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Una cuestión de importancia

Guardiola recuerda lo extraordinario de un título que requiere ganar la Copa de Europa y sublima al ganador

NOELIA ROMÁN

En el campo de entrenamiento del Yokohama Marinos, al calorcito del invernal sol japonés, Pep Guardiola reunió ayer a sus muchachos en un círculo y, con su característico abanico de gestos, les sermoneó. Enfrentados a su primer ensayo de preparación para el Mundial de Clubes, el técnico del Barcelona dedicó unos cuantos minutos a recordar a sus jugadores la importancia que un título así tiene para una institución como la azulgrana. 'Les he dicho que estas oportunidades se presentan muy pocas veces, que no dejen escapar esta. Estar aquí es inmenso: nos jugamos ser el mejor equipo del mundo; no lo seremos hasta que no ganemos', confesó Guardiola que dijo a sus pupilos.

Desde que asumió el mando del banquillo azulgrana, el técnico catalán ha construido el relato del Barça desde una perspectiva revolucionaria en un club acostumbrado a sobrevivir en su papel de segundón, resignado y pesimista. Los cambios impuestos en la estructura de la sección de fútbol, la apuesta por un estilo de juego ofensivo con marchamo propio y la recuperación de la cantera como esencia del equipo han parido un producto futbolístico singular y cuyo efecto contagio en toda la entidad es incuestionable. Porque la fórmula, desacomplejada, ecléctica y personalizada, ha resultado no sólo en un juego mundialmente admirado sino también en títulos, 12, la constatación más fehaciente de su fiabilidad.

Su conquista dejaría al Barça, con cinco, a un paso del pleno de títulos este año

Tanto es así, que el Barça tiene ante sí la posibilidad de conquistar el quinto premio de 2011. Y de aproximar su prestación a la del primer año de Guardiola, cuando hizo pleno al seis. En el cuarto, perdida la Copa frente al Madrid, no hay mejor modo de cerrar el año que conquistando el Mundialito, un título de marcado simbolismo. Ya lo tenía en 2009, cuando el Barça acudió a Abu Dabi y, en una final agónica ante el Estudiantes de la Plata, con un gol salvador de Pedro forzó la prórroga que luego decidió Messi (2-1), se sacudió los complejos que, durante décadas, le habían generado la antigua Intercontinental y el rebautizado Mundialito.

Nada ilustra mejor el alivio que supuso la conquista del primer Mundialito que las incontenibles lágrimas de Guardiola sobre el césped del Zyed Sports City. Ante ningún otro título de los 12 logrados se ha emocionado de igual manera el de Santpedor, que ahora pisa como entrenador el mismo escenario donde fracasó como jugador en 1992. Coronado con su primera Copa de Europa y con la aureola que envolvía al equipo de Johan Cruyff, el Barça vio cómo el São Paulo de Raí le bajaba del pedestal con una derrota dolorosa y un tanto traumática (2-1).

Y nada pudo hacer por superar ese trauma hasta 14 años después, cuando volvió a conquistar el máximo trofeo continental, condición sine qua non para atrapar una plaza en el Mundialito. Para entonces, la competición ya se llamaba Mundial de clubes. Y la parroquia azulgrana confiaba en que Ronaldinho, el jugador que había devuelto la alegría a la afición, también saldaría esa cuenta. El torneo de 2006 se disputaba de nuevo en Japón. Y en la final esperaba el Internacional, otra vez un equipo brasileño. Deco fue elegido el mejor jugador del torneo. Pero el desenlace fue el mismo: una derrota acomplejante para los azulgrana (1-0). Más si se reparaba en que el Madrid exhibía tres Intercontinentales en sus vitrinas, la última, de 2002.

'Esto es inmenso:nos jugamos ser el mejor equipo del mundo', resalta Pep

En su primer año al mando del Barça, Guardiola relegó al olvido todas esas frustraciones. Y comenzó a cimentar lo que, ayer, en una entrevista concedida a Punto Radio, el presidente en funciones del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, calificó de 'equipo de leyenda'. Nadie mejor que Guardiola sabe que esa leyenda sigue en construcción.Y que si el Barça abandona Japón coronado de nuevo como el mejor club del mundo, la magnificaría. Además de colocarlo como el equipo con más Mundialitos conquistados. Ese es el mensaje que, desde hace un tiempo ya, el técnico transmite a su plantilla. Y ha calado.

'Queremos seguir haciendo historia', dijo ayer Puyol. 'Y eso pasa por ganar este título', añadió el capitán azulgrana. 'Hemos llegado aquí por méritos propios. Esperamos aprovechar esta maravillosa oportunidad', coincidió Alves. 'Es una competición a la que cuesta mucho llegar y nos hace mucha ilusión', había dicho Xavi, días antes del clásico, en una prueba más de la voracidad de un grupo que nunca se conforma con lo ya logrado. Quizá porque Guardiola ha repetido hasta la saciedad que los éxitos pasados no garantizan los futuros. Y porque saben que la continuidad del técnico, su pilar, depende en buena parte de que ellos mantengan ese espíritu competitivo.

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