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El Atlético recupera su importancia

'Hat trick' de un inconmensurable Falcao, que definió con clase

El Atlético anuncia otro destino. Otra clase de gentes y otro espíritu. Es verdad que la noche tuvo descuento, que marcó al principio de cada parte y que eso fue como jugar con las cartas marcadas. Pero vivió un partido tan profesional que no se aceptan reparos. Jugó con esa madurez y encontró futbolistas importantísimos en los últimos veinte metros. Y, sobre todo, Falcao, que se atrevió a hacer poesía con la pelota. Su tercer gol no se olvidará nunca. No sólo fue la solución final, esa prodigiosa caricia al balón. Fue también la manera de marcar los tiempos y de engañar a la defensa. Todo eso resumió a un Atlético veraz en medio de la lluvia. Pero antes de que apareciese Falcao, Diego hizo de sheriff. A la carrera, tuvo esa pausa que convirtió cada ataque en la conquista del Oeste.

Frente a esa autoridad, la Real Sociedad se sintió en comisaría. Jugó con inconvenientes toda la noche, con posesiones forzadas. Elustondo tuvo nervio, no ojos. Aramburu buscó en vano su sitio. Aún menos los dos regateadores del equipo, Vela y Griezmann, con las ruedas pinchadas. El resultado fue un equipo previsible que desesperó a Agirretxe, el delantero centro: tanta inquietud lo convirtió en su elemento más popular. Su mayor mérito, en cualquier caso, fue el de correr por toda Gipuzkoa. Con la pelota, sin embargo, no mató ni a una mosca.

Los hombres de Simeone jugaron un partido intachable y muy atento

El partido fue en una sola dirección. Tuvo un misterio leve, casi insignificante. Los dioses autorizaron rápido al Atlético. Marcó pronto tras un penalti que, si no se pita, no pasa nada. Pero ese gol puso letra a la música del Atlético, que tuvo un tirón muy profesional. Entre Gabi y Mario Suárez montaron el negocio en medio campo. El Atlético nunca renunció a esa diferencia. Ni siquiera en la primera parte cuando el marcador admitió la incertidumbre y la Real Sociedad peleó hasta el infinito. Tuvo pocos medios, pero sí alguna esperenza de que Vela agachase el balón al suelo. No fue posible. Sus futbolistas tuvieron la extraña habilidad de disparar al cuerpo de los enemigos. Ante eso, se impuso una reclamación forzosa de la hinchada. De sus labios salieron penaltis a mares. Pero eso no concursa. Sólo es la maldita voluntad.

La segunda parte fue directa al grano. Juanfran escribió ese capítulo. Tiene pinta de legionario y, si por él fuera, se tiraría días corriendo. El caso es que esta vez le puso el segundo gol en la boca a Adrián. Y lo hizo con la zurda, que no es su pierna. Atención a ese detalle, que no es ninguna broma. Con toda la comodidad posible, Adrián tuvo opción a uno, dos y tres remates, los que hubiera deseado. Fue la prueba de que la Real no saldría de la lona. La entrada de Xavi Prieto no neutralizó esa depresión. La diferencia no estaba en un futbolista, sino en un equipo. Y todo eso lo aprovechó Falcao para hacer amistades importantes.

La Real Sociedad se sintió en comisaría, incapaz de unir dos pasesNo fue una noche cualquiera la del delantero. Antes de lograr ese tercer gol, que fue una bendición de dioses, tiró varias paredes en las que no sólo puso precio a la pelota. También levantó la cabeza con familiaridad. Algo que a él no le sorprenderá, pero a la gente sí. Desde que llegó al Atlético había sumado entrenamientos así, no partidos. Pero ayer se cansó, definitivamente, de perder más oportunidades. Creó su propio destino en un Atlético que anuncia a gente muy hambrienta para a la segunda vuelta.

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