Este artículo se publicó hace 12 años.
El auténtico '9' de la Eurocopa
Mario Gómez desafía esta noche a Grecia en una Alemania que no sabe jugar sin delantero centro
En una Eurocopa, en la que el nueve está bajo sospecha, Mario Gómez (Riedlingen, 1985) rara vez perdona. Quizás sea la gran conquista de un futbolista, que ya supera los 50 partidos con la selección alemana. Incluso, ha llegado a ser el capitán un día ante Ucrania en el que faltaron Lahm y Schweinsteiger.
A los 27 años, Mario Gómez se ha acostumbrado a ser titular por encima de una leyenda como Klose. El desafío no enmudece su lenguaje. "Sólo trato de ayudar al entrenador a que se decida por mí". Aficionado a severas responsabilidades, Mario Gómez disfruta de la contundencia en el área. "Si fallo, el primero que se decepciona soy yo".
Pero también sabe que el gol forma parte de una industria muy especial y a veces ingrata, porque no siempre depende de los méritos del futbolista. "¿Y la suerte? ¿Y los postes? ¿Y el portero rival?", se pregunta en voz alta Gómez, que trabaja en el área desde hace nueve años, cuando empezó en el Sttutgart y mostró facilidad para hacer buenos negocios con el gol. Supersticioso y atrevido, aconsejó salir del armario a los futbolistas alemanes que fuesen gays. "Tenemos un ministro de exteriores (Guido Westerwelle) que es homosexual y el alcalde de Berlín (Klaus Wowereit) también es gay. ¿Qué problema van a tener los jugadores para reconocerlo?", añadió.
El gol como metaFutbolista sin indiferencia, al que se juzga a todo o nada, Gómez habla de la función del delantero centro como una pasión "que te mantiene en vilo, porque nunca terminas por descubrirla del todo". Y eso es lo que impide la rutina en un oficio para gentes duras como Mario, que pertenece a un grupo de inmigrantes andaluces que supo salir adelante en Alemania y ganarse la vida.
"Nunca he bajado de los veinte goles por temporada", se congratula MarioÉl, en realidad, es el reflejo de sus padres con una diferencia: el gol. Fue lo que provocó que en 2009 el Bayern Münich pagase 30 millones de euros por su fichaje y le ayudase a empezar un sueño que avanza sin grandes errores. Sin ser un seguro a todo riesgo frente al gol, las estadísticas no suelen maltratar su trabajo. "Nunca he bajado de los veinte goles por temporada".
Acostumbrado a la soledad del delantero centro y a la vanidad del gol ("que, sin embargo, no me confunde"), Mario Gómez es lo que es. Tiene su estilo, incapaz de abusar con el balón en los pies, y por eso siempre hay gente que no se conforma con él. Juega en un puesto como el de delantero centro, impreso en la historia de Alemania con nombres como los de Gerd Müller, Hrubersch, Voëller, Bierhoff o el mismo Klose, la mayoría de ellos capaces de entrar y salir del área con la pelota.
Convivir con las críticas y los elogiosPor eso hay sectores de la prensa que no entienden que en esta Eurocopa el titular sea Gómez y no Klose a pesar de sus 34 años y con más actividad en el resto del campo. "¿Cómo hubiese jugado Mario Gómez de no haber metido ese gol?", se preguntó el exinternacional Mehmet Scholl en televisión tras el primer partido de la Eurocopa de Alemania ante Portugal.
Su relación con la pelota se limita a lo imprescindible, pero con Hrubersch también pasabaLa realidad es que, a diferencia de España, Alemania no sabe jugar sin nueve. Y por eso siempre habrá gente como Gómez en el once titular. Y críticas que no tienen por qué dañar su autoestima. "En un país, como Alemania debe haber opiniones para todos los gustos, lo contrario no sería lógico". Y, en todo caso, el delantero expone su biografía que lo juzga como un tipo reputado al que Omar Hitzfield hizo uno de los mejores regalos de su vida cuando dijo de él: "Es tan importante para el Bayern Münich como Messi para el Barça".
Sin embargo, Mario nunca se dejó engatusar por los elogios. "Me ayudan a superarme". Y es lo que trata de hacer ahora, en su primer gran torneo internacional como titular con Alemania y en el que está obrando con suma puntualidad en el área. El resto de su vida no miente. Mario Gómez es lo que es. Su relación con la pelota se limita a lo imprescindible, pero con Hrubersch también pasaba. Y, sin embargo, ganó muchos partidos en la Alemania de Rummnigge, Breitner o Littbarski. Así que Mario, que está en una edad óptima, 27 años, no teme a la historia, porque de alguna manera le da la razón. Sólo es cuestión de enchufar goles y esta noche ante Grecia, un equipo experto en defensa, tiene otra oportunidad de oro.
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