Este artículo se publicó hace 13 años.
Cristiano, sin despeinarse
El gol del luso rubrica el pase del Madrid ante un Atlético que nunca creyó en la remontada
El Atlético, de por sí frágil, se deshace ante el Madrid. Sin Agüero, la misión de remontar se antojaba titánica. Cuando Arbeloa cazó a Reyes, la eliminatoria echó el telón. Apareció Cristiano en el área rojiblanca y con un derechazo apagó la luz.
Mourinho, adicto a la jarana, volvió a dejar a Benzema en el banquillo y, para atornillar una vuelta más la tensión, hizo correr ríos de Twitter cuando amagó con una defensa de cinco. El presunto quinteto escenificó incluso durante el calentamiento un simulacro de cónclave para después, una vez que el árbitro pitó, disolver la falsa polémica. Marcelo ejerció de centrocampista por la izquierda y en la zaga, como siempre, sólo actuaron cuatro.
La jugada, sin embargo, retrató a Quique y al Atlético. Un farol tan nimio bastó para despistar al entrenador y al equipo. Fue suficiente para certificar las carencias de un grupo plomizo, sin gancho ni argumentos para plantearse siquiera una gesta copera ante un enemigo como el Madrid.
Los blancos, con 3-1 de ventaja, se limitaron a colocarse con criterio, a tapar huecos y a esperar. El tedio aturdió a Casillas, que se confió en exceso al sacar una pelota jugada, pero tras rebotar en Reyes salió muy desviada. Apenas cinco minutos después, el sevillano, único con clara vocación agitadora, desapareció de la escena abatido por un duro pisotón preventivo de Arbeloa sin balón.
El Madrid, cuyo instinto asesino es incuestionable, olió la sangre. Vio a Reyes tirado en la banda, cojo y dolorido, y se puso a tocar con un criterio que hasta entonces no había exhibido. El Atlético, desorientado, se balanceó de un lado a otro hasta que, mareado, dejó que Xabi Alonso abriera a la derecha para Ramos, clamorosamente solo, quien tuvo tiempo para levantar la cabeza y ver a Cristiano. El portugués arrancó, la defensa rojiblanca le abrió un generoso pasillo y él, educado, correspondió con un derechazo imparable.
Lesión de ReyesReyes quiso volver, pero tras la negativa de su destrozado tobillo, dijo adiós y descendió por la escalera que lleva a los vestuarios. Con él se desplomaron, peldaño a peldaño, todas las opciones de remontada.
Si el Atlético desprecia desde hace años el orgullo de plantarle cara al eterno rival, el Madrid de Mourinho también está en otras guerras. Interna y externa. Así que uno arrastró sus miserias y el otro se dedicó a contemporizar y, si acaso, a esperar las maniobras con mensaje de su entrenador.
Finiquitada la eliminatoria, el entrenador planificó los próximos compromisos. Y, claro, lo hizo sin contar con Benzema. Y para los que no le quieren entender envió un último y demoledor recado: ordenó entrar a Canales, pero una lesión de Khedira le obligó a rectificar e hizo jugar a Gago. Es decir, ayer le valió cualquiera menos Pedro León y, sobre todo, el delantero francés.
Enfrente, Elías borró de un plumazo la esperanza que asomaba en sus botas, Juanfran salió de los nervios, casi violento, Assunçao perdió mil balones y Forlán hace muchas lunas que tiene la cabeza y el corazón en otro club. Es un alma en pena sobre el césped y contagia al resto.
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