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'The Streets', todo el mundo al suelo

Mike Skinner naufraga en el prime time de la primera noche del FIB con un concierto blando y borroso

JESÚS MIGUEL MARCOS

La de Julieta Venegas no fue la única fricción que ha vivido el FIB con su público (al menos con el español). Muchos aficionados no comprendieron que The Streets, el proyecto de hip hop de Mike Skinner, superventas en Reino Unido pero minoritario en España, encabezara el cartel en la jornada de ayer jueves. En comparación con Arctic Monkeys, The Strokes o Arcade Fire, Skinner es un sparring, aunque sus discos, sobre todo los dos primeros, abrieran en su día nuevos caminos a un género que daba muestras de anquilosamiento.

El grime de Skinner, hip hop de dormitorio, de ardilla universitaria que reflejó con crudeza y clarividencia musical el vértigo asfixiante de una vida que cualquier joven británico podía encajar en su propia historia personal, funciona mejor con los auriculares puestos que en el escenario principal del FIB. El barco de Skinner, un hooligan con pinta de estudiante de ingeniería, zozobró en el prime time del festival con un set blando, desordenado y a ratos caótico.

La conexión con el público, que fue abandonando la empresa en favor de Crystal Fighters, fue mínima. Y no porque Skinner no lo intentara, intentando dirigir a la masa con coreografías varias que solo añadían confusión y desequilibrio al recital. Ordenó que todo el personal se agachara en el suelo para conseguir un clímax general al estallar la canción, pero ni con esos trucos circenses levantó el concierto.

Musicalmente predominó su vena más negra (funk, soul, ecos de reggae...), con un abuso de baladas y medios tiempos impropios para las dos de la madrugada. Sonó pomposo, un tanto lila, rap de dibujos animados que tuvo sus destellos cuando recuperó temas de su primera época (‘It's too late') o recurrió a la épica contenida de sintetizador gordo.

Cuando llegó Dry your eyes, el hit de su nunca bien ponderado A grand don't come for free, el nivel de azúcar ya había superado su límite. Justo antes de empezar esa canción entonó el estribillo de You're beautiful, de James Blunt. A lo mejor no era una broma.

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