Este artículo se publicó hace 17 años.
Desafío sin límites
Muchos deportistas de élite se cambian de deporte sin bajar su magnífico rendimiento.
Jorge Lorenzo se viste como el boxeador Rocky Balboa para recoger su segundo título de 250cc. Michael Schumacher coge la MotoGP de Stoner y rueda apenas cinco segundos más lento que Pedrosa.
En Nueva York, Lance Armstrong corre por segundo año la maratón y Heikki Kovalainen, piloto de Renault, debuta. Les acompañan otras figuras del motor como el piloto de GP2 Lucas di Grassi o el ex piloto de F1 Alex Zanardi, que perdió las dos piernas en un accidente en el año 2001.
A Schumacher no le bastan siete títulos mundiales y quiere probar nuevas sensaciones como Valentino Rossi al volante de un Ferrari –aunque luego descartara su pase a la Fórmula 1–. Armstrong rebaja en 13 minutos su marca y anuncia más desafíos.
Kovalainen finaliza 592º por detrás de Di Grassi. Zanardi termina cuarto en silla de ruedas con un tiempo de 1:33:17. A todos les mueve la pasión del reto. Hay ejemplos desde los primeros tiempos del deporte.
En los Juegos de Atenas 1896 encontramos el caso del atleta alemán Karl Schuman ganador de cuatro medallas de oro, una en lucha clásica y tres en gimnasia. También el del húngaro Alfred Hajos –dos medallas de oro en natación– y buenos resultados en atletismo y fútbol.
Históricamente uno de los deportistas más recordados ha sido el norteamericano James Connolly, el primer campeón olímpico de los Juegos Modernos. Polifacético deportista capaz de ganar tres medallas en atletismo, además de ser un reconocido futbolista, ciclista y ya al final de su carrera deportiva, afamado escritor y periodista del Boston Globe, con el que cubrió los Juegos de San Louis 1904 y el conflicto hispano- norteamericano en Cuba.
La necesidad del cambio
A veces la necesidad fue el motor del cambio. En Londres 1948, el atleta del equipo húngaro de tiro olímpico Karoly Takacs dio todo un ejemplo de superación al ganar la primera de sus dos medallas de oro disparando... con la mano izquierda. Diez años antes, Takacs, sargento del ejército, había perdido la mano derecha, con la que siempre había disparado, al explotarle una granada.
El ciclista estonio Jaan Kirsipu, ganador de 114 carreras, reconocía al ganar una etapa del Tour en 2004 a los 34 años que el esquí de fondo era la sólida base de su formación porque comenzó a practicarlo en su localidad natal de Tartu, más que nada porque “no había otra cosa que hacer”.
Hay casos irrepetibles. En los años 70 el mundo asiste asombrado a las hazañas de la estadounidense Sheila Young, campeona del mundo de patinaje de velocidad sobre hielo y ciclismo en pista. En el 73 y en el 75 gana los Mundiales de patinaje en la clasificación combinada de 500 y 1000 m. En el 76 bate el récord del mundo de 500 m y en los Juegos de Innsbruck consigue tres medallas.
En esos mismos años gana el Mundial de velocidad de ciclismo en pista de San Sebastián y Monteroni di Lecce en Italia. Sheila se casó con el ciclista Jim Ochowicz, y la hija de ambos Elli Ochowicz sigue la tradición. Es patinadora de velocidad y ya ha participado en los Juegos de Salt Lake y Turín.
Casos en el deporte español
En la historia del deporte español hay significativas muestras. El irrepetible Carlos Sainz, dos veces campeón del Mundo de Rallyes y gran aficionado al fútbol, golf, motocross, esquí y squash, del que fue dos veces Campeón de España con 16 años. El malogrado Víctor Palomo campeón del mundo de esquí acuático en 1969, quien a causa de unos problemas de cervicales se paso al motociclismo.
Palomo fue campeón de España en 1974 y ganador del trofeo de la Federación Internacional -trofeo precursor del Campeonato del Mundo- en 1976 en la categoría de 750cc.
La atleta Carlota Castrejana tenía 18 años cuando fue olímpica con la selección nacional de baloncesto en Barcelona 92, hoy es la plusmarquista nacional de triple salto “el baloncesto me encantaba pero disfrutaba mucho también con el atletismo; los entrenadores de la Blume, en especial Bernardino Lombao, me decían que podía ser buena, así que después de aquellos Juegos me marqué otros objetivos.
Fue una decisión del corazón más que de la razón, totalmente pasional en la que no me movió ni el dinero ni el pensar en ganar títulos, sólo en otro camino. La historia ha salido bien y estoy contenta de elegir el atletismo. De lo contrario, igual ahora ya no seguiría jugando a baloncesto” Castrejana piensa ya en los retos del próximo Mundial de Valencia y de los Juegos de Pekin 2008, sus cuartos juegos olímpicos.
El aprendizaje de Dushebaiev
Los mismos que el genial Talant Duishebaiev –considerado como uno de los mejores jugadores de balonmano de todos los tiempos– fanático del fútbol y del Real Madrid, que reconoció a Juan de Dios Román que “de todos los deportes aprendí”.
En el balonmano es tradicional que los jugadores se preparen con una pachanga cerca de las porterías, pero no tanto que este ejercicio provenga del baloncesto. Este sí es el caso del gran jugador croata Ivano Balic. Nacido en Split, la cuna de Kukoc y la mítica Yugoplástica, empezó jugando a baloncesto de base y de ahí el gran manejo de balón que demuestra en cada partido de Portland.
El pivote asturiano del Algeciras, Borja Fernández, se formó en la cantera del Joventut y jugó en Bilbao, Nápoles y CAI Zaragoza de baloncesto. Allí coincidía en los entrenamientos con el técnico de balonmano Fernando Bolea, quien vio en este deportista de 2,06 y 130 kilos al pivote del futuro. “Me lo tomaba un poco a broma”, comenta, “pero nos eliminó el León en la LEB y les dije, un día voy y me entreno.
Nos juntamos Bolea, Mincholet (el segundo entrenador) y el portero Pablo Hernández, probé y me gustó. Incluso el asesor del CAI, Valero Rivera, me dijo que tenía mucho futuro”.
Borja Fernández cumple su tercera temporada como pivote de balonmano después de ser pivot de baloncesto. Los ejemplos más recientesNo podemos olvidar el caso de los ‘deportistas jubilado’ del siglo XXI.
Demuestran que lejos de ceder al ocaso deportivo, renacen con un nuevo espíritu. Así, se entregan a deportes de resistencia como los ciclistas Ruiz Cabestany o Abraham Olano; buscan el riesgo como Lizarazu, que quiere ser olímpico en skeleton, la más antigua de las modalidades de descenso en trineo.
O los hay que como Luis Enrique no hace sino cumplir aquello que ya tenían pensado y se prepara para correr maratones, practicar surf, aguantar carreras cicloturistas como la Quebrantahuesos, algún triatlón e incluso algún que otro Ironman.
Y es que da igual el tiempo y el escenario, porque les mueve la misma pasión. Es una mezcla explosiva de genialidad, locura por el deporte y búsqueda incesante de nuevos retos y objetivos; donde sea, como sea. La edad, la especialidad o el físico es lo de menos.
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