Este artículo se publicó hace 13 años.
El poeta que liberó a la poesía
El chileno, de 97 años y creador de la 'antipoesía', fue ayer galardonado con el Premio Cervantes 2011
Como si fuera un maleficio, Nicanor Parra (Chillán, Chile, 1914) ha sufrido en España el olvido que él mismo había decretado en uno de sus maravillosos artefactos: "Primera condición de toda obra maestra: pasar inadvertida". Hasta ayer, día en que el Ministerio de Cultura decidió conceder el Premio Cervantes, el mayor galardón de las letras en castellano, al autor latinoamericano decisivo en la segunda mitad del siglo XX. Nicanor Parra, el poeta que desborda los límites de la poesía, el autor que convierte en poesía todo lo que toca y encuentra hasta en las postales un buen lugar para insuflarle vida a las palabras.
Parra ha derribado los tabúes que hicieron de la poesía el corralito de las vacas gordas y sagradas. "En poesía se permite todo", dijo, porque con él importa el cómo, no el qué, porque siempre ha sido crítico con la poesía hermética, porque con él se inicia el reinado de la antipoesía y acaba la larga y profunda sombra de los cánones de su compatriota y coetáneo Pablo Neruda (1904-1973), cuando parecía que todo lo que rimase debía estar hecho a imagen y semejanza del autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Curiosamente, la consagración de la antipoesía llegaría con el propio Neruda, cuando en 1952 capitula y asume el triunfo del rodillo imparable de Parra.
Parra ha devuelto la poesía al lugar que le había "usurpado la retórica y la academia"
Este es Nicanor Parra: el poeta que desmitificó a los poetas. Pero es también un gran poeta político, de los que evitan el dogmatismo, y las odas a Stalin, de los que se recrean en la voz disidente: "Yo soy más dadaísta que anarquista / más anarquista que socialdemócrata / más socialdemócrata que estalinista". ¿Lo primero? La negación de la autoridad. ¿Cómo? Dignificando el papel del humor en la poesía. "Durante medio siglo / la poesía fue / el paraíso del tonto solemne hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa", escribe.
Él ha sido, incluso, uno de los primeros poetas ecologistas de la lengua, con sus ecopoemas: "Ni socialista ni capitalista / sino todo lo contrario: / ecologista". El primer disparo de desfachatez lo pega en 1954, con su segundo libro Poemas y antipoemas, con el que ya provoca un corte radical. Aparece la antipoesía: "No hay definición redonda para el triángulo. Podría ser la revelación de la zona invisible de la realidad, el nuevo significado de las cosas a la luz de la poesía", explica el poeta Juan Carlos Mestre, premio Nacional de Poesía 2009.
"En términos de física cuántica, Nicanor Parra es un accidente congelado de la literatura en castellano. Esos son los accidentes que determinan el curso de la historia. En pocos casos a la lengua de Cervantes se le ha dado la vuelta como a un traje usado. Parra es esencialmente la desobediencia y el discurso lúcido contra algo más que el poder, contra el aburrimiento", añade Mestre, para señalar que Parra ha devuelto la poesía al lugar que le había "usurpado la retórica y la academia".
García Valdés: "Nadie, después de Rubén Darío, ha puesto tanto peso en la lengua"
Contra la solemnidadUn hereje de este calado no podía escapar de las críticas. Estaba, con su espontaneidad e inconsciencia, logrando desenmascarar el discurso atrofiado de la solemnidad. Pero Parra ya caminaba "libre de la virtuosidad" y al margen de las críticas, había cambiado a Lorca por Whitman en 1938 y heredó del norteamericano el versolibrismo, el lenguaje antipreciosista, el interés por la poesía narrativa. Hasta que se dio cuenta de que Whitman no tenía humor, que le faltaba ese distanciamiento irónico que haría de Parra un autor... un antiautor. "Entonces me bajé del carro", reconoció.
"Alguien que inventa la poesía es alguien antirrespetuoso con las convenciones. La figura de Parra fue irreverente. Su propuesta tiene un paralelismo, en los grandes temas del ser humano, con artes más avanzadas que la literatura", se refiere el poeta José María Parreño a sus vínculos con las artes plásticas. Concretamente, con su serie de los Artefactos, de 1972 (una caja de 200 postales con la que decía definitivamente adiós al lirismo). Parreño destaca su capacidad para la ironía, la poesía fronteriza con el chiste y la gamberrada. "En algún sentido podría tener que ver con los ejercicios de Joan Brossa. Pero la poesía española es especialmente seria y académica, asentada en el sentimiento desgarrado y dramática", explica.
Jordi Doce: "Lo ha fagocitado todo como poeta: greguerías, anuncios, noticias..."
"El poeta es un país independiente", suele decir en sus entrevistas. En ese país se ama a las palabras, al lenguaje. "Parra dota a la poesía de una lengua absolutamente novedosa. No hay nadie, después de Rubén Darío, que haya puesto tanto peso en la lengua", declaraba ayer la autora Olvido García Valdés, a la salida del jurado del Cervantes. También quiso señalar las fuentes tan variadas de las que ha bebido Parra, destacando a Kafka. José María Micó también formó parte de ese jurado y subrayó "la originalidad de una obra inclasificable".
Para Luis Muñoz su antipoesía es una revitalización de la poesía, es decir, "es una propoesía". "Entiende la labor del poeta como alguien que sacude de lugares comunes y de adherencias retóricas el lenguaje poético", añade. Agustín Fernández Mallo, poeta y físico como Parra, destaca su actitud: "Ha abierto la búsqueda del yo poético sin descartar ningún material. Asumió que no hay verdades absolutas, no ha temido a la experimentación". También Jordi Doce ahonda en su poesía total, en llevar el poema al lenguaje de la calle, al ingenio: "Ha demostrado que el lenguaje en todas sus dimensiones está preñado de posibilidades poéticas. Desde la poesía visual, las greguerías, los anuncios, las noticias... es un poeta que lo fagocita todo y todo lo convierte en poesía".
Chile se pone de fiestaPara Fernández Mallo, Parra "no ha temido a la experimentación"
El Cervantes para Nicanor Parra fue la noticia principal de los medios de comunicación chilenos ayer. Las autoridades del país sudamericano felicitaron al autor de 97 años, quien no accedió a contestar siquiera el teléfono. Sus hijos aseguraron que estaba algo abrumado por el asedio. Poetas y escritores de la escena literaria chilena celebraron el galardón. "Parra nos reventó la libertad. Él ha sabido mostrar la democracia irrefutable del habla", afirmó el poeta Raúl Zurita (Anteparaíso y Purgatorio entre). Para él, el Cervantes para Parra es una reivindicación para el premio y su obra es sinónimo de libertad: "La antipoesía de Parra cumplió con la tarea de liberar a las palabras obreras de la imposición de las palabras sagradas. El Cervantes no se sostenía sin él y se lo deberían haber dado hace mucho tiempo".
Para Zurita, la antipoesía parriana utiliza expresiones y juegos idiomáticos chilenos pero "logra ser universal. Shakespeare estaba lleno de giros de su época, al igual que Dante, pero cada país encuentra su forma de traducir esos giros locales y logra apropiarse de las obras", explicó.
Una muestra de ello es que Parra es muy leído en Estados Unidos, dice Zurita y así lo confirma el escritor norteamericano Francisco Goldman, de paso en Chile, y que justo fue a visitar a Parra el día previo al Cervantes. Junto con el director del semanario satírico The Clinic, Patricio Fernández, Goldman llegó hasta la residencia del poeta en la localidad costera de Las Cruces, a 120 kilómetros de la capital.
Goldman relata que los recibió de muy buen humor, estaba comiendo con su nieto cuando llegaron. "En su plato había carne, y al vernos se levantó y dijo que nos fuéramos a comer pescado junto al mar". En el restaurante Parra fue recibido con aplausos por algunos de los comensales. "Algunas mujeres se levantaron a besarle. Era como si esa gente ya hubiese sabido que se iba a ganar el Cervantes", comenta Goldman a Público.
Para el escritor estadounidense, Parra está en el extremo opuesto de esa poesía que habla de dolores personales e íntimos. "Irrumpió en los años sesenta con una poesía de crítica y diversión. Es un genio", asevera Goldman, que recuerda que Roberto Bolaño también chileno decía haberse llevado Parra a la prosa.
Alejandro Zambra, escritor chileno (La vida privada de los árboles y Bonsai, ambos en Anagrama) que trabajó con Parra en la traducción de El Rey Lear, explica que la antipoesía parriana no es un movimiento y nunca pretendió serlo. "Es un truco, una manera de escribir poesía", dice. En Chile ha sido importante porque a partir de él ha sido necesario que todo poeta se defina respecto de la antipoesía.
Ahora sólo habrá que esperar a uno de sus maravillosos discursos, porque todo apunta a que el próximo 23 de abril, en el Paraninfo de Alcalá de Henares, el protocolo se romperá, como ya ocurrió con María Zambrano, en 1988, y alguien leerá en su ausencia.
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