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Roc Casagran: “Renunciar a una lengua es un privilegio de aquellos que la tienen asegurada”

Roc Casagran (Sabadell, 1980) es poeta, escritor y profesor de lengua y literatura catalana. Conversamos con él en uno de los despachos del Palau Robert, en el marco del ciclo de entrevistas “En català, molt per llegir, molt per escoltar, molt per gaudir”, una iniciativa realizada por ‘Público’ con la colaboración de la Generalitat de Catalunya

Roc Casagran.
Roc Casagran.

Ona Falcó

Eres un escritor muy polifacético. Escribes narrativa, tienes un libro infantil, poesía, letras de canciones… ¿Qué te llevas de cada ámbito? ¿Cómo se relacionan?

A mí me gusta escribir desde que tengo conciencia y me he dado cuenta de que, según mis circunstancias vitales, me ha apetecido dedicarme a un género o a otro, no ha sido una cosa estudiada. Después miro el bagaje con el tiempo y pienso que he mantenido un equilibrio entre poesía y novela. También he tenido la suerte de escribir un libro infantil y que convirtieran en canciones algunos de los poemas que he escrito. 

Pero imagino que la forma de trabajar es completamente diferente. 

Claro, es absolutamente diferente la continuidad en la dedicación que requiere una cosa u otra. La poesía me permite escribir un poema, guardarlo en un cajón o en una carpeta en el ordenador y reencontrarlo al cabo de cierto tiempo y continuar trabajando. Con la novela o con textos más largos requiere una continuidad que también depende de mis circunstancias personales y de mi disponibilidad. 

Precisamente una de las cosas que nos falta hoy es el tiempo.

Sí, en cualquier trabajo. Tengo la sensación de que es una manera de vivir que todos hemos ido adoptando como natural. Se paró durante la pandemia y algunos lo valoraron y bajaron el ritmo, pero sin querer hemos vuelto a acelerarnos. Es una pena, porque a veces encuentras alguien por la calle y le dices de tomar un café, pero no tiene tiempo y ya nos llamaremos. Es una pérdida en todos los sentidos de la vida, también en la escritura. 

Escribir, sea poesía o novela, es tu momento de paz. 

Sí, es el momento de desconectar del mundo externo y conectar con el mundo interno, a pesar de que me gusta defender que para hacerlo, primero tienes que tener el mundo externo. Escribir quiere decir vivir y tener cosas a explicar. 

En este sentido, ¿la inspiración viene de vivencias o de cosas que puedas leer?

Viene de todas partes, de cosas que lees, series que ves o de aquello que te pasa en la vida. Una de las cosas bonitas de ser escritor es que a veces te pasa una desgracia y en el fondo piensas que algún día lo podrás reconvertir en literatura. La inspiración viene de ir con los ojos abiertos por el mundo, cosa que cada vez hacemos menos y estamos más con el móvil. Se trata de intentar fijarte en el entorno para después transformarlo en palabras. 

También llevas tiempo ejerciendo como profesor de lengua y literatura catalana en secundaria. ¿Hay alguna de las dos profesiones en la que te sientas más cómodo?

Hay escritores que se quejan, y con toda la razón del mundo, de cómo es de complicado vivir de la escritura. Tengo la suerte de tener un trabajo que me gusta. He intentado mantener este equilibrio, porque son dos trabajos que me hacen sentir bien. Intento separarlas en lo posible, cuando hago de profesor, hago de profesor y a la inversa. No me gustaría tener que elegir. A veces la vida te hace escoger y quizás querría escribir más y no puedo porque tengo trabajo en el instituto. Esto es la vida, no me quiero hacer el mártir porque es un privilegio dedicarse a cosas que te llenan. 

Tú que estás en contacto con el alumnado, ¿crees que tienen interés por la literatura en catalán?

Hace muchos años que oigo que a los adolescentes no les gusta leer. Es un comentario que va en aumento. Como en todas partes hay de todo. Las dinámicas de vida tan ajetreadas, no solo entre los jóvenes, hacen que no seamos capaces de encontrar espacios para pararnos y leer durante una, dos o tres horas y olvidarnos del resto. Estamos acostumbrados a hacer muchas cosas a la vez y a tener el móvil constantemente cerca.

No hay que ser dramáticos pensando en cómo está la juventud hoy en día. Cuando se les das los espacios, hay unos cuantos que los aprovechan. Tengo la suerte, además del trabajo de profesor, de visitar institutos para hablar sobre mis libros y la percepción es que cuando les muestras algo que les interesa, se lo pasan bien y lo valoran. Incluso con lecturas obligatorias. 

La lengua la tenemos que salvar los hablantes y también requiere un esfuerzo político

Tenía compañeros en la escuela que les encantaba leer, pero no las lecturas obligatorias. 

Cuesta encontrar el equilibrio de forzarlos un poco a probar aquello que piensas que les puedes gustar. Es un debate con muchos matices, porque tiene cosas buenas y malas. Ojalá los alumnos eligieran lo que quieren leer. El problema es que a veces si no fuerzas a leer determinadas obras, no las conocerían nunca. 

Ahora el abanico es mucho más amplio y puede ser que triunfe más un libro de un youtuber que un clásico. 

Lo que ha variado mucho son los prescriptores. Las redes han permitido que todo el mundo pueda serlo. Hay que no tocaría que lo fueran y otros no tienen el público que nos gustaría. El contrapeso que tenemos que hacer en el instituto es no solo lanzarnos a la ley de la selva. No solo ofrecer un libro que ha tenido éxito porque lo ha escrito un streamer muy famoso, sino también ofrecer productos de calidad. Tampoco hay que demonizar si alguien lee una cosa que tú piensas que es una basura, porque mejor que lean esto que no nada. 

Es difícil encontrar el equilibrio. 

A veces quizás un youtuber puede escribir un libro que esté muy bien, igual que un escritor publique una obra que no se aguante por ninguna parte.

Con la lengua siempre te has posicionado. Cuando le preguntaron a Montserrat Roig porque escribía en catalán, ella tenía varias razones y una era porque le daba la gana. 

Es el mejor motivo. Nunca nadie hace esta pregunta a alguien que escribe en castellano o en inglés. Yo escribo en catalán por naturalidad, es mi lengua. Es evidente que todo es política y que hay una elección detrás. La situación actual del catalán requiere que en todos los ámbitos haya gente que la use. Renunciar a una lengua es un privilegio de aquellos que la tienen asegurada.

Los catalanohablantes tenemos una obligación moral encima si no queremos que acabe siendo residual. Estoy muy contento de ver que escribiendo en catalán me paseo por muchos institutos de Catalunya, que he tenido la oportunidad de ir al País Valencià, a la Catalunya Nord o a las Baleares. Los dialectos no son un problema. Es un tipo de doble responsabilidad que no me gustaría que estuviera. 

En un tuit decías que “la lengua la salvaremos los hablantes”, pero también hay la otra cara de la moneda con la gente que es muy puritana con el catalán. Ahora hay toda una nueva hornada de músicos que quizás incluyen castellanismos en sus canciones y se les ha criminalizado mucho. 

Si fuéramos un país normal, con una lengua potente, nos podríamos dedicar a perder energía y decir que un grupo no usa una estructura genuina y que utiliza un barbarismo. El gran esfuerzo que tenemos que hacer es utilizarla tanto como podamos. Evidentemente me gustaría que se utilizara todo lo bien que fuera posible, pero el enemigo no es ningún grupo de música que use el catalán y que lo lleve a varios lugares. Lo decía en el tuit, la lengua la tenemos que salvar los hablantes y también requiere un esfuerzo político. Si las leyes nos van en contra, lo mínimo es que los hablantes no renuncien. 

Si estás en Twitch o en YouTube para hacer dinero, lo que tiene más sentido para sacar rentabilidad es utilizar una lengua que pueda llegar a más gente, como el inglés. El problema es el mismo, es básico que el número reducido de hablantes la mantenga porque si no, ¿quién lo hará?

El enemigo no es ningún grupo de música que use el catalán y que lo lleve a varios lugares

También haces actuaciones conjuntas con varios músicos, entre ellos Cesk Freixas, que puso música a tu libro ‘Direm nosaltres.’ ¿Es una forma de popularizar la poesía?

Sí, sin duda. Me hace mucha ilusión porque soy una persona negada para la música. Si hubiera tenido un mínimo de sentido musical me habría gustado mucho poder cantar canciones mías. He tenido la suerte de encontrarme con varios músicos que han cogido textos míos y los han convertido en canciones. Es una manera de divulgar la lengua y la poesía, que es un género minoritario con pocos lectores. Es bonito y emocionante. Hay gente que canta cosas que escribí en la intimidad, pero todos los que publicamos tenemos un punto de ego de pensar que nuestros textos pueden interesar. Si la música ayuda a irar hacia delante, bienvenida sea. 

La música tiene el factor de enganchar a las personas, pero tu forma de escribir, tan tierna, también hace que la poesía sea próxima y la gente se pueda identificar. 

Hay muchos tipos de poesía y todas son respetables. Está bien romper con el tabú de que la poesía no interesa o no se entiende. Hay un abanico de escritores que escribimos con una voluntad popularizante, con unas estructuras más sencillas que pueden llegar a un público más amplio. Me sale con naturalidad, pero hay un punto de querer llegar al lector. Quizás a partir de aquí leerá cosas más dificultosas. 

Hablando de ‘L'abraçada que’, un libro con un título inacabado. ¿Cómo se gestó?

La voluntad era continuar hablando de aquello que me tocaba de cerca tanto personalmente como socialmente. Tengo la percepción de que somos más iguales los unos a los otros de lo que nos pensamos. Cuando hablamos de nosotros mismos, hay mucha gente que se siente reflejada. En los últimos libros hablo de cosas a priori muy personales, pero literaturizades, y te encuentras gente que ha vivido lo mismo. 

Poder hablar de la paternidad, de hacerse mayor, de la necesidad de contacto humano y de reencontrarnos y romper las múltiples soledades. Vivimos acumulados en grandes poblaciones, pero cada vez estamos más solos. Esta reflexión es la que acaba apareciendo en forma de poemas, con reivindicación de abrazar la literatura. Es bonito estar solo cuando quieres estar solo. No cuando estás en medio de la plaza Catalunya, rodeado de gente y no querrías estar solo. El libro trata temas muy diferentes, pero muestra que todos tenemos las mismas obsesiones y tristezas con enfoques diferentes. La poesía es el anzuelo para recuperar el momento de intimidad contigo mismo que después te vincula con los otros. 

En una entrevista decías que “es un momento de paz que deberíamos abrazar más”. 

Liga con lo que comentábamos al principio. Vivimos tan acelerados, que encontrar un momento para coger un libro y destinar un rato, o llenar los espacios en blanco que hay alrededor de los textos con tus reflexiones, nos hace estar mejor con el mundo y nos hace sentirnos menos solos. 

*Aquí pots llegir l'entrevista a Roc Casagran en català.

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