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La sombra de Delibes es luminosa

JOSÉ MARÍA MERINO

Conservo entre mis tesoros la tarjeta, manuscrita a pluma con tinta azul y trazo firme, que Miguel Delibes me remitió 11 de enero de 1977 como respuesta a mi primera novela, que yo le había enviado: 'Querido amigo y colega', comienza diciendo, antes de dedicarme otras palabras muy generosas con aquel libro Novela de Andrés Choz y muy estimulantes para el escritor treintañero que yo era y a quien él no conocía personalmente.

Incorporó a la tradición realista española nuevas perspectivas

Sirva este pórtico para dar algún indicio de su calidad humana, un aspecto que hay quien considera innecesario en el artista, pero que creo condición indispensable para redondear la calidad de la obra. Aunque acaso esa humanidad accesible, exenta de cualquier tipo de prepotencia, como su prosa, concisa y limpia de ornamentos y ringorrangos verbales, pudo durante algún tiempo oscurecer su figura frente a la de otros contemporáneos que consiguieron convertirse en espectáculo permanente.

Miguel Delibes escribió buena parte de su obra narrativa en el franquismo, y sorprende la independencia, la serenidad, la falta de concesiones, con que la fue desarrollando. Heredero de Baroja, de Pardo Bazán, de Galdós, de Cervantes, incorporó a la tradición realista española nuevas perspectivas: personajes corrientes construidos desde un peculiar sentido existencialista, y escenarios el mundo rural, la capital de provincias contemplados con naturalidad, sin el costumbrismo o los tremendismos que eran usuales desde la generación del 98.

Fue heredero de Baroja, de Pardo Bazán, de Galdós y de Cervantes

Como lector, El camino fue la primera novela de Miguel Delibes que conocí, y Daniel el Mochuelo permanece en la galería de mis personajes inolvidables. Fui leyendo luego otros libros suyos, como Los santos inocentes, Cinco horas con Mario, antes de encontrarme con los primeros, entre los que considero Mi idolatrado hijo Sisí una novela extraordinaria por la capacidad de manejar la trama, el ámbito espacial y temporal, los sentimientos, con una mirada que no oculta un humor casi impalpable, tan difícil de conseguir en literatura.

Su calidad humana es indispensable para redondear la calidad de la obra

Otro aspecto creativo de Miguel Delibes, este menos conocido por el público, es el de su obra breve. En los cuentos de Miguel Delibes está también patente su maestría literaria, como apoyo sustantivo de lo gran narrador que es en la obra de largo recorrido, mediante la presentación de escenarios, rurales y urbanos, en los que personajes más bien humildes desarrollan dramáticamente sus reflexiones y conductas. En cierta antología de cuentos españoles, yo recogí uno titulado En una noche así, que es acaso el cuento de Navidad más hermoso y conmovedor de cuantos he leído en la vida.

Y es que, en lo tocante a la elaboración de sentimientos y de conductas, es decir, de personajes esclarecedores de la realidad lo medular de la narrativa, pese a las modas, Miguel Delibes ha sido uno de los escritores españoles imprescindibles del siglo XX, y esto lo irá corroborando el tiempo, con sus implacables ajustes de cuentas.

Ahora toca lamentar su pérdida, pero sin olvidar su obra, tan poco pretenciosa como él lo fue y, sin embargo, tan enriquecedora para la ficción literaria en lengua española.

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