Este artículo se publicó hace 11 años.
"Ellas son el futuro"
Inés París derriba los tópicos sobre las mujeres africanas en España con la película documental Manzanas, pollos y quimeras, con la que dibuja un retrato de valentía, tesón y alegría
"Era un campo de sangre. Había una señora a la que habían pegado un tiro, llevaba todavía a su niña en la espalda y la habían cortado la cabeza. Eso es una pesadilla que se quedó ahí". El escalofriante testimonio de Chanelle Mwizero abre la película documental Manzanas, pollos y quimeras, retrato de las mujeres del África negra que viven en nuestro país, con el que se echan por tierra los prejuicios y tópicos falsos creados en torno a ellas. Escrito, dirigido y producido por Inés París, que asegura que "ellas son el futuro", el filme participa en la sección Tiempo de Historia de la 58 Seminci de Valladolid y se estrenará a comienzos de noviembre en cines.
"Me llamo Chanelle y soy de Burundi". Periodista, ha contado las matanzas en África, mujeres y niños asesinados, imágenes absolutamente grotescas que se ha traído consigo. "Un día me pararon y me intentaron violar. Tuve la suerte de que vino un coche. Se llevaron todo lo que llevaba". Salió de Burundi después de "dar una noticia que no tenía que haber dado. Nos amenazaron, tiraron una bomba a la casa de mis padres". Se escondió y, gracias a sus contactos, pudo salir de su país, aunque no tuvo tiempo de despedirse de su familia.
Llegó a España como muchas otras mujeres, como la congoleña Nicole Ndongala, una intérprete que salió de su país huyendo de la guerra, como la escritora Agnés Agboton o como Mamiya Conteh, que vino siguiendo a su marido. Y ellas, como la guineana Piruchi Apo, se encontraron con unos blancos, algunos racistas, que las miraban con desconfianza.
"Cuando llegamos a Madrid nos sentimos como un antílope que está en un lugar completamente abierto y no sabe para dónde tirar", recuerda Piruchi Apo, a quien un día en el metro le tocó vivir en directo el racismo español. "Iba una señora con una niña y la niña me miraba muy fijamente, y dijo: ‘Mira mamá, es negra'. Y preguntó: ‘¿Mamá, mancha?' La madre contestó: ‘Sí, mancha'."
Un testimonio que, desgraciadamente, no es el único que ofrecen estas mujeres en la película. Otra de sus protagonistas, Lali Ferreira, vino a nuestro país engañada con una oferta para trabajar en una casa y cuidar a unos niños, mientras ella seguiría estudiando. Apareció en un chalet de tres pisos, cuidando a unos jóvenes casi de su edad a los que tenía que llamar ‘señoritos'. "Me hicieron sentirme como una pequeña esclava para ellos, sin derechos, pero con muchas obligaciones", recuerda.
Es el trato que ha recibido una buena parte de las mujeres que aparecen en esta película, desde la que se reivindica su valentía, su empuje y tenacidad, y su alegría. "Todas las mujeres que aparecen en el documental tienen algo en común, un rasgo que comparten casi todas las africanas: su asombrosa capacidad para la alegría", asegura la directora Inés París, que ha seguido con la cámara a sus protagonistas por Madrid, Barcelona, Premiá de Mar, Valencia y Paterna durante cuatro meses.
Financiada por la Fundación Mujeres por África, Manzanas, pollos y quimeras pretende entrar en contacto con las mujeres africanas que viven en España, "conocer de primera mano sus necesidades y crear proyectos adecuados a ellas y a sus demandas". Y lo consigue gracias a Nicole Ndongala, Piruchi Apo, Edith Mbella, Lali Ferreira, Martina Casia Ferreira, Sharon Opi Ferreira, Chanelle Mwizero, Aauri Bokesa, Agnès Agboton, Tania Adam, Mariana Drammeh, Vicenta Ndongo, Delphine Kouakou, Aissatou Ndiaye y Mamiya Conteh.
Escritoras, camareras, galeristas de arte, cantantes, cocineras, periodistas, costureras, actrices, gestoras culturales, campesinas... incluso una corredora olímpica. Todas ellas cuentan por qué vinieron a España, qué encontraron aquí, cómo salieron adelante, qué echan de menos, cómo viven el amor, cuál es su vida actual... Y de este modo descubren una realidad que nada tiene que ver con la que se ha formado en el imaginario colectivo y que Inés París descubrió al comienzo de este proyecto.
"En el proceso de documentación, salimos a la calle a filmar a gente de toda edad y condición a los que preguntábamos: ¿conoces a alguna africana que viva en España? ¿qué imagen tienes de ellas? ¿cómo crees que han llegado? ¿a qué se dedican? Las respuestas eran muy parecidas: la idea que tenían de las africanas era la de unas mujeres analfabetas, que llegaban en pateras, muchas de ellas prostitutas, a las que se acogía bien, pero que no se querían integrar... y por supuesto nadie se consideraba racista, pensaban que España era un país de acogida, que todo aquí son facilidades, etc."
La realidad es muy distinta, ellas son mujeres poderosas, que no solo envían dinero a sus familias, "sino que crean proyectos en sus países de origen: cooperativas de mujeres, asociaciones que construyen escuelas en las aldeas, que excavan un pozo de agua o que levantan un molino -dice Inés París-. Casi todos los proyectos buscan dar más oportunidades a las mujeres y las niñas que han quedado allí porque saben que ellas son el futuro y porque, si algo les gusta de España, es que como mujeres han tenido más oportunidades de formarse y vivir libremente". Unos créditos finales con las protagonistas riendo son la mejor firma y el cierre más apropiado para esta historia de mujeres. Mujeres que, como dice, la galerista Edith Mbella, están "tan orgullosas de ser africanas".
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