Este artículo se publicó hace 13 años.
El cazador atrapa la chaqueta verde
El surafricano gana el Masters en su segunda experiencia entre los greens de Augusta
Charl Schwartzel (Joha-nesburgo, 1984) debe parte de su victoria en el Masters de Augusta a su entusiasmo por la caza. Fue esta afición, compartida con Jack Nicklaus, la que sirvió de introducción para un provechoso diálogo entre aspirante y leyenda. Sucedió en un torneo benéfico organizado por Ernie Els en el Sur de Florida a principios de 2010 para recaudar fondos a favor de enfermos de autismo. Allí, además de fanfarronear sobre sus hazañas cinegéticas, el surafricano, ganador de la chaqueta verde el pasado domingo, grabó en su memoria los consejos que el Oso dorado le chivó sobre esos 18 hoyos tan especiales.
En una última jornada rebosante de incertidumbre, Schwartzel coloreó su triunfo con birdies en los últimos cuatro hoyos del recorrido, a pesar de partir con cuatro golpes de desventaja sobre Rory McIlroy en el tee del uno. Nadie había rellenado su tarjeta con esos dígitos en ese tramo del campo. "Hubo mucho griterío, especialmente en los segundos nueve hoyos. Se oía el eco a través de los árboles, y en cada hoyo, alguien había hecho algo, y mentiría si dijese que no miraba la clasificación", aseguró el campeón. Y es que el campo se convirtió en un enorme altavoz que amplificaba los buenos golpes de una decena de jugadores que se jugaron el triunfo en los últimos greens de Augusta.
La tutoría de Nicklaus con el campeón de 2011 incidió, con especial detalle, en los misterios de las alfombras verdes que acordonan las banderas. El seis veces ganador del Masters les hizo una resonancia completa. Subrayó las zonas a las que tenía que apuntar para intentar arañar algún birdie, las que le podrían causar algún bogey y, por último, las prohibidas, las que le situarían a merced de los caprichos de esas depresiones vertiginosas e indescifrables.
Schwartzel tomó buena nota. Cimentó su triunfo de los hoyos 15 a 18 con putts de entre uno y tres metros. Fue el segundo en acabar con menos golpes en el green (107) sólo superado por Luke Donald. Con un punto menos de rapidez que en anteriores ediciones, su compatriota Nick Price, ganador de tres Majors, también le había recomendado practicar sin descanso en las zonas en las que la bola rueda con más velocidad en Augusta.
Y es que hasta los mejores jugadores del mundo sucumben a su orografía tan despiadada. El vencedor del último US Open, Graeme McDowell, fue incapaz de superar el corte después de verse obligado a tres putts para embocar en seis de los 36 hoyos que completó.
El ganador de Augusta 2011 consiguió la tarjeta del circuito europeo con 18 años. Desde entonces había sumado siete victorias. No era uno de los jóvenes sobre los que había sospechas de que cazaría un grande, aunque su reputación entre los jugadores era excelente: "Tiene un swing cojonudo", dice de él Adam Scott, segundo a dos golpes.
El 80 de McIlroyLa compañía de representación deportiva International Sports Management tiene entre sus clientes a Schwartzel. Sin embargo, organizó una fiesta el viernes pasado en Augusta después de las grandes expectativas que auguraban las dos primeras vueltas de Rory McIlroy, líder en 63 de los 72 hoyos. Pero el prodigio norirlandés de 21 años acabó devorado por los últimos nueve. Finalizó su vuelta con 80 golpes (ocho sobre par) sin posibilidad alguna de triunfo.
Tampoco surgió efecto el ataque de Tiger. Repitió la cuarta posición de 2010 con un cinco en la última jornada. Ya había logrado esa cifra antes del hoyo 10, pero no pudo ganarle al campo en la parte final. Sumó 36 golpes en este tramo decisivo.
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