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De la Copa a la depresión

Lafita, con dos goles y un penalti provocado, castiga los errores de Mourinho, que tardó una hora en rectificar

LADISLAO MOÑINO

 

 

En diez días el Madrid ha pasado de festejar la Copa a la depresión futbolística. Le queda la épica que enseñó, pero eso siempre lo tuvo. Va con la camiseta y el escudo, anteriores a Mourinho, aunque parezca que antes de él no hubo nada.

Parecía que el título de Mestalla había tenido efectos confortables en la plantilla, pero la derrota del miércoles ante el Barça ha abierto grietas en ese vestuario tan acuartelado. La primera lució en la grada: Cristiano. Castigado por criticar un planteamiento que le alienó y le desesperó. Hace tiempo que Mourinho renunció a la Liga. La no convocatoria de su gran estrella primó su principio de autoridad sobre los tres puntos en juego. Tampoco se vistieron Xabi Alonso y Lass. Mourinho se equivocó en la alineación y en la disposición táctica. Volvió a empeñarse con Pepe como mediocentro ante un equipo que le cedió la pelota el balón.

Pepe como medio no tenía sentido ante un rival que no quiso el balón 

Esta vez no tenía sentido esa posición como en San Mamés o en Mestalla. El atasco se veía venir. Se produjo en cuanto Kaká, Granero y Canales se cansaron de intercambiar posiciones y de tocar sin que Benzema e Higuaín o los laterales ensancharan el campo. Con ese once y ese dibujo Mourinho tiró los primeros 45 minutos. Evidentemente, la posesión no sirve para nada, como él pregona, si no se sabe cómo atacar una defensa cerrada. No es la primera vez que el Madrid se atasca con un equipo que no deja metros a su espalda.

Vivió muy cómodo el Zaragoza entre el primer aviso que dio Uche al minuto de juego y la jugada del primer gol al filo del descanso. Le bastó con aguantar la posición. Tuvo mucho el planteamiento de Aguirre de los que diseñó Mourinho en el primer y el tercer partido de la serie ante el Barça. La primera hora de juego de su equipo dejo ver que Mourinho está más preparado para diseñar esos entramados tácticos que para combatirlos. Quizá sus jugadores también han perdido la costumbre de jugar en un campo húmedo...

Al Madrid le falló hasta lo que no acostumbra a fallarle. Casillas y Carvalho. El primero le pegó una patada al aire en un intento de despeje que embocaron entre Uche y Lafita. A Carvalho le ganaron la espalda en los tres goles. En la jugada del penalti estuvo inocente al meter el pie cuando le bastaba con aguantar paca cerrar a Lafita hasta la línea de fondo.

El atasco blanco era previsible porque no hubo bandas ni movilidad arriba

El mediapunta hizo sufrir mucho a Carvalho cada vez que pudo medirse con él a la carrera. Con esos desajustes el Madrid se vio con dos goles en contra. En el segundo ya habían entrado Marcelo y Di María, que los reclamaba el partido desde el minuto uno. Con bandas, el Madrid hizo más daño. También con el aumento de movilidad de Benzema. Cuando Ramos acortó distancia, los fantasmas que achican a los visitantes del Bernabéu estaban a punto de asomar. Aunque emergió antes la ansiedad de los blancos, que no tiraron un balón fuera con un jugador del Zaragoza caído en el suelo por un pisotón involuntario de Marcelo. Ramos continuó la jugada como si nada y Benzema estrelló el balón en el larguero.

Se rumiaba el empate hasta que Lafita volvió a ganar la espalda a la defensa del Madrid para marcar el tercero. Al poco, Carvalho impotente, evitó una contra con una falta y se fue a la calle. Benzema recortó distancias y la épica volvió a emerger. El empate pudo llegar. Hubo un penalti a Kaká y el propio brasileño tuvo un cabezazo franco que regaló a las manos de Doblas. Esta vez la épica no dio resultado. Y aunque lo hubiera dado, no hubiera ocultado que Mourinho se equivocó. Y mucho.

 

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