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Brasil hunde a Italia

Los goles de Luis Fabiano y la velocidad de los de Dunga ridiculizan a la campeona del mundo

LADISLAO J . MOÑINO

Sin la casta que se le presupone a un campeón del mundo, sin jerarquía alguna, Italia se despidió de la Copa Confederaciones. Ni siquiera cuando con un gol le bastaba para clasificarse dio sensación de peligro. Italia se va de Suráfrica mirándose el ombligo y preguntándose sus males, que son evidentes.

El armazón que ganó el Mundial de Alemania ha envejecido o se ha pasado de rosca, como Cannavaro. También padece una alarmante falta de calidad. Es la primera vez en muchos años que acude a un campeonato sin una gran figura, sin un 10 al estilo Baggio, Del Piero o Totti. Cuando quiso jugar al fútbol de inicio, como ayer, se dio cuenta de que no tenía futbolistas.

Lippi hizo un intento de dibujar un equipo ofensivo y se cargó a Gattuso. Toda una declaración de intenciones. Una renuncia a todo aquello que tanto le ha dado a Italia. El esfuerzo, la solidaridad, el riguroso trabajo táctico pasaron a un segundo plano ante la necesidad de ganar. Lippi situó a Pirlo por delante de De Rossi y Montolivo para tratar de hacer daño con el balón cerca del área.

El problema es que Italia casi nunca tuvo la pelota. Se la quitó Brasil desde el primer minuto. Y Pirlo, que volvió a sus orígenes de cuando era un prometedor mediapunta en el Inter, duró lo que le permitió su físico. Gilberto Silva y Melo gobernaron el medio del campo con una autoridad insultante.

La aportación de Melo está resultando fundamental en un concepto: agiliza la salida del balón. Es la primera mecha que enciende los contragolpes que conducen Kaká o Robinho. Ayer se dio un festival de aperturas a un toque con el exterior del pie que rompían una y otra vez la primera línea de presión italiana.

Que el partido era de Brasil se empezó a ver desde que Ramires estrelló en el larguero un mano a mano con Buffon y Maicon otro, en el poste. Italia ni tenía fútbol ni pizarra. Jugó desorientada, con errores y con una falta de compromiso inquietante cuando tenía que hacer balance defensivo. Sí, a los maestros del repliegue Brasil los fundió a contragolpes. Una mala entrega y Robinho, Kaká o Ramires salían como balas. Así llegó el primer gol.

Un robo, una conducción fulgurante de Robinho y una culminación sencilla de Luis Fabiano. El segundo tanto nació de una gran jugada colectiva. Otro contragolpe mortal en el que Robinho dejó pasar el balón ante Dossena para que Luis Fabiano remachara con todo a favor por encima de Buffon.

El delantero del Sevilla ya se ha colocado junto a Villa y Torres en lo más alto de la tabla de goleadores, aunque su guerra es otra de mayor calado. Con Ronaldo muy lejos de ser el que fue, con Adriano subido en ese ascensor anímico que le hunde, Luis Fabiano está ante la gran oportunidad de su vida. Puede aterrizar el año que viene en el Mundial con el nueve de Brasil a la espalda.

Hasta el momento es el delantero que mejor resultado le ha dado a Dunga desde que se hizo cargo de la selección. Hasta hace poco su mayor competencia era el excéntrico Vagner Love. Esta Copa Confederaciones le puede despejar del todo el camino al delantero del Sevilla. Sus condiciones encajan a la perfección con las rápidas transiciones que pretende Dunga cuando recuperan la pelota.

Luis Fabiano aguanta la velocidad de Robinho y Kaká para acompañar los contragolpes. Ahí es letal Brasil. En otro, Robinho le quiso regalar el tercer tanto a Luis Fabiano, pero Chiellini se anticipó para introducir el balón en su propia portería. Fue de las pocas acciones en las que Robinho no trató de firmar la jugada del partido o del torneo. Quiso bailar a los italianos, pero estos ya no estaban ni para eso.

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