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El Borussia, la portería caída y Herrerín

El actual delegado del Real Madrid tuvo que acudir a la Ciudad Deportiva, saltar una valla y pagar a un camionero para poder suplir el arco destrozado en aquella recordada semifinal de Champions de 1998

EFE

Miércoles 1 de abril de 1998. El Real Madrid disputa ante el Borussia de Dortmund la ida de las semifinales de la Liga de Campeones en el Santiago Bernabéu. Antes del pitido inicial, una portería del fondo sur se viene abajo. Entonces, aparece la figura de Agustín Herrerín, el héroe anónimo de la Séptima, que arregló un entuerto que todavía se recuerda por Europa.

Catorce años después de aquello, el conjunto alemán vuelve a visitar el feudo madridista en un momento más relajado. La fase de grupos no se puede equiparar a unas semifinales y menos cuando en aquella época el Real Madrid llevaba 17 años sin disputar una final. La última, la había jugado en 1981 ante el Liverpool. Por eso, todo el madridismo estaba pendiente de un encuentro histórico. Y por eso, el estadio blanco se llenó hasta la bandera para ser testigo de un encuentro que a punto estuvo ser suspendido por un incidente surrealista.

Lo protagonizaron los Ultras Sur, que derribaron la portería que estaba en su fondo amarrada a las vallas de protección. Estas cedieron y con ella la portería se vino abajo. Entonces, comenzó una serie de hechos que llevaron a Agustín Herrerín, entonces ayudante del delegado de campo Julio Casabella, a tomar una serie de decisiones fundamentales para salvar un partido que, sin su intervención, probablemente tendría que haberse aplazado.

La portería no se podía recuperar y el árbitro, el holandés Van der Ende, decidió esperar para ver si se conseguía arreglar el marco. Mandó a todos los jugadores a los vestuarios y durante algo más de una hora, Herrerín protagonizó una serie de hechos que convirtieron una misión imposible en un milagro consumado.

Lo más normal habría sido buscar una portería de repuesto dentro del estadio, pero no había. Entonces, todas las miradas de Herrerín se centraron en la Ciudad Deportiva, a dos kilómetros de distancia. Hasta allí fueron a por un marco, pero se encontraron con que no había nadie dentro de las instalaciones.

Herrerín saltó la valla de seguridad, se rompió los pantalones y dentro de encontró a un camionero que estaba cenando. A cambio de 85.000 pesetas de la época, consiguió convencerle para trasladar en su vehículo una de las porterías de entrenamiento de la Ciudad Deportiva hasta el Santiago Bernabéu.

Castellana abajo, el camión se encaminó hacia el estadio madridista, donde tuvo que superar otro obstáculo. La portería casi no cabía por uno de los vomitorios y hubo que hacer un puzzle para encajarla hacía el césped. El árbitro, que estaba siendo presionado por los alemanes para que suspendiera el partido, aguantó el chaparrón y cuando la portería estuvo encajada, comprobó su estado.

Van der Ende dio un fuerte golpe a uno de los postes y cuentan que ésta, tras ser atada y fijada, se tambaleó. Aún así, no esperó mucho más y a las 22:01 comenzó el partido una hora y cuarto más tarde de la hora fijada. En el Mundial de Estados Unidos en 1994, durante un Bulgaria-Alemania, una portería se reemplazó en seis minutos.

Aquel día se tardó mucho más tiempo. Pero podría haber sido infinito si no llega a ser por la audacia de Agustín Herrerín, ahora delegado de campo del Real Madrid, donde lleva cuatro décadas trabajando. Ahora tiene 77 años, y con 63 fue uno de los héroes anónimos de la Séptima. Gracias a él, se inició un encuentro que desembocó en la final que el Real Madrid ganó al Juventus. Herrerín fue el héroe de la portería.

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