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Alonso y Ferrari languidecen

El español, primero tras una gran salida, acaba quinto lastrado por las pobres prestaciones del coche rojo

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

¿Cómo no va a renovar Ferrari el contrato de Alonso hasta 2016 si cada fin de semana el español maquilla la inexplicable decadencia de tan mítica escudería? La incapacidad del equipo italiano para construir un coche ganador, la lentitud en las paradas y la mediocridad de Massa relucieron ayer como nunca, alumbradas por la magistral salida del asturiano y por su esforzada y, a la vez, frustrante carrera. Acabó quinto, doblado por los cuatro primeros, en otro domingo marcado por el triunfo de Vettel.

En F1 es imposible vivir de las rentas. Y en este mundillo, las rentas son un artículo de alta caducidad. Un detalle, una pieza prodigiosa, una idea brillante te eleva a las alturas previo aplastamiento del resto. Pero si te descuidas, la gloria dura lo que tardan los rivales en copiarte, mejorarte o superarte. Hace un año Red Bulldio con la tecla y no hay nadie que suene mejor y más alto. Hamilton y McLaren parecen muy cerca, pero necesitan continuidad para convertirse en alternativa real al alemán, que lidera el campeonato con una considerable ventaja, 41 puntos, sobre el propio Lewis.

Massa, lento y deprimido, fue incapaz de ganar una sola pelea

Cada golpe de autoridad de Alonso, cada genialidad, cada tiempo imposible es celebrado en Ferrari y en el entorno del ovetense como lo haría cualquier equipo pequeño. El propio Alonso gritó al mundo su euforia el sábado tras firmar la cuarta plaza en la parrilla de salida. Esa es su perdición, aventar una debilidad impropia de un bicampeón del mundo y de la más histórica de las escuderías participantes en el Mundial. Pero ni esa actitud victimista podrá enterrar escenas inolvidables como la salida protagonizada ayer por el ovetense en Montmeló.

Aferrado a arrebatos de pericia y gloria, Alonso había anunciado batalla en la primera curva. Y cumplió con creces. Se pegó a Vettel, segundo en parrilla, pareció enganchar su alerón delantero a la trasera del Red Bull, superó a Hamilton, tercero, y, cuando el germano logró desprenderse del Ferrari, este, lanzado, se emparejó con Webber, primero en la línea de salida, apuró al límite la frenada en la curva número uno y se coló por el interior para situarse primero. Un espectacular y bello espejismo destinado a desvanecerse con el paso delos kilómetros.

La alegría duró 20 vueltas, justo hasta que Alonso regresó a pista después de la segunda parada. En esa aproximada media hora, Ferrari destapó todos sus carencias: Massa, lastrado por el coche y con el semblante deprimido, deambuló por la pista, perdió todas las peleas y acabó rompiendo el coche; los mecánicos rojos volvieron a ser superados en las paradas por la rapidez de sus colegas de Red Bull pese a que, dicen, llevan semanas ensayando nuevos métodos para agilizar los cambios de neumáticos; y, por encima de todo, el F-150 Italia se dejó ayer lo único de lo que podía presumir en lo que va de Mundial: ritmo de carrera.

Los mecánicos rojos siguen siendo más lentos que Red Bull en las paradas

Con gomas blandas Alonso aguantó las embestidas de los rivales, pero fue calzar los neumáticos duros y ver cómo los dos Red Bull y los dos McLaren le sobrepasaban como cohetes hasta que a dos vueltas del final, en el colmo de la humillación, acabaron doblándole. Hamilton, la única esperanza que le queda al campeonato para no entregarle la copa a Vettel y bajar la persiana, achuchó al alemán durante los últimos 16 giros, pero en un circuito poco propicio para adelantar, Vettel no flaqueó y prolonga su dictadura.

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