Este artículo se publicó hace 13 años.
El virus que mató la teoría de la conspiración
Steven Soderbergh presenta fuera de concurso 'Contagion', un sobrio thriller' comercial sobre una enfermedad que amenaza la vida en la tierra
En ningún lugar del mundo hay más signos de la inminencia del apocalipsis como en Italia: tienen a Berlusconi de presidente, su prima de riesgo supera los 300 puntos y la RAI está emitiendo la serie de Telecinco sobre el noviazgo de Letizia y el príncipe (en efecto, el acabose). Cuando uno oye al rey Juan Carlos (indescriptible Juanjo Puig-corbé) clamar "Molto bene, ¡a Baqueira!", comprende que la civilización humana va lanzada hacia la autodestrucción. Y en la Mostra lo saben: en unos días se pasará la película de Abel Ferrara sobre el fin del mundo (4:44 Last Day on Earth) y ayer se presentó en la sección oficial Contagion, thriller con virus letal de Steven Soderbergh que no compite por el León de Oro.
El filme, con un reparto de campanillas formado por Matt Damon, Kate Winslet, Jude Law, Gwyneth Paltrow y Lawrence Fishburne, cuenta la historia de una enfermedad letal de origen desconocido y globalizado. Justo cuando la humanidad se está recuperando del susto del virus de la gripe A, brota un nuevo mal que mata a gran velocidad.
En esta película, Soderbergh repite la misma estrategia que en Traffic'
Como si fuera un científico tratando de crear un filme en la probeta de un laboratorio, Soderbergh opta por una iluminación de sala de hospital que da un toque entre gélido e hiperrealista. El director repite la estrategia que tan buen resultado le dio en Traffic (con la que ganó el Oscar al mejor director en el año 2000): narrar la trama desde varios lugares y puntos de vista diferentes. El encargado de gestionar la pandemia en EEUU, la científica que busca una vacuna, el ciudadano anónimo cuya mujer ha muerto, el periodista que denuncia los métodos de las compañías farmacéuticas, etc.
El virus, que se contagia con un simple roce, cobra vida en el filme gracias a la atención por el detalle de Soderbergh, que fija la cámara en los apretones de mano, en los móviles, en la taza del café, en la barra del metro donde acaba de apoyar su mano un tipo que tose y tiene mala cara...
Los muertos se cuentan por miles, la masa saquea los comercios y los presidentes dirigen el mundo desde búnkeres subterráneos, aunque a Soderbergh no le interesa la acción sino los brotes de desconfianza hacia el otro. La gente hace cola para recibir un antídoto, pero no hay suficientes para todos... ¿Qué ocurre entonces? Piense qué haría en un caso así esa señora mayor que se le cuela todas las mañanas en la frutería: empujarle, pisarle la cabeza, matarle. Pues eso.
"La gracia de este filme es que no tiene ningúna metáfora", dice el director
"No creo que un virus así pueda compararse con un accidente de avión o un terremoto. Cuando ayudando a alguien puedes acabar muerto por contagio, es lógico optar por salvar tu vida por encima de todo", afirmó ayer Gwyneth Paltrow, aunque cuesta imaginar a esta actriz medio obsesionada con la cosmética y las dietas macrobióticas perdiendo así los papeles (en caso de pandemia, la Paltrow sería arrollada por la masa histérica a buen seguro).
La película, ágil, entretenida y de buena factura, aunque falta de emoción, es el enésimo intento de Soderbergh por dignificar las grandes producciones. Al contrario que en Traffic, el director estadounidense, que salta del experimento de bajo presupuesto (Bubble) al blockbuster (Ocean's Eleven) sin aparente esfuerzo, ha pasado de puntillas por los aspectos sociales y políticos de la crisis sanitaria para centrarse en la descripción de las consecuencias y el tratamiento de una pandemia.
"La gracia de este filme es que no contiene ningún tipo de metáfora. El virus es el virus, nada más. Me interesaba hacer un filme protagonizado por alguien que no habla (un virus), pero del que todo el mundo habla", explicó Soderbergh tras ser preguntado si la película escondía una alegoría sobre el crash financiero.
El malo de Contagion' es el bloguero que denuncia en falso
En ese contexto despolitizado llama la atención que lo más parecido a un malo de la película sea el popular bloguero que denuncia en falso que las autoridades han cambiando la vacuna buena por una mala a causa de oscuros intereses comerciales. Contagion carga contra la expansión de rumores por internet y las teorías de la conspiración. Los fallos en las gestiones de este tipo de pandemias, parece querer decir Soderbergh, no justifican las denuncias disparatadas contra una fantasmagórica mano oculta que mueve los hilos del mundo.
En cierto modo, el personaje del periodista del filme (interpretado por Jude Law) sería el equivalente estadounidense a Teresa Forcades, la doctora y monja benedictina de Monserrat que arrasó en internet con su vídeo conspiratorio Campanas por la gripe A. Personas honestas que no dicen la verdad. "No creo que el personaje de Law sea un cínico. Cree en lo que cree. Incluso tiene razón en algunas cosas. Es un rol ambiguo", matizó el director.
"Todo gran evento contiene teorías de la conspiración. Si en la película el virus nace en una persona y se extiende, las informaciones del bloguero se convierten en el paciente cero de una epidemia paralela: la del miedo y el pánico", opina el guionista Scott Z. Burns. "Jude y yo nos fijamos en el modo de hablar y comportarse de los blogueros antigubernamentales que abrazan teorías conspirativas para preparar el personaje", ha explicado Soderbergh. "Nunca estás seguro de si lo que dice el blogger es cierto. ¿Y si el Gobierno está realmente ocultando algo? Todos sospechamos en algún momento que no nos están contando toda la verdad, por eso, este rol representaría el punto de vista de la audiencia", ha aclarado Gregory Jacobs, productor de un filme que pasa de puntillas por la alarma injustificada del virus de la gripe A y sus lucrativas consecuencias.
La crisis de LanthimosOtro que sabe mucho de sociedades en descomposición es el director griego Yorgos Lanthimos, que en 2009 ganó la Cámara de Oro en Cannes con la impactante Canino, sobre los hijos de una familia burguesa que nunca han salido de su chalet y viven sometidos a las normas arbitrarias de su padre. Lanthimos compite ahora con otra tragicomedia extraña, Alps, una especie de versión radical y anticostumbrista de Familia (Fernando León, 1996). No sabemos si Lanthimos le ha tomado prestada la idea a León para hacer (no obstante) un filme drásticamente diferente, pero sí que la premisa de Canino era clavada a la de la mexicana El castillode la pureza (Arturo Ripstein, 1974). ¿Casualidades de la vida o está ya todo inventado?
Lanthimos cambia en su nuevo filme la puesta en escena y el estilo, pero repite dirección de actores antirrealista, retrato sobre una comunidad cerrada que refleja una brutal pérdida de valores e intenciones epatantes. Todo ello con peores resultados que en la aclamada Canino. Alps es menos de lo mismo. El apocalipsis griego tendrá que esperar.
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