Algo malo intuía el Calderón cuando Hugo Sánchez invadió el césped a escasos segundos del final para empujar a sus hombres sobre el Atlético, que perdía tiempo como un equipo pequeño. Como en los viejos tiempos, el mexicano centró el foco y la grada lanzó contra él su indignación. Pero ganó Hugo. Tras su gesto, el Almería sacó rápidamente una falta y la defensa atlética se quedó clavada. Míchel se aprovechó de la pasividad y el desorden rival, llegó solo hasta la línea de fondo y dejó que Piatti marcara el gol del empate cuando el reloj ya miraba a los vestuarios.

Así, con caos y más miedo que ganas, el Atlético no fue capaz de ganar su primer partido. Sin fútbol, con síntomas evidentes de depresión en algunos jugadores, sin mimbres por una caótica planificación de plantilla y con gotas de anarquía que dejan en mal lugar al técnico. La redención parece más lejana y el futuro de Abel más próximo a la puerta de salida.

El Almería no mereció el punto que se llevó a última hora. Fue un rival ramplón, con más ansia de destruir que de generar fútbol. Pero a los 20 minutos se encontró en un escenario que Hugo Sánchez no había preparado en su laboratorio. Crusat entendió a la perfección que con Pablo y Juanito en el equipo, debía de ir contra ellos de inmediato, trazar diagonales para sacarles de sitio y airear sus defectos con sus diminutas zancadas. La reacción de la grada fue fulminante. Bronca, histeria, aunque nadie hasta el final se giró hacia el palco, como el día del Racing, para pedir explicaciones del hundimiento. O de las decisiones incomprensibles: Agüero, la luz que da esperanza, renqueante de una sobrecarga, comenzaba en el banquillo por temor a un mal físico mayor. Y, sin embargo, con el marcador a favor y casi sin tiempo para nada, en el 75, Abel se arriesgó a empeorar su lesión y lo sacó al campo.

El Atlético fue otra vez una caricatura. Y eso que Cléber sacó de un lío a ese público que no le soporta y empató. Fue mejor el brasileño que JUrado, pero su trote llena de rabia al Calderón. Y, sin embargo, al ex madridista, ayer gris, la hinchada rojiblanca ya le vitorea con sólo dirigirse a la esquina para tirar un córner.

No hubo fútbol en el campo. Sólo pelotazos sin sentido que no concuerdan con la Liga de las estrellas. Es un planteamiento, el rojiblanco, en el que también hay que mirar al banquillo a la hora de pedir cuentas. Abel, aunque no es culpable de la plantilla que Pitarch le ha dado, volvió a cometer a errores que parecían superados. Dejó a Ujfalusi en el banquillo para que Pablo luciera de nuevo la rojiblanca. Arrinconó a Jurado en la banda izquierda y dejó que las pocas dosis de clase, toque y visión de juego las ofreciera Cléber

Con el gol de Forlán, un regalo de la fortuna, una acción sin ningún mérito detrás, el estado de ánimo cambió. El Atlético creyó sentirse seguro aun sin fútbol, porque su rival no existía. Y cuando ya pensaba irse con los tres puntos, recibió el último puñetazo al mentón. No contaba con Hugo y sus tretas. El Almería marcó y la victoria se desvaneció de nuevo en el Calderón. Dos puntos de doce posibles. El proyecto, casi sin nacer, ya se acabó.

Atlético (2): Roberto; Perea, Pablo, Juanito, Antonio López; Maxi (Simao, m.67), Assunçao, Cléber, Jurado; Sinama (Agüero, m. 73) y Forlán (Koke, m. 80).

Almería (2): Alves; Míchel, Chico, Acasiete (Nieto, m. 83), Guilherme; Soriano (Pellerano, m. 64), Bernardello; Juanma Ortiz (Corona, m. 61), Piatti, Crusat; y Kalu Uche.

Goles: 0-1 M. 27. Crusat gana por velocidad a la defensa y cede a Piatti, que marca a placer. 1-1. M. 28. Maxi dispara desde la frontal, el balón golpea en Chico y Cléber para marcar. 2-1 M. 55. Forlán aprovecha un mal despeje de Chico que rebota en Jurado y bate a Alves de zurdazo cruzado. 2-2. M. 88. Piatti, a placer, tras una buena jugada de Míchel por la banda derecha.

Árbitro: Iturralde. Amarilla a Acasiete, Assunçao, Cléber y A. López.

Calderón: 30.000 espectadores. Forlán falló un penalti (m.17).