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Radiohead, música rara para las masas

JESÚS MIGUEL MARCOS

Pocas veces ocurre que las manifestaciones artísticas exigentes o poco accesibles lleguen a grandes audiencias. Una excepción en música podría ser Björk, cuya asombrosa capacidad de convocatoria es directamente proporcional a lo intrincado de sus canciones. El caso de Radiohead también presenta esas características. Hace una semana publicaron el disco The King of Limbs, un trabajo obtuso y hermético donde los estribillos son como oasis en el desierto (o directamente simples espejismos).

Que cientos de miles, quizás millones de personas, lo hayan escuchado es un acontecimiento extraordinario, más allá de los causas que lo han producido. Y es sin duda positivo que haya más gente escuchando música más arriesgada, apartada de los patrones convencionales del pop y que requiere una disposición más atenta y abierta.

Es evidente que si Radiohead han logrado este efecto, es porque en el pasado consiguieron una legión de fans gracias a discos bastante más accesibles (Pablo Honey y The Bends) y sobre todo con su particular obra cumbre, Ok Computer, con la que se convirtieron en uno de los referentes del rock en los noventa.

Desde entonces, hablamos de 1997, nada de lo que han hecho es pasto para el consumo de masas, aunque estas lo sigan consumiendo (y sin descanso). Hay quién dice que gran parte de su éxito se basa en estudiadas campañas de marketing, atendiendo a la forma en que han lanzado sus dos últimos discos (directamente a través de internet y sin sello discográfico de por medio), y aunque eso ayude a generar ruido mediático, discos como Kid A (2000), Amnesiac (2001) o Hail to the thief (2003) los lanzaron de forma convencional y también fueron superventas (los tres, número 1 en Reino Unido).

En el disco no hay anclas donde agarrarse, ni fosas donde sumergirse

Más criticable, aunque perfectamente legítimo, es que hayan abandonado el 'paga lo que quieras' que utilizaron en In rainbows, lo que deja entrever que aquel sistema no les funcionó tan bien como en su día hicieron creer. Entonces argumentaban que si el disco se iba a filtrar en la Red, lo mejor era filtrarlo ellos mismos. Esta vez publican The Kings of the Limbs a un precio similar al de la tienda de iTunes (siete euros por ocho canciones), no dan opción a adquirir los temas por separado y ni siquiera permiten realizar una escucha previa antes de decidir la compra.

Finalmente, los 37 minutos de The King of Limbs nos descubren un disco bastante menor en la discografía del grupo. La misma sensación parecen tener muchos fans, que han inundado la Red con variopintas teorías conspirativas que profetizan la aparición de más canciones del grupo a corto plazo.

Es positivo que haya más gente escuchando cosas más arriesgadasAlgunas de esas teorías, recogidas en la página de fans ateaseweb.com, apuntan, por ejemplo, a que la última canción se titula Separator porque 'separa' este bloque de canciones de otro que saldrá próximamente. Además, la canción contiene el verso 'If you think this is over, then you're wrong' (Si crees que esto se ha terminado, te equivocas), lo que vendría a refutar la pedrojotesca teoría.

En The King of Limbs Radiohead abandonan el formato canción en favor de un concepto que en diversos tramos es puramente atmosférico. Así se muestran en las dos piezas que abren el disco, Bloom y Morning Mr. Magpie, compuestas por capas sonoras donde la textura prima sobre la intensidad y el cerebro sobre el corazón.

Más mecánicos que nunca, absorbidos por lo sintético y ensimismados en un minimalismo contenido sin ápice de músculo, en The King of Limbs no hay anclas donde agarrarse, pero tampoco fosas donde sumergirse. Radiohead suenan planos, en su limbo, y solo algún recoveco dub (Feral) y ecos vocales de R&B (Lotus flower, Separator) despiertan al oyente de un monótono viaje, sin curvas ni paisaje.

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