Este artículo se publicó hace 12 años.
El brasileño que halla la inspiración en el trabajo
Jonas ha logrado ser internacional desde que llegó al Valencia
Emery pide "presión, más presión" para esta noche frente al Barcelona. Incluso a un delantero como Jonas, a quien también le grita en voz muy alta: "Vamos todos a la vez". Hace décadas hubiese sido una petición extraña para un futbolista brasileño. Romario, sin ir más lejos, no le consintió órdenes de ese tipo a Luis Aragonés en el mismo Valencia. Es más, el delantero se irritaba y le contestaba. Luego se arrepentía, porque lo hacía con la cabeza caliente. Tenía que llegar a casa para que su mujer le tranquilizase. Emery nunca tendrá ese problema con Jonas Gonçalves (Bebedouro, 1984). Es hijo de maestros "mi padre, de Matemáticas y mi madre, de Ciencias" que le dejaron una idea de la vida: "Sólo si trabajas encuentras la inspiración".
Jonas, en realidad, es un futbolista genial. Un tipo con el que no se aceptan las previsiones. Tiene algo más que le aparta de la arrogancia. Nunca fue un elemento propagandístico. Ni siquiera cuando fue el héroe goleador del Gremio. Acepta que es "más rápido con balón" que sin él. Pero eso no le impide hacer trabajos más ingratos en el césped. Jonas no sólo es hijo de maestros. También se crió en una generación distinta de futbolistas brasileños. No devoraba los vídeos del Mundial de México 70 y, a diferencia de sus antepasados, los nombres de Mauro Silva, Dunga o, incluso, Mazinho sustituyeron a los de Tostao, Rivelinho, Carlos Alberto o Pelé. Jonas tenía 10 años cuando vio ganar a Brasil el Mundial de EEUU 94 con esas gentes de orden táctico. Fue un mensaje para todos. El mundo había cambiado. Brasil había cambiado.
Emery le pide que presione y él acepta: "Si no ayudas no eres nadie"
Sus padres llevaban razón. El fútbol era como los libros. Había que dedicarle trabajo. Un gol decide, un desplazamiento largo también. Y Jonas tenía esa facilidad. Pero hay otra parte íntima que queda para uno mismo: "Un futbolista que no ayuda a sus compañeros no es nadie". A los 20 años, Jonas lo comprobó en su primera gran experiencia en el Guaraní. Jugaba de mediocampista entonces. A diferencia de Mauro Silva o Dunga, campeones del mundo, tenía esa fragilidad que no le garantizaba el éxito en los balones divididos. Aprendió a superarse. "Tenía que mejorar en mi cualidad técnica".
Fue en el Guaraní, un club que en el pasado atendió a gente de la categoría de Careca, Renato, Elano, Djalminha o Luiçao. Jonas, sin embargo, fue un jugador más tardío. "Hasta los 20 años no firmé mi primer contrato serio", recuerda. "Vivía en casa, estudiaba Farmacia y no quería separarme de mi familia". Pero antes de que fuese tarde se decidió a dar el paso. Y fue lo que permitió descubrir que Jonas era algo más que un mediocampista.
Jonas es un jugador tardío, hasta los 20 años no vio su primer contrato
En el Gremio se convirtió en delantero con una hermosa estadística. Antes de venir al Valencia logró 37 goles en 59 partidos, con un ingrediente más: "También me gusta dar pases de gol. No soy nada egoísta". Quizá por eso ha formado tan buena sociedad con Soldado, un tipo de su corte. Gente sin arrogancia a la que estos dos últimos días Emery, el entrenador, ha machacado a voz en grito. "Presión, más presión". Quizá para recuperar el pasado como, por ejemplo, aquel Valencia del Piojo López y Mendieta que tantas veces se cargó al Barça jugando a la contra.
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