Al mismo tiempo que Esperanza Aguirre anunciaba en Madrid la instauración de pruebas genéticas para deportistas, en Grecia lloraban la muerte de Antonio de Nigris, el último futbolista víctima de la muerte súbita.

De Nigris, delantero mexicano, había fallecido unas horas antes, mientras dormía. Esta temporada jugaba en el Larissa de la Superliga griega. El mexicano fue fichado por el Villarreal hace seis años como consecuencia de la baja por lesión de Senna: De Nigris ocupó su plaza de extranjero.

La Comunidad de Madrid firmó ayer un acuerdo con el Comité Olímpico Español para llevar a cabo pruebas genéticas a deportistas en el Hospital Clínico San Carlos. El objetivo es prevenir la muerte súbita, evitar casos trágicos como el de Puerta o Jarque, los dos últimos futbolistas fallecidos en España.

La lista de futbolistas fallecidos en la última década es demasiado extensa: Foé (Camerún), Serginho (Brasil), Feher (Hungría), Cunha (Portugal), Abdelwahab (Egipto) o Rojas (Paraguay). Todos ellos han muerto en los últimos seis años.

El problema es que las pruebas genéticas no son la panacea. Los cardiólogos afirman que lo que realmente previene la muerte súbita son los electrocardiogramas bien diagnosticados por expertos. Los expertos afirman que los tests genéticos no son la solución para identificar a los deportistas en situación de riesgo. Más útil parece ser la implantación de máquinas desfibriladoras en todas las instalaciones deportivas.

'El mejor cardiólogo del mundo no sirve para nada si no tiene un desfibrilador a mano en un caso de muerte súbita', afirmaba recientemente el doctor Julián Pérez Villacastín, uno de los mejores expertos europeos en trastornos del ritmo cardiaco. Los tests genéticos aún deben recorrer un largo camino para servir de prueba decribaje a modo de prevención.