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Button es más que un gran coche

El británico, que meditaba hasta hace poco dejar la F1, se ha convertido en el máximo aspirante al título

VÍCTOR SEARA

Tres victorias en cuatro carreras y dueño de un liderato claro. La historia de Jenson Button, que hace apenas tres meses no tenía ni idea de lo que iba a hacer de su vida si Brawn no nacía como escudería, sigue sorprendiendo. Y de acuerdo a lo que se presume, la era triunfal no ha hecho más que empezar.

En el mes de diciembre, Button regresaba de Canarias en un vuelo de bajo coste. Se había estado entrenando a fondo con su preparador físico. Tenía grandes esperanzas en el año 2009 y sabía que el proyecto de Honda era ganador, ya que se habían concentrado hacía mucho tiempo en él. Sin embargo, cuando bajaba del avión, recibió una llamada en su móvil que hizo que se le cayera al suelo. Se quedaba sin equipo para correr.

La novela que vivió desde ese instante no tiene desperdicio, pero una vez tuvo las cosas claras y supo que Ross Brawn tenía el futuro asegurado como director de su propio equipo, rechazó una por una las ofertas que recibió de otras escuderías y se centró en lo que iba a venir.

Hoy, apenas tres meses después, se perfila como el gran candidato al título. Tiene una diferencia cada vez más amplia con los colegas que vienen detrás, que no saben qué hacer para darle caza. Lo mejor para él es que no sólo cuenta con un buen coche, sino que teniendo nada menos que a Ross Brawn a su espalda, la aplicación de estrategias que le mantengan a la cabeza del campeonato está asegurada.

Desde finales de la década pasada, Brawn era el hombre que pensaba por Schumacher en el muro de boxes mientras el alemán corría como un jabato. Cuando Michael quiso hacerse el Ross en Malasia este año, la broma le costó cara a Ferrari. Brawn piensa más que nadie y mantiene la calma cerebral justa en los demoníacos momentos de cada G. P.

A sabiendas de que tiene a Ross Brawn detrás, las razones de Button son nulas para perder la calma que le caracteriza. Por eso, no se trata sólo de un coche. Aunque sea una excelente máquina, es él y su coche. Lo mismo sucedió en 2004, cuando BAR-Honda le proporcionó una herramienta eficaz y subió al podio todas las veces que pudo: diez. Fue el mejor detrás de la aplanadora Ferrari. Tercero tras Schumacher y Barrichello, su actual compañero.

Este año ha vapuleado al brasileño de manera clara. Este sufre para pisar el terreno de los cinco primeros mientras que Button, controlado de manera magistral desde el muro por Brawn, prosigue su inexorable camino hacia el título. No sólo se trata de su coche. Es él.

 

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