Las acelgas gratinadas son un plato muy popular en distintos países. Se trata de una forma de disfrutar las verduras de un modo mucho más sabroso de lo habitual: bien cubiertas por una rica bechamel y gratinadas al horno con queso.

El sabor intenso de la acelga -se utilizan principalmente las hojas- combina muy bien con la suavidad láctea de la bechamel, dando como resultado un atractivo contraste: cremoso por dentro y ligeramente crujiente por fuera. Incluso quienes suelen mostrarse reacios a comer verduras podrán apreciarlo.

Es un plato de verduras algo calórico, cierto, pero también una forma original y apetitosa de incluir las necesarias hortalizas en nuestra dieta. Las acelgas son ricas en fibra y aportan vitaminas A, C, K y del grupo B, además de hierro, magnesio y potasio.

Si deseas hacerlo aún más nutritivo, se pueden añadir daditos de jamón o chorizo a las acelgas antes de gratinarlas.

Cuece las acelgas:

Lava bien las acelgas, separa las pencas (tallos) de las hojas.

Corta las pencas en trozos pequeños y las hojas en tiras.

Hierve primero las pencas (unos 10 minutos) y luego añade las hojas (3–5 minutos más).

Escurre bien y reserva.

Prepara la bechamel:

En un cazo, derrite la mantequilla a fuego medio.

Añade la harina y remueve con varillas unos 2 minutos (sin que se dore).

Vierte la leche caliente poco a poco, sin dejar de batir, hasta que espese.

Sazona con sal, pimienta blanca y nuez moscada. Debe quedar cremosa, no demasiado espesa. Si se pasa, añade un chorrito más de leche.

Monta el gratinado:

Coloca las acelgas escurridas en una fuente apta para horno.

Cubre con la bechamel caliente.

Espolvorea queso rallado por encima (al gusto).

Hornea a 200 C (calor arriba y abajo) durante 10-15 minutos, o hasta que el queso esté dorado y burbujeante.

Deja que repose y sirve caliente.