de gente de todo tipo, y cuando acaba la película, la gente incluso se abraza...
¿Y cuál ha sido el papel de la novela de Virginia Woolf?
Nos reuníamos para leer Orlando, y me di cuenta de que era gracias a esas lecturas y al lenguaje de Orlando como íbamos a poder frenar el ruido incesante y la repetición de un lenguaje muy estereotipado en torno a lo trans, que siempre tiene que pasar por los mismos temas, de la misma manera, de forma muy victimista.
Nosotros somos animales poéticos, siempre estamos inventando historias, pero lo que necesitamos son historias no violentas. De lo que yo intentaba huir haciendo esta película, precisamente, es de las historias que destruían a la persona trans. Son las historias que yo crecí viendo, donde la persona trans era representada o como el asesino o como el asesinado...
"Para mí, en la película era muy importante hacer un relato otalmente esperanzador"
Cuando eres un adolescente y ves esos relatos, ¿cuál es la esperanza que queda de tu propia vida? Por eso, para mí, en la película era muy importante hacer un relato totalmente disidente, un relato totalmente esperanzador, porque nuestras historias son historias de supervivencia, no de muerte.
¿Cuánta responsabilidad tienen en esa imagen de las personas trans los medios de comunicación?
Mucha, el trabajo de los medios de comunicación es tremendamente político, y no podéis excusar esa responsabilidad. Si los medios de comunicación os preguntarais constantemente ¿cómo estoy nombrando las cosas? Y me refiero a todo, la pregunta vale para una mujer mayor, para una mujer divorciada, para una persona migrante, para una persona con discapacidad física o psíquica, vale para todo... ¿Cuál es el lenguaje que estoy utilizando?
"El lenguaje no es natural, que no está ahí para representar, sino que el lenguaje produce la realidad"
Hay que darse cuenta de que el lenguaje no es natural, que no está ahí para representar, sino que el lenguaje produce la realidad. Al final de la película, Virginie Despentes dice: "Por el poder que me otorgan Virginia Woolf y la literatura". El lenguaje tiene una enorme potencialidad política. Yo creo que es abrir la posibilidad de la pregunta. Las cosas no son de una manera definida y vosotros tenéis la posibilidad de cambiarlas.
Volviendo a 'Orlando'...
En la película, Orlando es una especie de emblema de la mutación, de la metamorfosis. Siempre estamos cambiando, estamos transformándonos constantemente. La infancia no es lo mismo que la vejez, somos seres temporales, somos seres animales. Por eso, para mí no es tanto una cuestión de identidad como una cuestión de permeabilidad, de relacionalidad, de transformación, de cambio.
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