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Ballack incendia Alemania

La Mannschaft es un volcán tras la marcha forzada de la concentración del crack a causa de su guerra del brazalete con Lahm

LADISLAO J. MOÑINO

Ballack abandonó en la tarde noche del lunes el Vermont Hotel de Centurión humillado y vejado igual que a un general al que le arrancan a tirones las medallas de su casaca. A menos de 24 horas de enfrentarse hoy a España, Alemania era un volcán. La presencia de Ballack en el seno de la concentración germana era un elemento inflamable que terminó por explotar.

La versión oficial dice que los médicos alemanes han estimado la conveniencia de que continúe con su recuperación en Luxemburgo. La realidad es muy distinta. Ballack abandonó Suráfrica porque el grupo le ha dejado de lado y porque entendió que le estaban rebajando su estatus de máxima estrella del fútbol alemán y de la selección.

Su presencia en el hotel no fue bien vista desde el principio por Lahm, actual capitán de la selección, ni por la mayoría de sus compañeros, que se han puesto de lado del lateral del Bayern. Estaban hartos de los privilegios del que por derecho es el capitán oficial, pero no el moral.

Esos galones le corresponden a Lahm, que en una entrevista al diario Bild encendió la mecha cuando le preguntaron por el brazalete una vez que Ballack volviera a la selección: 'Es obvio que me gustaría mantener el brazalete. Ser capitán de mi país me produce un gran placer. ¿Por qué debería abandonarlo?'. Si haces tu trabajo en el campo y lo tienes bajo control, como es mi caso, uno quiere más responsabilidades'. Lamh hizo esa defensa de su capitanía en presencia de Löw, el seleccionador alemán, que calló ante el entrevistado y el entrevistador.

Sus compañeros estaban hartos de los privilegios del capitán oficial

Ballack pudo comprobar que sus ínfulas de cacique ya no tenían ningún efecto. Entre los privilegios de los que gozaba estaba tener a su plena disposición a todo el cuerpo médico de la selección en pos de lograr una recuperación rápida y perfecta de su lesión de rodilla.

Tras el partido contra Argentina, comprobó que su lesión había pasado a segundo plano. Le advirtieron que la prioridad de los servicios médicos era para Khedira, Friedrich y Cacau, los tres con problemas que podían dificultar su presencia en el partido de hoy. La secundariedad adquirida por su recuperación, las declaraciones de Lahm y el vacío que le ha hecho el vestuario han provocado la espantada de Ballack.

Sus compañeros consideraban indiferente que estuviera allí para dar apoyo moral. Se siente fuertes sin él y el fútbol de Alemania ha ganado fluidez sin su presencia. El propio Ballack ha procesado que no le necesitan para nada. Si primero fue Schuster el que bendijo su ausencia, ayer fue Matthäus el que también la agradeció: 'Alemania juega mejor sin él y tiene éxito, debería renunciar. Otros jugadores han asumido el liderazgo y se han formado nuevas jerarquías. Entiendo su ambición y sus ganas de regresar, pero no se hará otra vez joven'.

La andanada de Matthäus no es la única que está prevista. Lahm, Klose, Schweinsteiger y Friedrich, los nuevos cabecillas de la Mannschaft, tienen previsto una reunión con Löw para expresarle los deseos del grupo, que no son otros que el mantenimiento del brazalete en el brazo de Lahm si es que Ballack regresa algún día a la selección.

Bierhoff, director deportivo de Alemania, ejerció de apagafuegos: 'Cualquier debate sobre la capitanía es innecesario. No es el momento, tenemos un partido decisivo contra España. Ballack necesita mucha rehabilitación, facilidades especiales y mucho tiempo', agregó Bierhoff, que así confirmó las demandas prioritarias de Ballack. Tambié anunció que, si Alemania elimina España regresaría para la final, lo que está por ver y no entusiasma al vestuario.

Por su parte, Löw se limitó a decir que 'entiendo las palabras de Lahm, pero la capitanía es algo que decide el seleccionador y ya tendré tiempo de valorarlo'.

 

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