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¡Viva la revolución!

‘Fable III’, el último capítulo de la serie de videojuegos firmada por Peter Molyneux, invita al jugador a liderar el levantamiento de un pueblo contra su rey opresor

J. ROCAMORA

Después de contarnos un cuento de hadas en el primer Fable y de hacernos vivir dentro de un relato de Dickens en Fable II, Peter Molyneux traslada la acción de su conocida serie de videojuegos hasta la revolución industrial, donde esta vez nos tocará encabezar el levantamiento popular contra un rey tirano (el hermano del protagonista) y liberar así a los ciudadanos de la opresión.

A la venta desde el viernes para Xbox 360 (la versión en PC se ha demorado sin fecha), Fable III sigue el camino marcado por Fable II y, más que ofrecer cambios serios en su jugabilidad, se ha dedicado a pulir y ampliar lo visto, especialmente el reino de Albión, que desprende más vida que nunca (atentos a los guiños steampunk).

La mayor parte de las novedades son producto de esa dulcificación que lleva introduciendo Molyneux en la serie y que han hecho que lo que comenzó siendo un juego de rol termine adquiriendo el tono de 'aventura épica' para todos los públicos: el sistema de combate continúa siendo asequible y manejable, y los elementos sociales siguen en primer plano (conocer a gente, conseguir su confianza, establecer una familia, comprar una casa). De la misma forma, se ha optado por integrar en el juego -como si fuera un nivel- todos los elementos habituales en menús, como la experiencia y el inventario.

Pero la esencia de Fable III descansa en las decisiones que puede tomar el jugador en su aventura, las que nos llevarán hasta el trono por las buenas o por las malas; con el apoyo del pueblo o por encima de su voluntad. Desde el principio, hay que elegir: ¿Hombre o mujer? ¿Salvar a tu amada o al pueblo sometido? Es su lado más atractivo, el mismo que invita a volver a recorrer su argumento para probar qué pasa si en vez de aquello elegimos esto otro.

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