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Regresa 'Black Mirror', la serie que te amargará el fin de semana

Desde hoy están disponibles en Netflix seis de los doce episodios que componen una tercera temporada que supera a sus predecesoras en número de capítulos, calidad, posibilidades y desasosiego provocado en el espectador.

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Una imagen del primer capítulo de la tercera temporada de 'Black Mirror', 'Nosedive'. /NETFLIX

Había cierta inquietud por saber cómo le sentarían los cambios a Black Mirror. Si ese salto de Channel 4 a Netflix le habría hecho mutar de alguna manera convirtiéndose en una serie más complaciente, más cómoda de ver. O si habiendo tenido dos temporadas de solo tres episodios –algo muy británico por otra parte– su calidad se resentiría al multiplicarse hasta llegar a doce. Ni lo uno ni lo otro. Es más, podría afirmarse que la primera mitad de la tercera temporada –hay que recordar que los seis que desde hoy están disponibles en Netflix son solo un parte y que para el resto no hay fecha exacta más allá de que será el próximo año– es, probablemente, la más completa y equilibrada.

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Resulta complicado hablar de Black Mirror habiéndola visto y no desvelar demasiado de la trama. Algo que, por otra parte, sería contraproducente. Esta es una serie a la que cuanto más virgen se llegue, mejor. Mayor será el impacto y más profunda la reflexión. Lo que sí que se puede decir es que, como cabe esperar, la tecnología y el uso que se hace de ellas están presente a lo largo del discurso que esgrime Brooker, su creador, en cada capítulo. “Es una serie sobre personas y la tecnología como trasfondo. Empiezas a sentirte en un territorio conocido y rápidamente te darás cuenta de que no sabes dónde demonios estás”, analiza el británico en uno de los vídeos promocionales de Black Mirror.

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Una afirmación que es la premisa de la que parte cada no de los seis nuevos episodios de una ficción ambientada en un futuro bastante probable en muchos casos, que para esta etapa que ahora se abre ha contado con algunos, no muchos, rostros conocidos por el gran público. Táctica que ya utilizó en su especial navideño, en el que participó Jon Hamm (Mad Men). Las caras y nombres que más sonarán de esta tanda, sobre todo a los habituales del cine, son el de Bryce Dallas Howard (Jurassic World) y Alice Eve (Star Trek: Into the Darkness), protagonistas ambas del episodio titulado Nosedive.

Cada capítulo es independiente, con una ambientación distinta, una estética diferente, una banda sonora muy cuidada y un futuro nada irreal (alguna de las tramas de hecho podría transcurrir perfectamente en el presente) que comparten entre ellos el hilo conductor de la tecnología y el tratar al espectador como un ser inteligente capaz de sacar sus propias conclusiones. Aunque conviene remarcar que algunos incluyen una trampa o giro de guión hacia el final, como se quiera llamar, que no hacen otra cosa que aumentar más esa sensación de desasosiego que siempre ha ido asociada a Black Mirror. El más devastador, posiblemente, el de Shut Up and Dance junto con el de Men Against Fire.

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Dice Brooker que no querían que “todos los episodios fuesen constantemente desalentadores. Ahora bien, la desolación sigue ahí”. No le falta la razón a quien firma una primera mitad de temporada que no decepcionará y que como aliciente extra tiene el que cada capítulo toca un genero distinto moviéndose desde el drama romántico al thriller pasando por el bélico, el policíaco y el terror. Todos tan distintos y, sin embargo, armónicos en su conjunto. Black Mirror regresa tras tres años de un silencio solo roto por un especial navideño emitido en 2014 con más fuerza, más medios, más capítulos y más historias de futuros demasiado posibles para obligar al espectador a replantearse el presente.

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