Este artículo se publicó hace 16 años.
«Los vínculos afectivos pueden arruinarte la vida»
Carmen Jiménez ha conseguido el premio Café Gijón con ‘Madre mía, que estás en los infiernos'
¿Existe algún deber que te obligue a querer a una madre que te maltrata? ¿Es necesario amar y darle todo a la persona que te ha traído al mundo simplemente por este acto primario? ¿Qué debe hacer uno si esta madre te miente, te roba, te hace la vida imposible?
Estas son las preguntas que subyacen en la novela Madre mía, que estás en los infiernos, (Siruela) de Carmen Jiménez (Martos, Jaén, 1964). Una historia implacable con los malos afectos, reveladora y crítica, que le ha servido a su autora para ganar el último Premio de Novela Café Gijón.
"Mediante plegarias bíblicas y una determinada educación se nos insta a amar a las personas por los vínculos familiares que tenemos con ellos. Por eso, lo que he planteado es una rebelión contra los vínculos afectivos que pueden llegar a arruinarte la vida", explica Carmen Jiménez sobre la que ha supuesto su primera incursión en la novela. Sin duda, un hachazo en toda regla a ciertos preceptos inculcados desde hace siglos, los cuales no dejan de ser ensalzados por la Iglesia a la mínima ocasión.
El dolor del amor obligado
Pero recapitulemos el argumento de la novela: en primer plano, Adela Guzmán, una dominicana que llega a Madrid para retomar su vida. En segundo plano: una madre instigadora y un ex marido que no duda en levantarle la mano cuando menos se lo espera. Entre ambos planos: la desazón y lucha de Adela por librarse de esos vínculos "obligados".
"Este tipo de relación es mucho más corriente de lo que nos creemos. Y no se piensa que muchas veces el factor que hace que tengas problemas de identidad son esas herencias, esos amores que te caen por obligación", destaca la autora, quien por otra parte confiesa tener una relación excelente con su propia familia.
Ruptura de prejuicios
El segundo tema que introduce en la historia es la inmigración. Desde un punto de vista caleidoscópico. Es decir, cómo les vemos, cómo nos ven y cómo les ven los otros. Esta temática enraiza con la labor que ha llevado a cabo Carmen Jiménez con ONG durante buena parte de su vida. "Cuando estaba en Las Palmas Acoge me dí cuenta de que del Magreb y África venían los mejores. Gente que trabajaba y que tenía una educación. Por eso, para ellos es muy duro conseguir trabajos para los que están sobrecualificados", reconoce la autora. De ahí que la protagonista de la novela, Adela, sea maestra y tenga que conformarse, muy a su pesar, con un trabajo como empleada doméstica en una casa.
La autora plantea en este sentido muchos de los estereotipos relacionados con los inmigrantes. "Al final, ellos acabarán quitándonos el trabajo", le dice una de las señoras de la casa a la protagonista de la novela. ¿Cómo neutralizar estos prejuicios? "Con mediadores culturales, sobre todo en las comunidades de vecinos. Tenemos que entendernos. Hace falta más dinero", reconoce Jiménez.
No olvida darle un último pescozón a la prensa. Desde su posición de periodista. "¿Por qué se titula ‘Dos magrebíes dan una paliza'..., y no ‘Dos jiennenses dan una paliza'?", pregunta casi de forma retórica. Pero también reconoce: "Este país ha evolucionado muchísimo. Quizá ya sólo
quede la extrañeza".
Los cinco mandamientos de la novela
1- Relación rara madre-hija
La madre la reprende, le solicita dinero, la engaña. La hija calla, aguanta. Es su madre. Jamás se dicen te quiero. Jamás se besan.
2- El ex marido maltratador
Padre de dos de su hijos. Y buen padre. Mucho peor pareja. No la ama, pero le crea un vínculo que la tiene emocionalmente secuestrada.
3- La educación de los inmigrantes
Son empleadas domésticas, pero no ineptas. Son albañiles, pero podrían trabajar en un colegio. Carmen Jiménez destruye el estereotipo.
4- No nos conocemos
La escritora reconoce que hay un desconocimiento hacia los inmigrantes y viceversa. “Ellos no suelen hacer amigos en el país al que llegan y al contrario. Eso sí, los hijos cada vez se relacionan más entre ellos. Y eso es muy positivo”, afirma la autora.
5- Sabor dominicano
En el texto se encuentran muchas palabras dominicanas. “Me las enseñó una amiga e Internet”, explica Carmen Jiménez.
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