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Último acto de la comedia griega

El Comité Olímpico veta la participación de la velocista Thanou

IGNACIO ROMO

Hay que evitar los escándalos. Jacques Rogge, el hombre que va a pasar a la historia del Comité Olímpico Internacional como el más duro luchador de la historia contra el dopaje, comunicó el veto a la velocista griega Ekaterina Thanou, una de los dos atletas que avergonzaron a su país y al deporte mundial fingiendo un accidente de moto en Atenas, hace cuatro años, para saltarse un control de dopaje. Termina así la historia olímpica de dos falsos velocistas de élite: Thanou y Kenteris. La realidad es que Kostas Kenteris siempre fue un atleta bajo sospecha.

A los 27 años -una edad en la que la gran mayoría de los velocistas ya han alcanzado su madurez- protagonizó un salto inesperado en su progresión, rebajando de forma increíble su mejor marca en los 200 metros. Su medalla de oro en la cita de Sidney -derrotando a todos los grandes velocistas de raza negra- fue la mayor sorpresa de los Juegos Olímpicos de 2000.

Lo más sorprendente de Kenteris eran sus extraños comportamientos a lo largo de toda la temporada de competición estival. El campeón olímpico de 2000 acostumbraba a pasar el año escondido, aparecía súbitamente para competir en la prueba más importante del año y volvía a desaparecer sin dejar rastro ni ofrecer la posibilidad de refrendar sus marcas.

El caso de Thanou era algo diferente, porque su progresión fue más lógica que la de su compatriota. La velocista ateniense ya fue campeona del mundo a los 24 años y se ha mantenido con menos oscilaciones en su progresión a lo largo de su carrera. Sin embargo, su huida del control de dopaje de Atenas le hizo ganarse la misma sanción que Kenteris.

La realidad es que a finales de los años 90 el atletismo heleno en su conjunto sufrió una metamorfosis (palabra de origen griego) difícil de explicar. Una nación de tercera fila se convertía de golpe en una potencia, con individualidades al más alto nivel mundial en pruebas en las que jamás habían contado con una tradición de éxitos. La fuga de técnicos de la extinta RDA -con su peligrosa historia de dopaje estatal a la espalda- y la utilización de la hormona del crecimiento y/o esteroides anabolizantes desconocidos pasaron a ser las explicaciones más evidentes ¡precisamente porque los griegos sólo triunfaban en pruebas de rapidez y explosividad!

Lo esperable es que un país mediterráneo como Grecia produjera talentos en especialidades similares a las de España o Italia, es decir, en fondo y mediofondo. La ausencia de atletas de alto nivel en estas especialidades ha llamado siempre la atención, y reafirmaba las sospechas sobre la utilización de sustancias dopantes encaminadas a aumentar de forma artificial la potencia muscular.

La negativa del COI responde a una mezcla de dureza contra el dopaje y necesidad de mantener la imagen exterior. Una atleta (como Thanou en Atenas) que se niega a someterse a un control de dopaje recibe una consideración idéntica a la de haber dado positivo. Los velocistas griegos nunca tuvieron excusa posible porque si intentaban defenderse aparecían preguntas imposibles de contestar. ¿Por qué huyeron? ¿Por qué se refugiaron en un hospital durante cinco días sin lesiones? ¿Por qué Thanou ha empeorado su nivel justo en el momento en que se ha hecho posible la detección de la hormona de crecimiento?

El deporte griego arrastra un problema muy serio de dopaje y lo sabe. La semana pasada se anunció el positivo del velocista (siempre la misma especialidad) Tassos Gousis en atletismo, un boxeador del equipo olímpico había sido también excluído anteriormente. Pero el caso más grave tuvo lugar en junio. Los médicos de la AMA (Asociación Mundial Antidopaje) acudieron a controlar por sorpresa a todos los miembros de la selección griega de halterofilia. El resultado fue demoledor. Analizaron la orina de 14 atletas y dieron positivo 11. Todos habían utilizado el mismo esteroide anabolizante prohibido. Dopaje de estado.

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