Este artículo se publicó hace 4 años.
'Rewatching': el placer de revisitar series clásicas
El exceso de oferta seriéfila y la vorágine de lo cotidiano hacen que cada vez sea más común echar la vista atrás a aquellas ficciones que formaron parte de nosotros. Un camino de vuelta que nos ofrece aislamiento y sosiego en tiempos revueltos.
Madrid-
Sucede que todo va muy rápido. De la edad de oro de las series, hemos pasado a la era del peak tv (pico televisivo), también conocida como “burbuja seriéfila”. Un estado de saturación que pasa factura a aquellos incautos que pretenden seguirle el hilo a la incesante avalancha de novedades. La vorágine de lo cotidiano, con sus vertiginosos timelines y sus relaciones de usar y tirar, tampoco ayuda. Se impone la necesidad de un oasis, un centro de gravedad permanente desde el que otear la realidad y, ya de paso, sortear la irrelevancia que habitamos.
En esa búsqueda, es habitual echar mano de mundos pretéritos, ficciones de otros tiempos mucho más plácidos en los que el devenir no era –todavía– esa cosa atosigante y pegajosa. Quizá por ello no hay plataforma que se precie cuya programación no atienda a esta necesidad de revisitar lo que fuimos, lo que vimos. Quizá por ello en los rankings de las series más descargadas o vistas durante el año siempre se cuela algún clásico. “Cuando veo Friends, siento que vuelvo a tener doce años, es como si interactuara con alguien que me resulta muy familiar”, explica Marta, auxiliar de banca.
Se pierde, como es lógico, el componente sorpresivo, ese giro inesperado que tanto nos hizo reír en su día; se gana, en cambio, la posibilidad de volver a un lugar, a una emoción que creímos perdida y que nos interpela desde el pasado. Hablamos de sitcoms clásicas como Friends, The Office o Seinfeld, pero también de aquellas otras producciones que sentaron las bases del actual relato audiovisual –Doctor en Alaska, A dos metros bajo tierra, Los Soprano o The Wire–. Los anglosajones, siempre al quite en cuestiones terminológicas, han etiquetado el fenómeno con un austero rewatch (volver a ver), aunque la cosa viene de lejos…
“La reemisión de contenido es una estrategia básica sobre la que se ha asentado la programación de la televisión tradicional durante años. Para las televisiones siempre ha sido un elemento muy ventajoso. Es menos costoso que un contenido de estreno, tiene más garantías de concentrar audiencia (normalmente los reruns son de series que cosecharon éxito en su primera vida comercial) y permite o bien rellenar huecos de la parrilla en horarios poco populares, o engrosar las parrillas de las TDT”, explica la profesora y experta en comunicación Elena Neira.
"El secreto puede estar en que nos permiten conectar con algún tipo de sentimiento del pasado"
Una fiebre revisionista que, en palabras de María José Arias, periodista especializada en series, se explica en parte por su capacidad evocadora: “Creo que el secreto puede estar en que nos permiten conectar con algún tipo de sentimiento del pasado, tienen un efecto catártico”. Echar la vista atrás y vincular el descubrimiento de El ala oeste de la Casa Blanca con una situación de precariedad y desempleo, o revisitar el vértigo de la maternidad que en su día nos corroía mientras veíamos The Leftovers, son sólo algunos ejemplos que evidencian hasta qué punto el gran relato audiovisual contemporáneo se ha ido filtrando en nuestras biografías.
Arias alude también como posible explicación al rewatching la inabarcable oferta: “El bombardeo de novedades y la psicosis en torno al spoiler es de tal envergadura que volver vista atrás nos reporta una especie aislamiento buscado y la posibilidad de disfrutar de detalles que pudieron pasarte desapercibidos en su día”. No todo es positivo; obviamente la posibilidad de intervenir en el debate público se ve mermada por esta suerte de arqueología seriéfila. “Es inevitable, te quedas fuera de muchas conversaciones, pero ganas en relajación”, zanja la periodista.
Marta Calderero, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la UOC, comparte con Arias el potencial evocador de estas producciones: “Hacer rewatching nos encanta porque es una apuesta segura, volvemos a sentir las mismas emociones positivas y además descubrimos nuevos aspectos que habíamos pasado por alto”.
La psicóloga incide también en esa sobreoferta desquiciante que termina por aturullar al personal, un exceso de estimulación de la audiencia que lleva a algunos a buscar cobijo en ficciones añejas: “Paradójicamente, aunque hoy en día tenemos miles de alternativas de entretenimiento, muchas veces volvemos a lo familiar para evitar la incertidumbre y el riesgo de equivocarnos al escoger algo nuevo. ¿Acertaré con la elección? ¿Me lo pasaré bien? Cuantas más opciones, más dudas nos pueden surgir y más abrumados nos podemos sentir, por eso a veces preferimos optar por algo que ya conocemos y nos gusta”.
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