De Sabina para Semprún: 'Federico Sánchez se despide de ustedes'
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Para Jubi y Miguel Ángel Aguilar
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1.
Pimpinela escarlata del franquismo,
limón que no estrujó la policía,
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lo tildaron de agente de la CIA
cuando descarriló su carrillismo.
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Montmatre, Dolores, Buchenwald, abismo
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del Kremlin en obscena epifanía,
tan Federico Sánchez que sufría
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por intentar ser otro siendo el mismo.
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Un mal día, por ignorar la gloria
de Di Stéfano, al borde del talego,
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lo puso el crucigrama del destino.
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La liga que jugaba a sangre y fuego
se ganaba en la cancha de otra historia
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más innoble que el gol de Marcelino.
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2.
En la semana negra del buenismo,
burla burlando el don de la utopía,
lo conocí en Gijón con Luis García
Montero, qué cartel para el turismo.
Con devoción ayuna de cainismo
blasfemaba contra la idolatría,
le embestían los toros y sabía
torear, sin hacer dontancredismo.
Cómplice de Montand y de Pradera,
de Costa-Gavras, de la primavera
que enfangaba el villano de Verdún.
El siglo veinte cabe en su estatura,
nunca habrá otro ministro de cultura
más culto y sin cartera que Semprún.