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El Calderón hace llorar a Quique

Los rojiblancos se aseguran su presencia en Europa

JOSÉ MIGUÉLEZ

 

Quique Sánchez Flores dejó el Calderón con lágrimas en los ojos. Lo pisaba por última vez como entrenador del Atlético y el público le regaló gritos de cariño y de agradecimiento a modo de despedida. Mientras rodó el balón, el estadio se mostró más dividido (sobre todo cuando los gritos del Frente a favor del entrenador se unieron con reproches a Forlán), pero a la conclusión del duelo, el apoyo fue unánime y emocionante. No ha sido un buen año el del Atlético, pero el público, que sabe que este club se mide en títulos, no es de los que pierde la memoria. Y Quique se va tras dejar dos en las vitrinas.

Era un partido oficial, el último de la temporada en el Manzanares, pero los puntos, con el Hércules ya descendido, sólo los necesitaba el Atlético, que tenía sin cerrar su presencia en Europa (ya no) y la fecha en la que fijar el regreso de sus vacaciones. Era un partido oficial, pero realmente era más otra cosa, una consulta popular sobre la última herida abierta en el interior del vestuario (Quique dejó fuera de la convocatoria a Forlán horas antes del partido) y, sobre todo, un espacio para las despedidas, una segura (el técnico) y unas cuantas muy probables (el honesto uruguayo, De Gea, quién sabe si hasta el Kun...).

El técnico deja fuera de la convocatoria a Forlán horas antes del partido

El partido se lo puso el Atlético muy pronto de su parte. Casi al primer intento, tras una omisión inteligente del Kun, que hace bien todo, incluso cuando lo que le toca es apartarse: al
argentino le sorprendió en fuera de juego un balón muerto dentro del área, tras un remate de Suárez que se ablandó tras tropezar en la zaga alicantina; así que se desentendió y dejó que, dormido el Hércules, acudiera Domínguez con la caña.

El central, de paso, estrenó simbólicamente el plebiscito de la grada. Su gol podía interpretarse como un pequeño triunfo del frente anti-Quique (al técnico cabe achacar la gris temporada, sobrecargado de suplencias, del canterano). Pero su celebración, con un beso sentido al escudo, le dibujaba en el sector contrario a lo que representa Forlán y su hiriente desapego.

División de opiniones durante el partido; ovación unánime al final

El Frente Atlético (al que el entrenador recibió en audiencia nada más acceder al cargo) dejó clara al instante su posición: el 'Quique Sánchez Flores' sobre la música del mítico 'Radomir, te quiero' y el 'uruguayo' de toda la vida cerrado con un nítido 'mercenario'. Una parte del público silbó la propuesta de los ultras. Por ahí, el Calderón se mostró dividido. Y así lo estuvo cada vez que, de rato en rato, la cantinela volvía a sonar. La grada sólo se volvió unánime al final. Y también al ovacionar a una tacada de jugadores: De Gea, Kun y Reyes, a la cabeza.

El foco estaba lejos del césped, aunque el balón sí rodaba. El Atlético lo vio muy fácil. Sin necesidad de descolgar una gran tarde de fútbol, si creó oportunidades para una goleada. Reyes se hartó a fabricarlas. Pero, en el último instante, a los rojiblancos (Kun, Koke, Juanfran, Mario Suárez...) les traicionó la puntería.

El Hércules aprovechó la falta de acierto rival para lanzar un par de sustos. De Gea dejó en nada el primero (le detuvo un penalti a Trezeguet) y no supo contestar el segundo, en una sorpresa desde la esquina que volvió a retratar como muy tierno a Pulido en su estreno liguero. Pero Reyes respondió enseguida y no dejó que el miedo entrara en el cuerpo del Calderón. No era un día para discutir los puntos, sino para airear emociones. Y ahí ganó Quique. La gente le dio las gracias.

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