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El vicio de la resistencia teatral

Eugenio Barba, director del Odin Teatret,  presenta en el Festival de Otoño un tratado sobre la dignidad

PAULA CORROTO

Holstebro es un pequeño pueblo de Dinamarca. Una ciudad minúscula en la que desde hace 44 años resiste el laboratorio teatral Odin Teatret dirigido por Eugenio Barba (1936, Brindisi, Italia). Inasequible a las nuevas modas, esta comuna ha mantenido, desde el año de su fundación, su compromiso: “No caer jamás en un teatro de supermercado”, ratifica el director. La dignidad teatral ante todo.

Sobre resistencia ciudadana ante las libertades perdidas –o nuevas imposiciones– gira también el montaje que presentan ahora en el Teatro de la Abadía de Madrid (22-24 de octubre), dentro del Festival de Otoño. El título es Las grandes ciudades bajo la luna, y, como su director manifiesta, “es una descripción de esos lugares destruidos y desmoronados por la guerra en los cuales el ser humano intenta mantener su dignidad”. De Gernika a Kabul pasando por Sarajevo.

La idea del montaje, desarrollado en español, alemán e italiano, entronca directamente con la situación que vive en estos momentos el mundo occidental. Cuando caen balas sobre Wall Street ¿dónde queda la dignidad de los ciudadanos? ¿Por qué no ha habido resistencia ante el ataque del capitalismo salvaje?

Para Eugenio Barba, “la cuestión no es que los europeos hayan perdido su dignidad, sino que hace mucho que Europa no se expone a una situación límite como una guerra, y eso ha provocado una transformación profunda en la manera de pensar. Además, tampoco hay una presencia política que sea capaz de sensibilizar a la opinión pública. La izquierda ha cambiado sus reflexiones”, admite.

Asimismo, Wall Street tampoco es una B52. Como sostiene Barba, uno no sabe por dónde le caen las bombas: “Luchar contra la globalización es como luchar contra tus sombras. El mundo capitalista es un mundo virtual, fantasmal que te rodea y te mata”.

Ante esta catástrofe, sin embargo, la resistencia del teatro sí es, para él, un motivo de regocijo. Barba reconoce que, hoy por hoy, es una forma minoritaria de espectáculo, “pero mantiene su fuerza, ya que se ve cómo, generación tras generación, el ser humano necesita hacer teatro y verlo”. Y no tiene ningún tipo de temor ante la contaminación de la escena por parte de otras artes como el cine o la televisión: “A mí lo que me interesa es que un actor me provoque una reflexión personal. Y, sencillamente, las pantallas no me transmiten ningún tipo de emoción”.

Odin Teatret ya se encuentra en el laboratorio preparando su próximo brebaje. En esta ocasión, la obra versará sobre una niña colombiana que acude a Europa en busca de su padre, “y solo sabe que puede ser un narco, un trabajador ilegal o un miembro de las FARC”, explica Barba. Una vez más, el compromiso y la independencia teatral por delante. 

El trueque  es la base de la creatividad de Odin Teatret. De hecho, el espectáculo ‘Las grandes ciudades...’ surgió a partir de uno realizado con la compañía teatral de un hospital psiquiátrico de Bielefeld (Alemania). Ellos tenían en escena ‘La ópera de tres centavos’ de Brecht, así que Odin representó casi sin preparar la biografía de Brecht. El resultado, ahora en el teatro.  

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