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Corona, de alma en los Juegos del Mediterráneo al Índico de Australia

¿El país perfecto?

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Corona posa con las banderas de Gran Bretaña, Australia, EEUU y Nueva Zelanda.

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Un clásico en el otro mundo. Un sueño valiente en las antípodas de Europa, a 17.000 kilómetros y a más de 24 horas de vuelo desde España. Un país joven como Australia, capaz de enamorarnos antes de conocerlo. Allí, Miguel Ángel Corona (Talavera, 1981) vive ahora lo que nunca ha vivido en los 34 años anteriores de su vida. Jugó en Real Madrid, Zaragoza y los últimos nueve en Almería, donde ya casi era una parte más del escudo. Pero en la vida existen tentaciones que también tienen su derecho a expresarse.

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"He sido rechazado como inquilino de un piso. Nunca me lo hubiera podido imaginar, pero así fue"

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“Supongo que fruto del desconocimiento, yo también tenía idealizada Australia y, de momento, llevo tres semanas y todo me parece tan fantástico… Pero imagino que los australianos también tendrán sus quejas. Necesito tiempo…”, explica Corona, con nueve horas de diferencia, las que separan dos mundos, el de aquí y el de allí, en el que un futbolista vive como “un ciudadano normal. Al menos, yo en estos 25 días, desde que llegué a Brisbane, no me han pedido más de dos o tres fotografías por la calle”.

¿El país perfecto?

Son, en realidad, otras reglas de vida en un país donde el fútbol no echa de menos a la locura. “Será el tercer o cuarto deporte de la ciudad”. Corona fue uno de los fichajes capitales, pedido por el entrenador John Aloisi para uno de los clubes punteros de la A-League. Sin embargo, el día de su presentación “no había más de seis periodistas” en el área de prensa.

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“No se trata de que apenas haya firmado ningún autógrafo, sino que mi vida es la de un tipo normal"

Quizá por eso está hoy en Brisbane, alejado de toda la fortaleza de nueve años que había edificado en Almería, “donde estaba muy a gusto. No buscaba jugar en ningún otro club. Pero eran tantos los estímulos que reunía esta experiencia en Australia que no quería perdérmelos”. Hoy, hace uso de ellos con la naturalidad de cualquiera de nosotros. “No se trata de que apenas haya firmado ningún autógrafo, sino que mi vida es la de un tipo normal. De hecho, acabo de mudarme a un piso en un barrio, que se llama Tenerife”.

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“No sé si Australia es el país perfecto. Sería una osadía por mi parte contestar a esa pregunta después de llevar aquí sólo 25 días y de haber vivido toda mi vida en España"

Va en ferry al distrito financiero, “aunque también tengo mi coche” y en su crónica diaria no se separa de una vida normal. Se maneja en inglés, “en un inglés bastante mejorable”, que fue otra de las cosas que le tiene hoy a 17.000 kilómetros de distancia, alejado de los hábitos de las estrellas de fútbol, conocedor ya de los precios de los supermercados, donde él mismo hace la compra. “No sé si Australia es el país perfecto. Sería una osadía por mi parte contestar a esa pregunta después de llevar aquí sólo 25 días y de haber vivido toda mi vida en España. Pero, dicho esto, para mí, Brisbane engloba casi todo lo que buscaba: la gente habla inglés, el clima es espectacular, la naturaleza, la seguridad ciudadana o la población 'friendly', como dicen por aquí, la gente educada, amable y, por lo que me parece, preocupados por disfrutar de la vida, cosa muy sana, ¿no?”

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“Los compañeros nada más llegar me preguntaban por la Liga, por Cristiano, por Messi…”

Hoy, Corona está en Australia, donde el hecho de venir desde España significa status en el vestuario. “Los compañeros nada más llegar me preguntaban por la Liga, por Cristiano, por Messi…” Y él, que tantas veces se enfrentó a ellos, está hoy en Australia, en Brisbane, en el estado de Queensland, donde, en realidad, Miguel Ángel Corona ya no necesitaba probar suerte, sino cumplir un sueño, calidad de vida y de historia. Una maravillosa historia para contar toda la vida.

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