Este artículo se publicó hace 3 años.
"¿Tu vida es una mierda?": la campaña que parodia las miserias de la publicidad
La agencia creativa Calypso Oh lanza sus 'Spots Paralelos', un "ensayo publicitario" que cuestiona los valores y las dinámicas publicitarias utilizando su mismo lenguaje.
Madrid-
Se vienen días complejos. Los índices macroeconómicos andan anémicos y todo apunta, no es descabellado, que nuestra economía se mantenga a raya durante un tiempo. La publicidad, tan pegada siempre a los bienes de consumo, echará el resto a la caza de nuestros incautos deseos, siempre anhelantes de artículos novedosos que nos hagan creer, aún por unos instantes, que somos dueños de nuestro tiempo, cuando quizá −y esto es sólo una conjetura− apenas nos pertenecen unos cuantos billetes.
El proyecto Spots Paralelos busca desentrañar esa cacería publicitaria, aproximarse a una gramática perniciosa hecha de aporofobia, machismo y cosificación del cuerpo, a un lenguaje que juzga y zarandea al más incauto. La agencia creativa Calypso Oh se ha propuesto cuestionar la publicidad utilizando su propia medicina, el resultado es un "ensayo publicitario" planteado como un simple juego en el que a través de 11 spots ficticios de 11 marcas ficticias desliza una pregunta que inquieta y sugiere: ¿qué hay de verdad en esta mentira?
"Existen mecanismos en la publicidad que entendemos que funcionan y que en ocasiones nos ponen los pelos de punta", apunta Felipe Garrido, guionista y productor del proyecto que junto a Susana Montesinos, directora de arte y diseñadora, ha dado forma a esta suerte de ajuste de cuentas con su propio oficio: "Ambos nos dedicamos a la publicidad y es un medio que en ocasiones nos enamora y en otras nos aterra, si bien el proyecto no nace como alegato antipublicitario, es obvio que posee una perspectiva autocrítica".
Spots Paralelos es, en esencia, el diagnóstico de dos profesionales que descartan la idea de una publicidad despiadada por naturaleza, una publicidad ajena al mundanal ruido que nos ceba de necesidades a su antojo. "Partimos de una idea que da incluso más miedo −matiza Garrido−, creemos que la publicidad no deja de ser el reflejo de la sociedad a la que se dirige, de algún modo es un medio que evidencia los valores y las dinámicas presentes en el mundo en el que se inscriben".
Tanto Felipe como Susana han detectado en su oficio cierta incapacidad a la hora de responsabilizarse de sus propios mensajes. Una suerte de inmunidad que convierte a la publicidad en un surtidor de consignas al por mayor sin atisbo de autocrítica. "La publicidad tiene la tendencia de escurrir el bulto con un argumento bastante cuestionable que es el de considerarse una mera intermediaria, nosotros sostenemos la tesis contraria, creemos que la manera de comunicar determina, a la postre, qué es lo que comunicas".
Se trata, a fin de cuentas, de "despojar a la publicidad del parapeto de la marca", artimaña que permite al espectador ser más consciente de los usos (y abusos) del lenguaje publicitario. Como si al no contar con la coartada de la marca, la publicidad desvelara con franqueza los mecanismos que la hacen posible. Un ardid que nos permite cuestionar los principios básicos de esa cosa omnipresente que modula nuestros deseos.
"El bombardeo publicitario no cesa y está impregnado por una luminosidad, un color y una alegría brutal, que de tan brutal es obscena, porque junto a ese torrente de luz y color subyacen otros elementos como la aporofobia, el machismo, la cosificación del cuerpo o un modelo excluyente de felicidad", denuncia Garrido. Un modelo que, por lo general, resulta esquivo para el común de los mortales.
Así las cosas, qué menos que darle un poco de su propia medicina, interpelar a la publicidad sirviéndonos de sus propias armas para discernir qué busca en nosotros y de qué modo lo hace. "La publicidad nos juzga de forma agresiva, se cuela en nuestras casas para juzgarnos y ofrecernos las soluciones que ella misma anuncia, por eso el claim de esta campaña se pregunta ¿tu vida es una mierda?".
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