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Un 'thriller' al rescate de Roman Polanski

El director retrata los excesos políticos contra el terrorismo en The Ghost Writer

GUILLEM SANS MORA

Ocho miembros del equipo de The Ghost Writer, incluidos los protagonistas Pierce Brosnan, Ewan McGregor y Olivia Williams, concentraron ayer la atención de la Berlinale en el gran ausente del festival, Roman Polanski. Puede sonar macabro, pero la rueda de prensa de presentación de esta película parecía un funeral. Como si el director de 76 años, arrestado en el chalet suizo donde dio los últimos toques a la posproducción, acabara de palmarla. Por fortuna, Polanski vive y la película es buena.

El cineasta está detenido desde el 26 de septiembre por supuestos abusos a una menor en 1977 en EEUU, país donde el director vuelve a situar la acción de una película por primera vez desde Chinatown (1974). Ayer, cuando el filme celebraba su estreno mundial en Berlín, el Ministerio suizo de Justicia informó de que no extraditará a Polanski mientras un tribunal de Los Ángeles no decida si está obligado a comparecer a juicio.

El cineasta francés, detenido en Suiza, no ha podido acudir a Berlín

Brosnan se declaró 'conmocionado' por la detención del director. McGregor dijo que Polanski se comportó con él como 'una madre estricta', y el músico francés Alexandre Desplat aseguró que trabajar con Polanski 'te expande el cerebro'.

Elogios y muestras de solidaridad aparte, The Ghost Writer es un thriller elegante, sin excesos y perfectamente encajado en el universo del director. El protagonista McGregor tiene tantos motivos para desconfiar de su entorno como Mia Farrow en La semilla del diablo, Harrison Ford en Frenético o el propio Polanski en El quimérico inquilino.

El novelista Robert Harris, autor del guión, se inspira en Tony Blair para el personaje de Adam Lang (Brosnan), un ex primer ministro británico a punto de publicar sus memorias. Su ghost writer es decir, el negro que se encarga de redactar el texto está muerto al principio de la historia, al parecer asesinado, y McGregor es su sustituto. Con el encargo de adecentar la supuesta colección de frivolidades autobiográficas del político, McGregor se desplaza desde Londres a una isla de la costa Este de EEUU. Tiene que terminar el trabajo en un mes. La política no le interesa, pero pronto se ve mezclado en una intriga y huele algún secreto en el manuscrito celosamente guardado, que dejó atrás su predecesor.

Ewan McGregor debe escribirlas memoriasde Pierce Brosnan

Cuando el joven negro está de camino a EEUU, el tribunal de La Haya acusa a Lang de entregar a la CIA a sospechosos de terrorismo para que los agentes hagan unas prácticas de waterboarding. Lang se pone nervioso al comprobar que el abanico de países donde no tiene que temer el arresto se reduce a Irak, Afganistán, Corea del Norte y parte de África. Irresistible comentar que en la España de hoy, un Adam Lang en una situación semejante podría hacerse las uñas tranquilamente en su casa de Marbella.

Pero en The Ghost Writer el tiempo es siempre malo. Las escenas en la isla azotada por la lluvia y el viento frío se rodaron en las desiertas playas de Sylt, una isla del Mar del Norte muy apreciada por la burguesía alemana, y en la báltica de Usedom.

Polanski dirige a sus actores con mano maestra. McGregor demuestra una vez más que vale tanto para un barrido como para un fregado. Brosnan, aquí muchísimo más que un James Bond, también brilla en las pocas pero intensas apariciones de su personaje de pseudo-Blair. 'Roman siempre me decía no, no estás interpretando a Tony Blair. Eso me hizo sentir más libre', contó. Y en su interesantísimo rol de intrigante esposa de Lang, Olivia Williams multiplica hasta cotas insospechadas la intensidad de expresión de un rostro serio. Polanski, se nota, también se ha tomado su tiempo para todos los secundarios del filme, entre ellos el viejo Eli Wallach.

 

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