Este artículo se publicó hace 13 años.
El ritmo de la calle
El proyecto musical Playing For Change llega a España
Pocas veces una audacia, un invento surgido de la nada, se convierte en la sorpresa musical de la temporada. En 2004, los productores Mark Johnson y Enzo Buono salieron de excursión con una idea en la cabeza: buscar músicos callejeros y grabar sus interpretaciones de temas clásicos del pop, rock y reggae para, ya de regreso a EEUU, construir una versión final con fragmentos de cada cantante. Playing For Change, así se llama el invento, arrancó con Stand by me, soul de Ben E. King que triunfó en 1961. Luego llegó otro medio centenar de temas, cancionero que ya ha sido visto más de 30 millones de veces en YouTube.
Ahora, la banda de Playing For Change visita Barcelona, Valencia, Madrid (hoy, viernes) y Córdoba (mañaña). "Nos planteamos utilizar la música para unir pueblos, países, continentes explica Mark Johnson, fue y continúa siendo nuestro objetivo principal: hacer un mundo mejor con música".
"Nos planteamos utilizar la música para unir pueblos, países, continentes"
En plena era de desconcierto cultural, cuando la industria musical no asume qué rumbo tomar y los artistas se ven expuestos a la creciente piratería, Playing For Change supone un retorno a los valores del pasado. Si la música nace en las calles, que regrese ahora a las calles. "Ese es un buen planteamiento que podría resumir nuestro objetivo inicial con Playing For Change. Quisimos reivindicar verdaderos valores musicales, demostrar que, por mucho que quiera hacernos creer la industria, la música no está en peligro. Es más, sigue siendo un gran vehículo de expresión. Y los músicos son algo más que mercancía para vender en grandes superficies", señala Johnson en conversación telefónica desde California.
Para demostrarlo, nada mejor que recurrir a ese puñado de canciones que forma parte del patrimonio sentimental colectivo. De Bob Marley a Rolling Stones, de Lennon a Sam Cooke y U2. "Elegimos temas conocidos y que sean fáciles de interpretar en distintos grupos culturales, queremos que nuestras grabaciones demuestren que todos podemos unirnos por un objetivo", precisa el productor, antes de equiparar en importancia estas piezas conocidas en Occidente con canciones populares de Angola, Japón o Mali que no han dejado de lado. "Si la música nació en África, hemos querido volver a sus raíces originales", asegura Johnson, que subraya los viajes de grabación alrededor del planeta como clave para lograr un clima que ayude a revalorizar la solidaridad cultural. "Me gusta la idea de grabar el bajo con un músico italiano a orillas del Mediterráneo y luego buscar un coro vocal femenino de India que ponga voz a la canción que hemos elegido. Son los valores que queremos reivindicar: que, por muy distintos que sean los pueblos, entre todos podemos lograr que una canción importante sea comprendida por el mayor número de gente posible".
Apoyo de famososLos beneficios van a parar a centros de educación musical en África y Asia
Junto al repertorio, el plantel de artistas es el otro punto fuerte de Playing For Change. El proyecto arrancó en California con el músico callejero Roger Ridley, pero por el camino se han ido sumando intérpretes más o menos desconocidos junto a artistas de fama mundial como Bono, Manu Chao, Baaba Maal, David Broza, Vusi Mahlasela, Poncho Sánchez o el guitarrista flamenco Niño Josele.
"Contar con grandes nombres quizá parezca contradictorio con la idea original, pero también ellos empezaron en la calle y mantienen viva el alma para comunicar con sus canciones", explica Johnson. Para próximos capítulos de su serie musical ambulante, una vez acabe la gira mundial iniciada por Clarence Bekker, Grandpa Elliott, Mermans Kenkosenki y Titi Tsira (voces), Jason Jason Tamba (guitarra) y Mohammed Alidu (batería), ya hay nuevos colaboradores.
Los discos y DVD de Playing For Change son comercializados por Concord y distribuidos por Universal. ¿Pero adónde van los beneficios? Principalmente, a potenciar la educación musical en países en desarrollo con una fundación homónima que desde hace tres años gestiona escuelas de música en Nepal, Ghana, Ruanda, Mali y Suráfrica. En estos centros trabajan 150 personas para atender a más de setecientos niños, señala Mark Johnson. "Crear las escuelas es la mejor forma de devolver lo que la música nos ha regalado y promover centros de enseñanza permitirá que nuevas generaciones cuiden la música como un nexo de unión entre pueblos y culturas".
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