Público
Público

Los cambios del éxito

Nadal ha recibido de manos de Manolo Santana en la primera jornada del Masters de Madrid el trofeo que le acredita como número uno del mundo. El mallorquín ha conseguido adaptar sus golpes de tierra a superficies duras para liderar la lis

GONZALO CABEZA / EFE


El español Rafael Nadal ha recibido el trofeo que le acredita como número uno del mundo durante la primera jornada del Mutua Madrileña Masters Madrid.

De manos de Manolo Santana, director del torneo, y ante unos ocho mil aficionados que se congregaron en este recinto para aplaudir a su ídolo, entre ellos los padres de Nadal, su hermana Maria Isabel, y los miembros de su equipo, Nadal recibió el cuadrado de cristal que le nomina como rey de la clasificación mundial.

'Se lo agradezco a mi familia a todo mi equipo, y también a vosotros (público) que siempre me habéis tratado muy bien', dijo Nadal que luego, con el trofeo en mano, dio una vuelta al rectángulo.

Era 5 de junio de 2005 y París observaba la eclosión de una estrella. Rafael Nadal, que llevaba una magnífica temporada sobre tierra batida, acababa de ganar el primer Roland Garros que disputaba. Sólo Mats Wilander había conseguido esa hazaña en 1982. La base del gran tenista que es ya se encontraba en aquel chico de 19 años recién cumplidos. El mundo del tenis veía en él un sobresaliente jugador de tierra, pero quedaban dudas sobre su capacidad en otras superficies. Para muchos, era sólo el típico español, maestro en pistas lentas y con serias dificultades en campos rápidos, lo que le impediría instalarse en el número 1. Entre los españoles, sólo Moyá y Ferrero habían llegado a esa posición de honor, tras alcanzar una final de Grand Slam en pista dura.

Nadal quería superar los horizontes del tenis español, pero con el estilo de juego que mostraba en aquel momento habría sido imposible: tenía que cambiar cosas para llegar a dominar en la pista dura, donde el juego es más rápido y el bote, de menor altura. El juego poderoso del manacorí en tierra tenía que traducirse en un dominio de otras superficies.

El español siempre ha utilizado una empuñadura oeste, que beneficia a los jugadores de fondo. Solo la cambia para realizar golpes cortados y dejadas. Ese tipo de agarre le posibilita un efectivo golpe liftado, el más pesado del circuito. Se calcula que un tiro del español da vueltas sobre sí mismo a 33.000 revoluciones por minuto, un 20% más que otros jugadores como Federer o Roddick, según un estudio publicado en el The New York Times. Además, la pelota cae más abruptamente y sube a más altura. Este golpe, típico de pistas lentas, es tan poderoso en Nadal que también lo ha podido adaptar a otras superficies, obligando a los rivales a devolver pelotas en una posición antinatural, por encima de los hombros, y no a la altura de la cintura, como es habitual. Es uno de los pocos casos en los que un jugador puede mantener la efectividad de un golpe tan liftado en una superficie rápida.

Lo que sí ha modificado Nadal es la posición inicial para golpear, según los analistas de tennisplayer.com. Antes, se aproximaba a la pelota con el cuerpo erguido, mientras que ahora baja el tronco para acercarse más a los envíos más bajos que se suelen utilizar en pistas rápidas.

La derecha de Nadal es una de las mejores del circuito, ya que consigue darle mucho peso. La realiza con una rotación entera tanto de su cuerpo como del hombro, un movimiento armónico que le permite imprimir una gran aceleración a sus envíos. El número 1 mantiene recto en todo momento su brazo izquierdo cuando está realizando el golpeo. Este movimiento es la clave para la peculiar rotación que consigue transmitir a sus envíos, que salen siempre envenenados del cordaje de su raqueta, con un gran efecto y bastante potencia.

La ejecución del revés de Rafael Nadal es casi única en el circuito. En los últimos años, es uno de los golpes que ha mejorado y ahora es capaz de realizar ganadores desde cualquier parte de la pista y cambiar la orientación de la pelota en estos envíos. En su ejecución, Nadal es el único jugador de élite actual que mantiene rectos los dos brazos durante el golpeo.

Esto le asemeja a los jugadores que conectan su revés con una sola mano, ya que ellos también mantienen recto el brazo de golpeo. Su mejora en el revés ha dado a Nadal un argumento fundamental para llegar al número 1 que hoy le entregarán oficialmente. John Yandell, especialista en técnicas tenísticas, afirma que el revés de Agassi es de los pocos que se podría comparar al del manacorí en el modo de ejecución, ya que el jugador americano también mantenía sus brazos rectos en todo momento del golpeo.

El español también ha conseguido minimizar sus carencias en la red. El modo para conseguirlo ha sido utilizar con mucha frecuencia el passing shot, golpe que maneja con maestría. En la última semifinal de la Copa Davis, por ejemplo, Roddick intentó al inicio del partido ser agresivo y subir a la red. Su esfuerzo fue inútil: una y otra vez, Nadal encontraba el hueco y conseguía el punto.

La volea y el golpe cortado, argumentos básicos para tener un buen juego de red, son mejores de los que tenía en sus inicios, pero siguen sin ser determinantes. A pesar de eso, ha conseguido minimizar su incidencia en el juego gracias a la capacidad que tiene de mantener a sus rivales en el fondo de la pista, reacios a subir a la red a sabiendas de la posibilidad de que el español dé el golpe que les anule la subida. Nadal está ayudando a cambiar la concepción del juego en dura y en hierba. Antes, parecía imposible ganar si no se utilizaba la red como el recurso principal. Hoy en día, el juego de fondo, del que el español es el gran maestro, también puede imponerse en dura .

El número 1 siempre fue un jugador con buena movilidad, Nadal llega a bolas en las que otros ni sueñan y las rebota con prestancia. Para jugar en esta superficie, también tiene que cambiar su aproximación a la bola. Hay dos motivos para que se de esto, el primero es la mayor velocidad de la bola, que premia a los jugadores de reflejos en vez de a la resistencia que requiere la tierra. Por otro lado, la forma de correr no es la misma. En tierra, los jugadores deslizan en el suelo para llegar a dar a la pelota y, en dura, corren hasta coger la posición correcta.

Quizá la mayor carga que sigue teniendo el tenis de Nadal para la pista dura es su servicio. No suele llegar a los 200 kilómetros por hora, algo más o menos habitual en la élite del circuito, lo cual regala a la mayoría de jugadores una serie de puntos de los que el manacorí no dispone. Su servicio en estos años ha mejorado, pero más en colocación y sorpresa que en velocidad, algo para lo que necesitaría un cambio drástico en la mecánica.

Las adaptaciones han sido un éxito. El mejor jugador de la historia sobre tierra ha demostrado que también es competitivo cuando le sacan del polvo de ladrillo. Gracias a eso, hoy es el número 1.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?