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El tricentenario de la BNE arranca con austeridad

La muestra '300 años de historia' se inaugura con tesoros, pero pocas novedades

 

PAULA CORROTO

La sangre tiñó los inicios de la Biblioteca Nacional de España (BNE). Cuando Felipe V puso en marcha el proyecto en marzo de 1712, la Península acababa de sufrir una guerra fraticida que había enfrentado a los partidarios de los Borbón con el bando del archiduque Carlos de Austria. La guerra de Sucesión había llegado a su fin, pero sus heridas aún no habían cicatrizado.

La celebración de los 300 años de la que está considerada como la cuarta biblioteca del mundo (detrás de la Biblioteca del Congreso de EEUU, la British Library y la Biblioteca de Francia) tampoco coincide con uno de sus mejores momentos históricos. La institución ha debido apretarse el cinturón con un presupuesto ajustado (1.656.600 euros) y celebrar un cumpleaños en el que, más que lo fastuoso, 'ha primado la imaginación para que no baje la calidad, ', como señaló ayer José Manuel Lucía, comisario de la exposición 300 años de historia, con la que se da inicio al aniversario y que hoy será inaugurada por los reyes.

'En esta muestra ha primado la imaginación', explica el comisario

A pesar de los inconvenientes económicos, esta muestra, que reúne más de 240 piezas (un resumen de los 28 millones de objetos que posee la biblioteca), ofrece un interesante recorrido por algunas de sus más fascinantes adquisiciones. Junto a manuscritos inéditos como los poemas Crucifixión, de Lorca (1929) y De Fuerteventura a París, de Unamuno, más otros ya conocidos de Lope de Vega, Galdós, Dalí y Miguel Hernández (se han expuesto en otras muestras), el visitante puede observar fotografías, discos y hasta los primeros ordenadores que se utilizaron en 1986 para informatizar el catálogo. 'Es una exposición para aquellos que no suelen venir a la Biblioteca Nacional. Ese ha sido el desafío', resumió el comisario. Por el camino se han quedado, sin embargo, algunas piezas importantes de su enorme hemeroteca.

La primera parte de este viaje en el tiempo aborda la creación de la biblioteca, situada originalmente en el pasadizo de la Encarnación, actual plaza de Oriente de Madrid. Desde el primer momento, Felipe V quiso que fuera una institución pública al estilo de la Biblioteca de Francia, y pronto se redactaron sus estatutos. El fondo literario fue aportado por el rey y por su segunda mujer, Isabel de Farnesio. Obras como El Beato de Liébana, visible en esta exposición, llegaron gracias a las incautaciones a los nobles, mientras que los Códices de Madrid, de Leonardo da Vinci, también presentes en la muestra, pertenecieron a los reyes Felipe III y Felipe IV. Las permutas con los conventos de libros religiosos por paganos también permitieron que creciera la Biblioteca del Rey.

Destaca un manuscrito original de sonetos de Unamuno

La llegada de José Bonaparte al poder en 1808 modificó la estructura de la institución. La Biblioteca pasó por varias dependencias hasta llegar a construirse en 1895 'a las afueras de Madrid', según señaló Lucía, en la que hoy es su actual ubicación en el paseo de Recoletos. En 1836 se convirtió definitivamente en Biblioteca Nacional a cargo del Ministerio de la Gobernación. En esta época de desamortizaciones, los fondos se nutrieron con muchas expropiaciones realizadas a las iglesias, conventos y casas nobiliarias.

La ampliación de fondos trajo como consecuencia la creación de nuevas secciones como la de grabados. En esta exposición se pueden ver algunos de Velázquez, Murillo, Rembrandt y José de Ribera, hasta adquisiciones más actuales de Chillida y Miró. Entre la cartografía destaca el primer plano que se hizo de la ciudad de Madrid y varios mapas que aluden a misiones militares. La sección de música se creó en 1875 con la donación de la Biblioteca de Barbieri y partituras como la de La verbena de la Paloma o el Concierto de Aranjuez. En relación con la fotografía destaca la aportación del fondo fotográfico de la Guerra Civil con imágenes de Agustín Centelles y Walter Reuter, entre otros fotógrafos. Sobre la vida cotidiana del siglo XX resultan fascinantes los carteles de películas, obras de teatro e incluso las invitaciones de la época para las fiestas.

Esta muestra enseña al público dos facetas importantes: la llegada de un libro a través del depósito legal, creado en 1716, el canje, compra, donación así llegó la primera edición de El Quijote o todo el legado de Fortuny gracias a su viuda o subasta; y la preservación. 'Sirve para conservar obras como el manuscrito de El Cantar del Mío Cid, que queríamos haber mostrado, pero no está en un buen estado', apuntó Lucía.

Para esta tarea de la preservación el gran reto del siglo XXI es la digitalización. Hasta el momento se han escaneado 53.000 documentos. Una cifra que no es mala, según su directora, Gloria Pérez-Salmerón, a pesar de que cada año llegan más de 900.000 nuevos ejemplares a sus estanterías.

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