Este artículo se publicó hace 12 años.
El CSKA desfila al ritmo de los 'petrorrublos'
El ruso ya no es el equipo del Ejército. Ahora pertenece a una petrolera
No es el CSKA de Moscú uno de los clubes más ricos de Rusia. No llega al nivel del Anzhi y, sobre todo, del Zenit de San Petersburgo. Pero es el CSKA un equipo competitivo que, según Viktor Onopko, uno de los ayudantes del entrenador Slutski, "en España pelearía por jugar la Champions". Onopko sabe lo que dice. Jugó en los noventa, en Oviedo y Rayo, donde ya presentaba cierta pinta de entrenador. Era un mediocentro de una frialdad extraordinaria, todo un cerebro que, desde 2009, trabaja para el CSKA, club al que llegó para ayudar a Juande Ramos al que acababan de fichar porque hablaba castellano.
Ramos marcó un antes y un después en el estadio Luzhniki. Desde entonces, no se cree en entrenadores extranjeros. El brasileño Zico fue otra mala experiencia. Ramos duró dos meses, pero Onopko se quedó como asistente de Leonid Slutsky en un CSKA que representa los nuevos tiempos y que ya no pertenece al Ejército rojo. Ahora es propiedad de Sibneft, una petrolera que pertenece al magnate Abramovich. Pero como ya es dueño del Chelsea de Inglaterra apenas participa en el CSKA . No porque no quiera, sino porque no puede. Las reglas de la UEFA no permiten a una misma persona o corporación controlar más de un club. Y esto se respeta a rajatabla en un CSKA que, por lo demás, conserva la antigüedad y su férrea leyenda, que nació en 1901 y que elige a Grigory Fedotov, 126 goles en 155 partidos, como el hombre más decisivo de su vida. Sus jugadores entonces se alistaban en las unidades de caballería del Ejército. Algo que hoy ni se concibe. Moscú es ahora una ciudad más moderna. El campeonato nacional, conocido como la Premier, es una de sus expresiones más fuertes. Las petroleras pagan bien y la mezcla de nacionalidades es inmensa. Las temperaturas no importan. El frío ya no es excusa para nadie. Ni siquiera para Musa, el nigeriano del CSKA que a los 19 años jugó el Mundial de Suráfrica. Tampoco para Doumbia, capaz de mantener la originalidad en un césped nevado y a diez grados bajo cero. El delantero, de 23 años, lleva el gol en la sangre. Ha hecho 24 en el campeonato ruso. Pero no es novedad. Antes de llegar a Moscú sumó 30 en el Young Boys suizo. Y ahora está caliente. Viene de la Copa de África con Costa de Marfil, de vivir esa final ante Zambia para corazones fuertes.
No es de los clubes más ricos de Rusia, lejos del Zenit o el Anzhi
Doumbia echará en falta a Vagner Love, traspasado al Flamengo. Sin ser lo que fue, Vagner tenía impreso su nombre en un CSKA que conserva a gente que ganó la UEFA en 2005, como los gemelos Berezutski y la pareja de centrales Vassili y Aleksei. Son dos rusos de toda la vida cuya fotografía viaja a otros tiempos. Sin ser muy mayores, ya tienen una edad, 29 años, y una vida juntos. "Nuestra compresión mutua es total".
No es, en realidad, un equipo tan poderoso el CSKAde Moscú. Al menos, en comparación con el Madrid. Pero Onopko, que es hombre cerebral, no se da por vencido. "Jugaremos con vocación ofensiva". Y entonces no hay figura tan esperanzadora como la de Dzagoev, un talento con equilibrio. No abusa de la pelota. Hay quienes lo han comparado con Laudrup y, a los 21 años, tiene una influencia decisiva en el CSKA como la tuvo el inolvidable Fedotov en otro tiempo.
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