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12 años, 27 días y 4.410 noches

Recuerdos de la última victoria del Atlético en el Bernabéu, 30-10-1999, al son de Sabina

ALFREDO VARONA

En 1999, Joaquín Sabina publicaba 19 días y 500 noches, canción donde regresaba 'a la maldición de los bares de copas'. Sin querer, el Atlético se identificaba con él. Aquel año descendía a Segunda. En el viaje encontró una noche de octubre, la del 30, 'sin sábanas frías ni alcobas vacías' que no aprendió a olvidar.

Han pasado 12 años y no ha vuelto a ganar en el Bernabéu. La vida ha cambiado y el destino encontró otras funciones para los 11 futbolistas que alineó entonces Claudio Ranieri. La mayoría son hombres próximos a los 40 años, como el goleador Hasselbaink, que hace tres se retiró en el Cardiff galés. Antes, hizo fortuna en el Chelsea, aunque nunca más volvió a tumbar al Madrid en su estadio (1-3). Tenía 27 años y un imperio en las botas. En España aún se pagaba en pesetas y el Atlético, intervenido por la Justicia, carecía de dinero. En Navidad debió traspasar a José Mari, uno de los héroes del Bernabéu, al Milan. Hoy, con 32, el sevillano todavía juega en el Xerez y ya no hace falta recordarle que es un trotamundos.

Los rojiblancos ganaron 1-3, con goles de José Mari y Hasselbaink (dos)

Los antihéroes de Sabina también lo son. Al menos, el de 19 días y 500 noches, capaz de estrellarse una copa de celos en el pecho. Algo que pasaba en ese Atlético del 99 a pesar de Molina, un portero moderno, que, como los de ahora, ya jugaba con el pie. Los centrales, Chamot y Gamarra, argen-tino y paraguayo, venían de hacer las Américas. Tenían razón, porque eran mayores. Y sobre todo aquella noche en la que colonizaron el Bernabéu. Chamot aún la pone de ejemplo en Buenos Aires como ayudante de Almeyda en el River. 'Supimos tomar las decisiones correctas'. Gamarra, sin embar-go, no eligió esa vida a pie de césped. 'Me cansé de vivir durante 14 años en tantos países'. Gerente del Club Rubi Ñu de su país, casi se habla más de su hija, Macarena, una brillante amazona que aspira a estar en Londres 2012.

El los Juegos del próximo año, Solari, el interior zurdo de aquella noche, tal vez haga de periodista. Su instinto por la escritura, que existía entonces, ya no tiene reparos. En 2010 se retiró en Peñarol y, aunque jamás se considerará un exfutbolista 'soy como un actor que no hace películas', ya no hay nadie que pueda abusar de su inspiración en un campo de fútbol.

En realidad, fue un Atlético ejemplar aquella noche. Gaspar, el lateral derecho, lo ha recordado esta semana en el vestuario del Córdoba, el equipo de su tierra. Allí todavía ejerce de futbolista entre chicos más jóvenes que le preguntan cómo fue posible. Y entonces contesta como si cantase Sabina. 'En el fútbol también existen los signos de interrogación'. Una verdad sin complejos que Cap-devila acepta como el invierno de Lisboa. Ahora vive ahí y juega en el Benfica, donde nada es como hace 12 años: es campeón del mundo y ya no persigue a Míchel Salgado. Levanta la cabeza y tampoco encuentra a Aguilera, Baraja ni Bejbl,aquel mediocampista checo, que acabó su carrera en el Slovan Liberec. Baraja lo hizo en el Valencia. Aguilera, en el Atlético, donde es director de la cantera. Bejlb decidió entrenar y dirige a la sub-17 de su país. Baraja también, ayuda a Manzano. Y, como Sabina, cada mañana promete que en el Atlético el corazón nunca pasa de moda. La diferencia está en el tiempo. Sabina tardó en olvidar 19 días y 500 noches; el Atlético ya lleva 12 años y 27 días. 4.410 noches.

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