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Del cielo al infierno

Un Valencia sin término medio pierde ante el Leverkusen

ALBERTO CABELLO

El Valencia se cambió de máscara. Irreconocible para lo bueno y lo malo, el equipo de Emery despilfarró una excelente primera media hora de fútbol en Leverkusen para empinar su continuidad en la Champions. Cuesta explicar dos versiones tan contradictorias en tan efímero espacio de tiempo. La ventaja en el marcador es un escenario contaminado para un conjunto que ha perdido el término medio.

Los treinta minutos de arranque resultaron una delicia. Ni presión alemana, ni ambiente en la grada, ni gaitas. El Valencia pisoteó el campo con una autoridad tiránica. Raro ver a los de Emery tan danzarines, pero el breve entremés fue una exquisitez. La pelota fluía de banda a banda, los laterales desdoblaban, Soldado caía al costado para dejar pasillo a Jonas.El catálogo de jugadas ensayadas dejaba a los zagueros germanos boquiabiertos. El Bayern se encontró con el agua al cuello nada más abandonar la orilla. El delantero valencianista ya pudo marcar con un balón al palo tras beneficiarse de un rebote.

No hubo que esperar mucho más para que llegara lo inevitable. Mantener la portería a cero con esa superioridad era insostenible. Soldado, otra vez de falso extremo, conectó con Jonás, que hacía de ariete de mentirijilla.

El primer gran pecado del Valencia fue no hurgar más en el despropósito del Bayer

El Leverkusen estaba en las últimas, su defensa ofrecía caramelos a los puntas en cada jugada. El primer gran pecado del Valencia fue no hurgar más en ese despropósito. Los alemanes empezaron a dar señales de vida a partir del minuto 35. Alves lució sus reflejos en dos acciones de peligro.

La segunda parte dejó al aire hasta los costurones de los de Emery. Difícil reconocer al equipo de la primera parte. Bastó que el Bayern adelantara las líneas y agitara el ritmo del partido para derretir a su desconcertante rival. En cuatro minutos y con dos golazos , los locales administraron mucho mejor su subidón. Albelda y Banega no dieron para más en su intento de achicar agua. Pareció que ya no había Valencia, que lo de la primera parte fue una mala jugada de la imaginación.

Por suerte, siguió metido en el asunto Alves que salvó un castigo mucho peor. La obligación del mal resultado sacó orgullo, pero poco más. En el BayArena germinaron otras cuantas hectáreas de dudas sobre este Valencia.

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