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En las antípodas de la victoria

Cadel Evans gana su primer Tour con 34 años, la edad más alta desde la década de los cuarenta, y es el primer australiano en lograrlo

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Cadel Evans no será recordado como el más valiente o el más espectacular, pero difícilmente se podrá decir que su Tour no fue merecido. Sobre la bicicleta siempre llevó el cronómetro en la mano y, aunque no atacó jamás, sí que impuso sus ritmos en carrera cuando veía que la cosa se le iba de la mano. El australiano es un controlador que ha sabido disputar la carrera hasta el amarillo. Con calma hasta el último sábado en una contrarreloj en la que reventó a su rival, Andy Schleck.

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Es una recompensa tardía a un corredor que llevaba años rondando la gloria. Dos segundas posiciones y otra cuarta plaza le han permitido gestar una victoria que aparece cuando Evans ya tiene 34 años. Ningún corredor terminó de amarillo con esa edad después de la II Guerra Mundial. La dinastía es poco probable, pero entre sus fetiches siempre podrá recordar esos dos jerseys, el arco iris y el amarillo, que demuestran que fue un corredor especial. "Esta victoria es un proceso de muchos años, creo que en ello tiene mucha responsabilidad mi entrenador", dijo en referencia a Aldo Sassi, que murió en diciembre a causa de un tumor. El año que viene volverá a intentarlo: "Vendremos con ánimos reforzados y con un equipo fortalecido".

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"Ha sido un proceso de muchos años", dijo el australiano tras la carrera

Evans es el primer australiano que reina en los Campos Elíseos, dato que agradece la organización. "La victoria de Evans es el símbolo de la internacionalización del ciclismo", repetía el director del Tour, Prudhomme, en la llegada. Además consigue entrar en un muy exclusivo club en el que sólo se encuentran alguno de los mejores corredores de todos los tiempos: el de los ganadores del Tour y del campeonato del Mundo, obtenido en 2009. Otros como LeMond, Merckx o Armstrong lo consiguieron previamente.

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París le esperaba con los brazos abiertos y él, siempre serio, hizo lo posible por contener las lágrimas. Enfundado en una bandera australiana y escoltado por los dos hermanos Schleck, en el podio se arrancó en francés para dar las gracias porque, después de mucho tiempo, ha conseguido tocar la gloria. "En ningún lugar del mundo podría estar más feliz que aquí", dijo al bajar del podio.

París también se vistió de gala para un español, Samuel Sánchez, que se llevó el jersey de topos rojos que le reconoce como el mejor escalador de la carrera. Una pequeña paradoja porque, en puridad, el asturiano no es un especialista en montaña sino un excelente rodador. Su victoria en Luz Ardiden y el segundo puerto en el Alpe d'Huez, dos míticas cimas de la ronda gala, le han erigido como el mejor de la carrera. Su objetivo antes de empezar era situarse entre los tres primeros de la carrera, pero las circunstancias especialmente una caída en la primera semana le han empujado a competir con éxito por otro tipo de premios nada desdeñables. "Es un día muy emotivo, para recordar toda la vida, en el que te acuerdas de mucha gente", comentó el asturiano tras la carrera.

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"Es un día muy emotivo, para recordar toda la vida", dijo Samuel

Su posición de la montaña es el mayor éxito español en el Tour y quizá sabe a poco por lo vivido en los últimos cinco años, cuando Contador (2010, 09 y 07), Sastre (08) y Pereiro (06) se proclamaron campeones de la carrera, una hegemonía que este año ha quebrado Evans. Además de los éxitos de Samuel, España suma en 2011 el triunfo de Luis León Sánchez en la novena etapa, los múltiples esfuerzos de Contador para aparecer en una carrera que se le negó desde muy pronto y el intento de José Joaquín Rojas por ganar un maillot verde en el que al final quedó segundo.

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Ese premio, el de la regularidad, lo consiguió Cavendish quien, una vez más, se llevó la victoria en París. El corredor de la isla de Man ha dado un recital en las llegadas en grupo y se ha llevado cinco victorias de etapa. Bien es cierto que la justicia de ese verde tiene un asterisco: el sprinter llegó fuera de control en dos ocasiones pero en ambas fue repescado por la organización. No cabe duda de que Cavendish es el mejor en un sprint, una suerte en la que él, ayudado por un equipo volcado en su líder, domina con soltura.

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