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Homenaje a Marcos Ana y Miguel Hernández La voz que no apagó el franquismo

El dramaturgo Iván Campillo revisita en el Teatro del Barrio 'A voz ahogada', obra de teatro clandestina con la que el recientemente fallecido Marcos Ana homenajeó desde la penitenciaria de Burgos al poeta oriolano Miguel Hernández.

Cartel de 'A voz ahogada'

«La tierra no es redonda: / es un patio cuadrado / donde los hombres giran / bajo un cielo de estaño». Sirvan estos versos para evidenciar la derrota de un poeta que se la juega en cada línea. Noble pugna a base de poemas que anhelan libertad desde el presidio y se quedan en mera redención. Digno intento de evasión como digno fue su autor, el poeta salmantino Marcos Ana, histórico preso político comunista que olvidó cómo eran los árboles después de décadas de reclusión en las cárceles franquistas.

La memoria y el compromiso al servicio de la evasión, premisas que fundamentan A voz ahogada, una obra de teatro clandestina que el propio Marcos escribió en prisión en homenaje a Miguel Hernández y a tantas otras voces apagadas por el franquismo. Un tributo del poeta que ahora, gracias al empeño de la Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme y del buen hacer de la compañía Apunta Teatre, el dramaturgo Iván Campillo revisita y convierte en doble tributo a dos poetas cuya voz es y será un ejemplo de lucha.

“Cuando Marcos Ana hablaba de memoria histórica en ningún momento hablaba de venganza o de revancha, sino de poner las cosas en su sitio. Solía decir que si había que pasar página que se hiciese, pero antes, al menos, tendríamos que ser capaces de leer dicha página”, rememora Campillo. Y ahí seguimos, a vueltas con esa maldita página de nuestra historia que algunos se niegan interesadamente a evocar y que otros, en cambio, creen necesario rescatar del olvido.

"Marcos Ana solía decir que si había que pasar página que se hiciese, pero antes tendríamos que ser capaces de leerla"

“Se suele hablar de la Guerra Civil pero no tanto de estos años de cárceles franquistas, se saben con nombres y apellidos los torturadores de aquella época pero no han recibido ningún castigo, nuestra Transición es así de selectiva”, se queja Campillo. Frente a la impunidad de los verdugos el dramaturgo pone en valor la solidaridad de las víctimas y su compromiso con unos ideales: “Cuando hablas con los supervivientes de aquella época te das cuenta de las ganas que tenían de vivir, de la fuerza de ese comunismo primigenio que les hacía ayudarse para sobrevivir… Conformaron una auténtica comuna en la cárcel de Burgos y la cultura tenía un peso enorme como motor de cambio y esperanza”.

Partiendo de los testimonios de Marcos Ana y de otros presos políticos catalanes que compartieron su cautiverio como Lluís Martí Bielsa y Enric Pubill, y de Antònia Jover, nacida entre rejas, Campillo ha armado un libreto en el que relata el día a día de aquella Universidad de Burgos, como les gustaba calificar a esa terrible penitenciaria, reconvertida en academia gracias a los solidaridad y el amor por la cultura de aquellos reclusos.

Fue ese amor por el pensamiento lo que engendró A voz ahogada, el mismo que ahora revive bajo la dirección de Campillo y la interpretación de Mireia Clemente, Ramón Godino, Jordi Martí y Raül Tortosa, encargados de dar vida a los cinco protagonistas de esta historia que desde este martes y hasta el próximo domingo se podrá presenciar en el Teatro del Barrio.

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