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Bruno Hortelano: "Si hubiese perdido la mano, tampoco era el fin del mundo"

A corazón abierto. Tres meses después de su grave accidente, Bruno Hortelano tiene esta conversación con 'PÚBLICO' donde su emoción pone los pelos de punta. "En la UCI vi a mi lado gente que no tuvo la suerte que tuve yo de salir de allí", explica a los 26 años.

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El atleta Bruno Hortelano posa en una pista de atletismo cubierta.

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MADRID.- El drama ya se fue: dejó sus secuelas, sobre todo estéticas en esa mano derecha después de una reconstrucción masiva. Pero ya sólo queda su sombra. La sombra de aquella madrugada y de aquel accidente en el kilómetro 27 de la Carretera de La Coruña en el que Bruno Hortelano (1991) se expuso a lo peor. Pudo perderlo todo, hasta la vida. Hoy, sin embargo, es un tipo capaz que acaba de volver de diez días de vacaciones en Nueva York y que por ahora ha fijado su domicilio en el CAR de Sant Cugat, donde somete a su mano a doble sesión de trabajo, mañana y tarde, “para volver a ser el que era”.

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Pregunta. ¿Volvió a la vida?

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A fallback.

Respuesta. No me fui nunca. Pero, sí, fue un accidente feo que provocó mucho susto y en el que las noticias de si iba a perder la mano alargaron ese susto, esa palabra, mano catastrófica… No fue nada bonito, claro.

¿Y cómo fue usted consciente del susto?

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"Del accidente no recuerdo nada. Sólo recuerdo despertar, a las tres o cuatro horas en el hospital Doce de Octubre, un poco antes de entrar en el quirófano"

No, del accidente no recuerdo nada. Sólo recuerdo despertar, a las tres o cuatro horas en el hospital Doce de Octubre, un poco antes de entrar en el quirófano. No sabía lo que pasaba. No tenía idea. Estaba totalmente desconcertado y sólo acierto a recordar la voz de aquellas enfermeras que me decían: ‘calma, que todo va a ir bien’.

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¿Y cuando vio su mano?

Estuve un tiempo sin verla. No me atrevía. No quería que esa imagen se convirtiese en una pesadilla que fuese a complicar mi recuperación. No era mi solución la de ver la mano y, de hecho, no la vi hasta que me trasladaron a Barcelona, porque entonces, ya sí, ya había llegado el momento.

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¿Y ahora que tiene la mano a su lado?

"Es una mano fea, no es una mano normal, ahí con un injerto de piel, con sus anomalías, no vamos a engañarnos. Pero yo la veo y me parece preciosa"

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Ahora, la veo y veo lo mismo que vería usted: es una mano fea, no es una mano normal, ahí con un injerto de piel, con sus anomalías, no vamos a engañarnos. Pero yo la veo y me parece preciosa, porque ya la puedo usar casi para todo, hasta para escribir, y sentir eso, el hecho de sentirlo, después de haber pasado por un accidente tan grave… No sé ni como explicarlo.

Aquí tenemos tiempo

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No sabía si iba a poder volver a utilizar la mano…

¿Volvió al kilómetro 27 de la Carretera de La Coruña en el que se produjo el accidente?

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No, no he vuelto.

En realidad, ahí no se acabó nada

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"Me he ido de vacaciones unos días a Nueva York y no he dejado de trabajar la mano, porque el accidente me ha dado más hambre, me ha cambiado"

No, no, esa es mi idea. No se ha acabado nada. He salido reforzado, incluso. Me ha convencido de que hay obstáculos que parecen insuperables y que, sin embargo, se pueden superar. Me he ido de vacaciones unos días a Nueva York y no he dejado de trabajar la mano, porque el accidente me ha dado más hambre, me ha cambiado, me ha dado ese impulso…

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¿Y lo necesitaba?

No. Quizá no. Pero después de esto ya doy más importancia a lo que quieres, la necesidad de que no hay nadie más fuerte que la creencia que tú tienes en ti mismo o de que, al final, puedes creer en casi todo lo que te propongas, ¿cómo?, yo hubo días en los que estaba en la cama y no sabía si volvería a utilizar la mano y ahora que la tengo, ahora que la uso... Tengo que creer en todo...

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Fueron muchos horas las que pasó en el hospital

"Llorar también es importante, te hace sentir mortal y te invita a pelear, con más fuerza si cabe, por no arrancar de tu vida esos sueños que te acompañan desde hace tanto tiempo"

Fueron muchos días tumbado en la cama, días en los que, incluso, me dolía todo el cuerpo. Mis huesos acusaban el impacto. Uno es humano y el golpe, pese a llevar el cinturón de seguridad, fue enorme. No sé si sabe que también tuve un corte en la cabeza. Al principio, no me podía ni mover y, una vez que todo eso pasó, ya sí es verdad que tuve más tiempo para mí, para reflexionar, para pensar en la gente que me ama y hasta para llorar.

¿Lloraba de rabia?

No, lloraba porque llorar también es importante. Te hace sentir mortal y te invita a pelear, con más fuerza si cabe, por no arrancar de tu vida esos sueños que le acompañan a uno desde hace tanto tiempo…

Hortelano posa hace unos días con la medalla de oro de la Real Orden al Mérito Deportivo.

¿Tuvo miedo de que el atletismo fuese a acabarse para usted?

No soy de eso. No tengo esa tendencia y mire que la respuesta natural pudiera que fuese ésa, ‘Bruno, tienes que prepararte para que esto vaya mal’. Pero es que, aunque hubiese ido mal, tampoco era el fin del mundo. Y si hubiera perdido la mano ¿qué hubiera pasado? ¿mi vida iba a acabarse?

No sé

No, no, todo lo contrario. Por eso creo que mi reacción fue la más primitiva de todas, la de la supervivencia, la de mi familia o la de mi propio primo, porque ese accidente no lo sufrí solo yo… También quería pensar en él. Necesitaba hacerlo.

¿Cómo ha sido su vida estos meses?

"Han sido tres meses largos. No sólo ha sido la mano. Perdí toda esa masa muscular que me ayudaba a competir y todo eso hay que recuperarlo"

Ha sido distinta. En realidad, han sido tres meses largos. No quiero engañarle. No sólo ha sido la mano. También he tenido que hacer una recuperación activa del cuerpo. Perdí toda esa masa muscular que me ayudaba a competir y todo eso hay que recuperarlo. Así que no sólo han sido horas con los fisioterapeutas, mañana y tarde, para recuperar la mano. Ha sido mucho más.

Se apartó usted del mundo

"En a UCI vi a personas que estaban conmigo y que, a diferencia mía, no tuvieron la suerte de salir de allí"

No, del mundo no; de los medios o del teléfono, sí. Pero tenía que hacerlo. Necesitaba ese espacio. Necesitaba todas mis fuerzas para lograrlo desde que entré en la UCI y vi a personas que estaban allí y que, a diferencia mía, no tuvieron la suerte de salir de allí…, y eso es tan real, más real que todo lo que puedas leer en un libro o ver en una película. Por eso desde aquel día sé que nunca podré prepararme para que me pase algo así. Pero sí sé que uno tiene que tener el estilo de vida en el que caben esas cosas, porque pueden pasar.

Fue un Master de la vida entonces

No, fue lo que me pasó. Fue lo que viví. Recuerdo que en el hospital me hice amigo de un enfermero. Tuve conversaciones con él en las que me hablaba de cosas que a mí no se me había ocurrido ni pensar, de cirugías, de ingresos… Hoy echo la vista atrás y veo que todo eso ha sido vida. Otra vida pero vida.

La gente quería saber si usted podría volver a levantar pesas

"Si tenemos posibilidades de reinventarnos en la vida a lo mejor esta puede ser una de esas veces"

Pero nunca ha sido mi principal preocupación. He hablado con algunos entrenadores que han pasado por situaciones similares y me convencieron de que siempre se pueden buscar alternativas. Si tenemos posibilidades de reinventarnos en la vida a lo mejor esta puede ser una de esas veces.

¿Qué kilos era capaz de levantar usted con esa mano derecha?

No sé; con una mano no sé, pero con las dos he llegado levantar una barra de más de 100 kilos… Pero le vuelvo a decir que no tema por eso. Insisto que ahí no estaría el problema. Sólo tenemos que demostrarlo. No hay que hacer todo como se ha hecho siempre: yo mismo hasta ahora era diestro y ahora… (risas) Ahora ya soy ambidiestro, ya sólo me falta empezar a escribir con la mano izquierda..., pero todo se andará...

¿Hasta qué punto importa la mano en una carrera de 200 metros?

Siempre importa, todo importa. Y, sobre todo, en las salidas, las manos son las que te sujetan y no debes sentir dolor. Pero es algo que ya estoy haciendo y cada día que pasa me siento mejor. Ni siquiera en los cambios de temperatura siento dolor y me alegra… Me hace feliz. Me demuestra que esto va bien.

¿Será su triunfo entonces el más realista?

Sí, eso espero. Estoy trabajando para volver a ser como era y si puedo volver a correr bien… Pero no es ni más ni menos realista que hace cuatro años cuando fracasé para ir a Londres 2012. Me puse un reto de cuatro años destinado a los JJOO de Rio de Janeiro que fueron maravillosos. No podía ni imaginar lo que ocurrió; todo ese amor, todo ese apoyo, toda esa energía. Pero aquellos cuatro años también se hicieron duros. Llegué a romperme un abductor en 2014 y no podía entrenar normal. Comprobé que uno puede perder pero al final siempre se puede volver…

El dolor nos humaniza

"Cuando me pasó esto no pensé en el rencor, pensé en el reto, en un reto personal muy serio en el que no sólo estaba yo, también estaba mi familia"

Es difícil. Nadie quiere vivir con dolores crónicos pero hay gente que tiene que vivir, incluso acostumbrarse a entrenar con ellos. Hay deportistas que lo hacen y nos demuestran que siempre podemos luchar. Por eso cuando me pasó esto no pensé en el rencor. Pensé en el reto, en un reto personal muy serio en el que no sólo estaba yo. También estaba mi familia, que lo pasó fatal y que lloró muchos días a mi lado: llorar juntos era una manera de soltar la emoción acumulada de todos estos años. Por eso si ahora puedo intentar devolverles todo esto que han pasado por mí…

¿Qué más aprendió estos meses?

De los médicos. Sobre todo, de los médicos, que son capaces de hacer casi cualquier cosa, el doctor Mir y lo que ha hecho, ha sido increíble...

Usted quiere ser médico

"Si la gente le da importancia a lo que tú haces en la pista es porque eres capaz de demostrar que lo difícil, al final, tampoco es imposible"

Sí, será la siguiente etapa de mi vida. Pero antes quiero volver a correr. Y si vuelvo es para superarme y para vivir días como los de Amsterdam, los de Río o la misma noche aquella en Moratalaz en la que empezó toda esta explosión mediática para mí. De lo contrario, si no vuelvo a alcanzar el nivel de antes, no merecería la pena. Lograrlo sería un reflejo de mi vida o de como quiero que sea mi vida. No sé vivir de otra manera. No me importa reconocerlo.

Ha estado brillante usted: me deja sin palabras

No, es la responsabilidad del atleta. Si la gente le da importancia a lo que tú haces en la pista es porque eres capaz de demostrar que lo difícil, al final, tampoco es imposible. No sé si lo lograré, pero quiero intentarlo; de otra manera pero intentarlo. No todos los años pueden ser iguales.

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