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Amén al ritmo de las vuvuzelas

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El pastor desgrana su sermón mientras los fieles, enfundados en camisetas amarillas de los Bafana Bafana, soplan en cada amén sus vuvuzelas. Es domingo en el corazón de Soweto y una de sus principales iglesias ha abierto las puertas al fútbol, como el fútbol abrió sus puertas a la religión en abril, cuando cincuenta mil fieles rezaron en el estadio más caro del Mundial, el Green Point de Ciudad del Cabo.

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Más del 70% de los surafricanos se declara cristiano y un paseo por cualquier barrio de Johannesburgo, desde el temible Hillbrow hasta el liberal Melville, supone encontrarse un buen puñado de iglesias. Anglicanos, adventistas, católicos, presbiterianos, calvinistas, evangelistas... un caleidoscopio donde las disparidades se perciben como cuestión de formas. "¿Qué os diferencia, por ejemplo, de los católicos?" "Somos más tolerantes y vamos a misa los sábados", dice Ethel, devota de la Iglesia Adventista del Séptimo Cielo.

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Más del 70% de los surafricanos se declara cristiano

Mucho más joven, Vince destaca como rasgo característico de la filipina Iglesia ni Cristo a la que pertenece que "no creemos en la Trinidad y no podemos casarnos con creyentes de otras iglesias". "¿Y tú lo vas a cumplir?", le pregunto. "No, los jóvenes vamos relajando las normas", asegura tras las cuatro horas de sermón y cantos del domingo.

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Menos del 1% de los surafricanos es devoto de las religiones tradicionales. Sin embargo, sus preceptos, como la veneración de los ancestros, se han ido entretejiendo con el cristianismo a lo largo de los siglos. El exponente más surafricano de este sincretismo son los más de cuatro millones de sionistas. Englobados dentro de las llamadas iglesias independientes africanas, defienden que la espiritualidad tradicional no está reñida con otras religiones. Rezar a los ancestros, dicen, es como rezar a los santos, a los ángeles y a otros que han muerto, y que, por eso, están más cerca de la divinidad.

Una iglesia de Soweto abrió el domingo sus puertas al fútbol

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La influencia de todo este maremágnum religioso no es aparente en el Gobierno, que ha legalizado el matrimonio homosexual y el aborto. Eso sí, el domingo está prohibido vender alcohol. Ese sí es uno de los grandes enemigos de prácticamente todas las confesiones que se profesan en Suráfrica.

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