Público
Público

En el 96 y de penalti

Leo Franco se comió el gol de Van Nistelrooy en el primer minuto y Simao empató de falta en el 90. Sólo la pasión de la grada sostuvo un carrecalles de partido

ENRIQUE MARÍN

Contemporáneo de otra exhibición de la selección española que levantó los elogios del mismísimo The New York Times, el derbi entre los dos equipos españoles (que diría el famoso lapsus televisivo) fue la antítesis de ese fútbol de seda y del fútbol a secas. Mientras desde el país por antonomasia del deporte-espectáculo calificaban el juego de la roja de 'sexy' y lo comparan con el del mejor Brasil, Atlético y Real Madrid ofrecieron una partido feo, horroroso, que sólo la emoción y la polémica sostuvieron en pie. Sabido es que Atleti y Madrid son dos equipos de perfil parecido, con poco juego y mucha pegada, pero un derbi se merece mucho más. ¡Si hasta el árbitro tuvo calambres!

Aguirre y Schuster tienen en común su alergia a la tiza. Lo suyo no es la pizarra, y prueba de ello es que sus equipos carecen de rigor táctico para ofrecer algo más allá del día que tengan los futbolistas que deciden alinear. Para colmo, y en una réplica de lo que le sucedió en el Camp Nou, el partido empezó demasiado rápido para el Atlético. Para cuando los de Aguirre quisieron darse cuenta de que el derbi estaba en juego ya perdían 0-1. Van Nistelrooy pilló a Leo Franco fuera de sitio y le batió desde lejos y por el palo corto.

El Real Madrid, mucho más metido en el partido, intimidó desde su inicio y al Atlético le entró el canguelo. Un tiro de Sneijder al larguero estuvo a punto de suponer el 0-2.

Al cobijo del Calderón, a diferencia de su equipo incapaz de bajar los brazos, los rojiblancos se fueron reponiendo del golpe y el partido empezó a tener alternativas. El rombo que formaban Assunçao, Banega, Raúl García y Maniche hacía que tocaba, aunque su única expectativa era encontrar los desmarques de Forlán y el Kun. 

El Atlético, y en concreto su entrenador, volvió a quedar en evidencia a balón parado en un córner en el que Van Nistelrooy volvió a batir a Franco, aunque el árbitro, confundido por su auxiliar, lo anuló por un fuera de juego inexistente. El mismo banderín se levantó para anular una jugada que Raúl convirtió en gol. Otra vez fuera de juego, otra vez un error de bulto, pues el 7 estaba en línea.

La expulsión de Perea, merecida de haber sido por doble amarilla, pero exagerada por roja directa, terminó por complicar las cosas al Atlético. Casi fue peor fue el remedio que la enfermedad, pues Aguirre sustituyó a Raúl García para dar entrada a Antonio López. Sólo tras el descanso, con más tiempo para pensar, el mexicano rectificaría, aunque para ello tuvo que gastar otro cambio: esta vez Simao entró por Pernía.

Clos Gómez quiso ampliar su cuota de protagonismo en el derbi y expulsó a Van Nistelrooy por una dura entrada sobre Maniche. Con el partido nuevamente igualado en número, diez contra diez, el Madrid se mostró más solvente.

Es inadmisible que el talento de un futbolista como Agüero, el único que inquietó a Casillas en su guerra de guerrillas, sirva para encubrir las carencias tácticas de un equipo que no sabe a lo que juega, a lo que por lo visto tampoco importa demasiado a su entrenador. Una cosa es alinear un once y hacer un máximo de tres cambios por partido, y otra bien distinta entrenarlo de lunes a sábado, transmitirle una idea de juego e instaurar un rigor colectivo.

Al Atlético le van los partidos de ida y vuelta, sin control, con líneas separadas y espacios para sacar petróleo de las genialidades del Kun o de un ayer desaparecido Forlán. Su problema es que al Madrid le van el mismo tipo de partidos. Sin pausa, con el campo largo y el rival arriesgando la espalda, algo que en el caso del equipo del Aguirre es una tentación.

Si Van Nistelrooy marcó en el primer minuto de partido, Simao logró el empate en el último. Fue a balón parado. Todo parecía abocado al empate pero en el minuto 96 Heitinga cometió un clamoroso penalti sobre Drenthe. Higuaín no falló en el momento preciso y el Madrid se llevó otra victoria del Calderón y van...

Diez años llevaba el Atlético sin ganarle al Madrid en el Calderón. Y veinte serán. Por cierto, ¿de verdad alguien echó de menos a Diarra? Hubiera sido como apagar el fuego con gasolina.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?