Este artículo se publicó hace 14 años.
Canadá conquista su oro sagrado
Canadá se venga y gana a Estados Unidos (3-2) el último oro de Vancouver en la esperadísima final de hockey
Calles desiertas en Vancouver. Canadá se detuvo. La final de hockey contaba con todos los ingredientes para un espectáculo inolvidable, un choque que será recordado durante décadas en el país de la hoja de arce, la que se inventó el deporte del hielo y la pastilla hace dos siglos. La religión nacional.
Los 19.000 billetes para presenciar la final habían sido vendidos hace meses. La grada era ayer una gran mancha roja y el guión, el soñado. Canadá-Estados Unidos. La guerra entre vecinos.
El partido comenzó con un juego muy vivo. El ritmo era frenético, con ataques bien armados en los dos equipos pero que chocaban a uno y otro lado con defensas infalibles. Hasta que llegó el primer gol.
Fue Jonathan Toews, el jugador de Chicago Blackhawks, el hombre que no había marcado un solo gol en los Juegos (aunque dio siete asistencias) el que descongeló la lata en el minuto 13. Fue muy hábil al robar la pastilla entre los dos defensas estadounidenses a un metro de la portería. Un gol de astucia: 1-0.
A partir del primer gol, el partido se endureció. Se jugó en las esquinas, en choques contra las vallas, en esa tierra de nadie cercana a la portería. Un contraataque de Callaghan en los últimos segundos del primer tiempo heló las gradas. Pero Roberto Luongo, el meta canadiense de sangre italiana, el capitán de Vancouver Canucks, detuvo el puck con suficiencia. Hizo un gran partido en su ciudad.
EEUU forzó la prórroga a 24 segundos del finalCanadá reclamó su derecho a mandar en el segundo periodo. Y así llegó el segundo gol (obra de Corey Perry, su cuarta diana de los Juegos), después de tres oportunidades clarísimas. Y entonces el técnico canadiense, Mike Babcock, dio orden de agazaparse.
EE no ha ganado el oro desde el mítico miracle on ice de Lake Placid 1980
Los rojiblancos se dedicaron a esperar atrás a los azules. Un error. En pocos minutos, los ataques de Estados Unidos dieron su fruto. El 2-1 llegó gracias a un atentísimo remate de Kesler, en un prodigio de reflejos, que Luongo llegó a tocar pero no pudo interceptar. La final se calentaba.
Los estadounidenses, que no han ganado el oro desde el mítico miracle on ice de Lake Placid 1980, buscaron con ahínco el gol del empate. Pero atacaron sin orden. Con más ganas que intención. Con rabia y sin acierto. Hasta que apareció Parise. A sólo 24 segundos del final, forzó la prórroga.
Pero Canadá supo defender su tesoro y el gol de oro llegó en el minuto 8 de la prórroga. Poco importa haber sido terceros en el medallero. Nadie recordará que Alemania y Estados Unidos ganaron más medallas que ellos. Los Juegos de Vancouver sólo serán recordados por una estampa. El oro del hockey.
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